Hoy se cumple el centenario del nacimiento de Adolfo Bioy Casares
“Nosotros renovamos contrato con la obra de Bioy recién en abril, estuvimos un año prácticamente sin ediciones, porque hubo problemas sucesorios, por lo que ahora hay un relanzamiento de toda su obra en coincidencia con diversas celebraciones”, cuenta Alberto Díaz, editor de Emecé.
Para la edición de bolsillo, “pensamos un diseño juvenil, desacartonado, buscando un público joven, que no conoce mucho su obra y paralelamente sacamos un par de libros, Diario de la guerra del cerdo y La invención de Morel, una colección escolar con actividades para los alumnos de secundario con tapas flúor”.
Y ahora, “esta colección que se llama Biblioteca Aniversario con un look vintage, muy sobria, y para darle un valor agregado cada título lleva un prólogo de autores vigentes, algunos admiradores de Bioy y otros no tanto”.
Mariana Enríquez escribe sobre La invención de Morel (1940): “No fue el primer texto de ciencia ficción -o de género fantástico- argentino, pero hasta ese momento fue el mejor, el más deslumbrante, el más límpido”.
“La ciudad representada en El sueño de los héroes posee el atractivo hipnótico de una Buenos Aires ya perdida en el tiempo y recuperada para el lector, que la identifica en un imaginario compartido de letras de tangos y mitologías porteñas”, apunta Sylvia Iparraguirre sobre esta novela publicada en 1954.
Para Matilde Sánchez, “el Diario de la guerra del cerdo (1969) es la más política de las novelas de Bioy, y también la más alegórica. En ella el eje fantástico, habitual en su ficción, ha dado un paso más y explora la paranoia social, incluso bajo el protocolo del relato amoroso”.
Pedro Mairal anota que las figuras femeninas en Historias fantásticas (1972) “como en gran parte de la obra de Bioy, son seres poderosos que llevan a los hombres a meterse en situaciones de riesgo. Hermosas, curvilíneas y atractivas, son muchas veces la fuerza que llevan adelante la historia. Guardan secretos, provocan desvelos y celos enfermantes, y detrás de su aparente fragilidad esconden un poder al que los hombres sucumben”.
En el prólogo de Dormir al sol (1973), Claudia Piñeiro recuerda lo que el propio escritor dijo sobre esta novela: “Tal vez sea el libro que me representa de un modo más auténtico porque está desprovisto de tragedia o, más precisamente, de dolor”.
“(…) Enseguida me sentí cómodo en el pequeño mundo de la novela, con esos personajes modestos, un poco chambones, que tratan de sobrellevar como pueden los acontecimientos en los que están metidos”, desliza Bioy sobre el libro que completa los primero cinco títulos de esta colección.
Por otro lado, añade Díaz, “la editorial terminó de publicar este año la obra completa de Bioy, con la curaduría de Daniel Martino, muy bien armada ya que tiene todo el material reunido del escritor”.
“En la primera parte de cada tomo van los libros publicados, con una reproducción en blanco y negro de la tapa original y alguna nota sobre los mismos, sin abrumar al lector; y en la segunda parte los textos menores o misceláneos. De la misma manera se concibieron el segundo y el tercer tomo. Y en cada volumen en la tapa va una foto de Bioy que corresponde al período abordado”, detalla.
Díaz le adjudica una importancia especial a la salida de Borges, un extracto del diario íntimo de Bioy que apareció en 2006, luego de la muerte del escritor.
“En la época en que salieron sus últimos libros por Tusquets, títulos que luego aparecieron en Emecé ya su obra estaba en baja, desdibujada. Pero con Borges su obra se reposicionó”, observa el editor.
En el 2001, “sale una primera selección de los diarios que hace Martino, unas 500 páginas, pero con Borges, queda de manifiesto la profunda amistad entre ambos, ellos se conocen en 1932 y Bioy comienza a llevar un diario desde 1940″.
¿Qué es lo que provoca el éxito de este libro? “Primero funciona el arrastre que le da Borges, el único autor argentino con una vigencia permanente en el mundo después de muerto”.
Un volumen de más de mil quinientas páginas con el trabajo de Martino que va sacando del diario las conversaciones entre ambos escritores hasta la muerte de Borges. “Aparecen dos amigos que hablan a calzón quitado, a veces con guarangadas, Bioy no quería que ese diario permaneciera oculto, lo iba a publicar en vida. Uno tiene una imagen de un caballero, atento, cuidadoso, y cuando lees lo que escribió es otro Bioy”.
“El libro le da vida, aparece en pie de igualdad hablando con Borges, empieza a crear lectores, por supuesto con el peso de su obra”, señala Díaz.
La heredera de su obra, de los derechos de autor, “es Josefina Demaría, la madre de Fabián Bioy Casares, hijo del escritor y a quien reconoció antes de morir. Su otra hija Marta, adoptada por él y Silvina, falleció en un accidente de auto cuando aún vivía su padre”.
El editor rememora anécdotas junto a Bioy: “Cuando regresé a la Argentina, después del exilio, empecé a verlo muy seguido porque le llevaba las liquidaciones de sus libros. Él me decía: ‘No nos veamos por el vil metal, tomemos una copa, un café’. Él comía en La Biela cuando estaba el restaurante. Aunque era un bon vivant, con un departamento en París, plata heredada de sus antepasados y vivía en el edificio de las Ocampo, era muy sobrio con la comida”.
“Me llamaba la atención que siempre pedía un bife de chorizo y una ensalada o papas fritas. ‘No soy muy exigente ni me gusta innovar mucho’, me decía en los años 80. Bioy practicaba una especie de esencialismo porteño”, remata.
[Telam]