Crazy Girls y el efecto 2000
Por Alonso Barán
Mira que no soy de musicales, pero debo decir que el pasado domingo me llevé una grata sorpresa.
Iba con una amiga por el madrileño barrio de Malasaña y pasamos frente al Espacio Labruc, situado en la calle de la Palma. Nos llamó la atención el cartel de la obra musical Crazy Girls y el efecto 2000 y como quedaban pocos minutos para que empezase y era barata (12 euros) decidimos entrar. Un acto de espontaneidad motivado porque andábamos como pollos sin cabeza, cansados tras el sábado de juerga que habíamos pasado, y con el que buscábamos algo divertido que nos sacase del aturdimiento que nos invadía.
¡Qué buena elección!
Recalco que no me gustan los musicales, pero he de reconocer que con Crazy Girls y el efecto 2000 me reí y disfruté como un chiquillo en un parque de atracciones.
La obra trata sobre tres mujeres que están presas en un psiquiátrico por haber terminado con la vida de sus respectivas parejas. En clave de cabaret, con dosis de comedia y tintes de drama, Crazy Girls y el efecto 2000 narra sus engaños, crímenes, pasiones y propósitos de enmienda de una forma amena y divertida.
Las melodías de las canciones son conocidas por todos, lo que hace fácil sumergirte en el ritmo musical y disfrutar de las letras y las coreografías que te trasladan al universo de las tres protagonistas, Bibiana, Renata y Mariana, interpretadas brillantemente por Beatriz Pardo, Paloma Esperón y Rocío Villegas.
Los recitativos son cortos y en tono de comedia, algo que se agradece tras una actuación musical que te deja en un punto muy alto. La correcta administración, por parte del autor y director Fernando Becerra, de los tiempos de música y narración, hacen que los noventa minutos que dura la obra se pasen volando entre risas y animados bailes.
Debo mencionar, que la obra se desarrolla en una sala pequeña y cuenta con cuatro actores, las mencionadas actrices más Fran Utrilla. Esto no es un hándicap, sino todo lo contrario, pues uno está frente a frente a los artistas y siente la pasión y el talento que emanan. No es nada fácil cantar, bailar y actuar durante noventa minutos y conseguir mantener la atención de los espectadores sin tener que recurrir a juegos de artificios ni a elaboradas escenografías y apabullantes decorados.
Tres actrices, su voz y su gran capacidad artística son lo único que necesita esta obra para que el público salga encantado tras noventa minutos de espectáculo.
Querido lector, si quiere pasarlo bien y le gustaría sentir el enorme talento de geniales actrices frente a usted, debe ir al Espacio Labruc y ver Crazy Girls y el efecto 2000.
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