Beatriz entrevista en un puente
José de María Romero Barea
La memoria nos define, colectiva e individualmente: “Hablar es siempre hacer presente una historia y ello no es privativo de nosotros (…) ejercer el lenguaje es volver a repetir constantemente las marcas que significaron la implantación de ese idioma entre nosotros” (p. 16). Cualquier período histórico es un periodo de entreguerras: “Cada generación de escritores ha representado así una muerte y un renacimiento, enterradores de las víctimas al mismo tiempo que sacrificados ellos mismos al vislumbre de un sueño que no está” (p. 22). Y sin embargo, el tema central del ensayo Los poemas muertos (Libros de la resistencia, 2014) de Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) no es la memoria, sino el olvido. No es la palabra, sino el silencio. No es la muerte, sino la vida.
“La poesía es el arte más frágil porque es lo primero que muere con las palabras que mueren, pero (…) también es el más poderoso porque es el único que puede levantar desde su muerte la imagen interminablemente borrosa de otra playa” (p. 50). La fe de Zurita no es una fe celebrada y aceptada (como la de Dante en La Divina Comedia) sino la proyección de un nuevo sistema de creencias; la rehabilitación, más bien, de un sistema de creencias conocidas largo tiempo desacreditadas: “Todos cruzamos el Infierno cuando el otro se muere. Todos imaginamos un Purgatorio donde seremos exculpados del pecado inexcusable de la soledad, todos volvemos al Paraíso cuando imaginamos que esa cara muerta ha vuelto para hablar con nosotros” (p. 53). A diferencia de Dante, Zurita no presupone la aceptación de sus creencias por parte del lector. Su prosa es respuesta antes que pregunta, es acción antes que reflexión. La tradición cristiana está en el centro de su ensayo, pero Zurita no se ocupa de solo de ella.
La tradición es para el poeta chileno un lugar de lugares comunes: “Pero Helena ha muerto y las palabras agonizan; el cielo de 2800 años agoniza. La literatura agoniza. Es un largo periplo que se inició con las primeras escrituras el que llega a su término y, salvo un acontecimiento del todo nuevo, nada existe en nuestra época que pueda detener ese derrumbe.” (p. 68). Su ensayo pretende devolver esos lugares a la vida. El método adoptado es violento y radical, pero necesario. Se pretende la renovación y la revitalización de símbolos que el uso ha cubierto de costra, que el paso del tiempo ha distorsionado.
De La Epopeya de Gilgamesh a la Ilíada, del Mahabharata a los poemas de Vallejo, Ungaretti o Kavafis, los paralelismos que traza Zurita son superficiales. Son, en realidad, contrastes irónicos que se constituyen en paralelismos y que contribuyen a dar el efecto de experiencia. Y sin embargo, a Zurita no le interesa la erudición. Él prefiere ser poeta. No quiere ser un estratega que trata de ganarse al lector. Se hace lector; tiene la misma edad que sus lectores, se enfrenta a la tradición sin falsedad, la rehabilita: “el solo hecho de decir es estar diciendo que no somos uno sino un cosmos. Que en ese diálogo total de todas las cosas con todas las cosas (…) estaba contenida también la posibilidad de levantar una vida nueva (…) un paraíso perdido (…) una disposición, una acogida de lo otro y del mundo (…) el origen de todo mito (…) el origen de la poesía.” (p. 82).
Raúl Zurita es uno de los poetas más célebres y polémicos de Latinoamérica. Después del golpe militar de Augusto Pinochet que derrocó al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende en 1973, la poesía de Zurita se alzó en registro de la violencia y de las atrocidades cometidas contra el pueblo chileno, así como de la corrupción de la lengua española. Durante la dictadura que tuvo lugar entre 1973 y 1990, Zurita publicó una trilogía de libros (Purgatorio, Anteparaíso, y La vida nueva), escribió poemas en el cielo sobre la ciudad de Nueva York, y sobre las arenas del desierto chileno, y ayudó a formar “Colectivo de Acciones de Arte”. Zurita ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile, una beca de la Fundación Guggenheim, y ha ocupado lecturas de poesía en numerosas universidades americanas como Harvard, Yale, Stanford y Berkeley.
En Los poemas muertos, Zurita es una especie de vidente que anticipa un regreso al futuro, un collage de papel, una tecnología multimedia a base de fragmentos entrecortados, líneas de pensamiento interrumpidas, balbuceos de la torre de Babel: “He soñado entonces con unos bultos que poco a poco van recogiendo las olas de un Egeo nuevo e inimaginable, mientras en la playa una infinidad vuelven otra vez los ojos hacia lo alto y ven cientos de aviones escribiendo en el cielo los mismos versos que narraron a un Héctor que moría, a una Helena insultándose a sí misma, a una Beatriz entrevista en un puente” (p. 88).
José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es autor de Poesía (qué si no). Su primera sección, el corazón el hueco, consta de la trilogía Resurrecciones (Asociación Cultura y Progreso, 2011), (mil novecientos setenta y) Dos (Ediciones en Huida, 2011) y Talismán/Talisman (Editorial Anantes, 2012. Edición bilingüe. Traducción de Curtis Bauer), del que la plaquette ridículo ciego feliz en mi sitio/ridiculous blind happy in my place (Q Ave Press, 2012. Edición bilingüe y traducción de Curtis Bauer) es un adelanto.
Romero Barea ha sido incluido en la Antología de Poesía Contemporánea (Fernando Sabido Sánchez editor, 2011) y en la antología 1 poema 20 días (Ediciones en Huida, colección La Flor Escogida, 2012). La revista literaria En sentido figurado ha publicado recientemente una muestra de su poemario inédito un mínimo de racionalidad un máximo de esperanza.
José de María Romero Barea ha traducido, junto a Diāna Vigule, el poemario de Curtis Bauer Spanish Sketchbook/España en dibujos (Ediciones en Huida, 2012. Edición bilingüe) y Disarmed/Inermes de Jeffrey Thomson (Q Ave Press, 2012. Edición bilingüe).
Romero Barea es autor, además, de una serie de novelas reunidas bajo el título común de Interrupciones. Hilados Coreografiados (Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, 2012) abre la serie. Le siguen Haia y una tercera novela, en proceso de escritura.
En 2010, fue finalista del Premio Revista Eñe de Literatura Móvil. Ediciones Irreverentes publicó en 2012 su relato “To David, para David” en el blog de RTVE- RNE Sexto Continente.
José de María Romero Barea ha sido coordinador de las I Jornadas de narrativa Sevilla 2014, que organiza la Asociación Colegial de Escritores de España (A.C.E.) a la cual pertenece. Es miembro de la Asociación Cooltura, Acción y Poesía y la Asociación Nueva Grecia. Pertenece al Circuito Literario Andaluz. Colabora con sus reseñas,entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional: los diarios Mundiario, Luz de Levante, El Librepensador y El Cotidiano; las revistas de divulgación IES, Universo La Maga, Culturamas y Tendencias 21; las revistas de literatura Quaderni Iberoamericani, Vísperas, El muro de los libros, Babab.com,Entretanto magazine, Otro lunes y Nueva Grecia, de cuyo consejo de redacción forma parte.
Twitter @JdMRomeroBarea