“NO HAY MUJER FRIGIDA SINO HOMBRE INEXPERTO” El mito de la responsabilidad masculina
George Segal
Por Eva Nogales
El término “Frígida” proviene del latín “frigidus”(frío, lánguido, inactivo, impasible, sin fuerza ni eficacia). Actualmente esta palabra está desterrada de la terminología sexológica por tener connotaciones peyorativas y por ser excesivamente imprecisa. Mujeres con problemas de excitación, pero también con falta de deseo o con dificultad para alcanzar el orgasmos eran tradicionalmente etiquetadas como frígidas. Un término demasiado ambiguo para ser utilizado en la práctica clínica pero muy activo aún en el vocabulario diario. Coloquialmente esté calificativo suele usarse de manera despectiva para hacer referencia a esa mujer que no disfruta del sexo, que no tiene ganas, que dice no sentir nada, o que incluso siente verdadera aversión.
Cada época lleva consigo un modelo de sexualidad implícito con unos valores, normas o ideas básicas sobre como se supone que nos debemos comportar o de lo que es moralmente aceptable. Estos modelos se arraigan tan profundamente en nuestra vida cotidiana que ni nos lo planteamos, aceptamos sus mensajes como verdades absolutas. El problema es que detrás de ellos existen una serie de ideas erróneas que dificultan el sano desarrollo de nuestra sexualidad y generan dificultades tanto en hombres como en mujeres.
La famosa frase “No hay mujer frígida sino hombre inexperto”, atribuida al polifacético doctor Gregorio Marañón, representa varias de las creencias actuales con respecto a la sexualidad femenina y masculina. Por un lado se afirma la pasividad y latencia de la sexualidad femenina y por otro lado se alimenta el mito de la responsabilidad masculina, una de los grandes ideas erróneas de nuestra época. El hombre es el que sabe de sexo, es el que debe guiar el encuentro, el que lleva el papel activo y el que debe saber que hacer, cómo y cuándo hacerlo. El buen amante nació con un manual infalible bajo el brazo y no con un pan como todos los demás. Además tiene el carnet de amante experto que le dieron nadie sabe dónde ni cuándo, pero que le cualifica para despertar a las mujeres de su letargo sexual. *(1)
La mujer, por su parte, interpreta el papel de Bella Durmiente, su sexualidad debe ser despertada por ese apuesto príncipe experto en técnicas amatorias que llega, la besa, curiosamente justo donde a ella le gusta, y la despierta de su frígido sueño.
Pero no, ni nosotras somos princesas amuermadas ni ellos príncipes salvadores, con lo cual algo está fallando. Todas estas creencias tienen sus repercusiones negativas, en el caso del hombre las consecuencias pueden ser terriblemente estresantes . Él debe “cumplir” y tiene que “dar la talla” para no ser tachado de amante mediocre. Esto significa tener una erección, no eyacular ni muy pronto ni muy tarde, durar mucho tiempo y por supuesto saber exactamente qué es lo que le gusta a cada mujer desde la primera cita, ser virtuoso, hábil, creativo y a ser posible poseer una técnica pulida y un desempeño extasiante, además, claro está, de tener un miembro preferiblemente por encima de la media. Evidentemente todas estas expectativas son una gran fuente de estrés y malestar. El hombre se “enfrenta” a cada encuentro sexual como si de una prueba se tratase, en lugar de disfrutar y abandonarse a las sensaciones y al placer. Enfrentarse significa evaluarse, autovigilarse, actuar como un espectador externo de su propio desempeño sexual. Si para colmo resulta que “la cosa no sale bien del todo” las consecuencias pueden ser devastadoras para su autoestima y para su identidad masculina ya que uno de los pilares de la identidad como hombre es su “nivel de desempeño sexual” basado en su capacidad de satisfacer a una mujer. Toda esta angustia puede terminar desencadenando además diversas dificultades sexuales o disfunciones.
Nosotros, desde una perspectiva positiva sobre la sexualidad, proponemos un cuestionamiento de este mito. Contestemos pues a unas cuantas preguntas muy fáciles:
¿Es mejor si es el hombre quien lleva las riendas? NO.
¿Es sano y recomendable que una mujer conozca su cuerpo y su sexualidad? SI.
¿El auto-conocimiento sexual mejora la calidad de las relaciones sexuales en pareja?SI. *(2)
¿Es mejor esperar a que el hombre descubra lo que me gusta sin decirle nada? NO.
¿Si una mujer no se excita es por culpa de su pareja? NO.
¿Guiar a la pareja durante el encuentro sexual rompe la magia del momento? NO.
¿Decirle a alguien, “esto me gusta y esto no me gusta” es algo feo? NO.
¿Preguntarle a tu pareja si estás haciéndolo bien es algo raro? NO.
¿Nuestros orgasmos son nuestra responsabilidad? SI.
¿El hombre debe estar más pendiente del placer de la mujer que del suyo propio? NO.
¿Si una mujer me dice “así no me gusta, prueba de esta otra manera” significa que soy un mal amante? NO.
¿Un hombre que haya tenido más parejas sexuales es más experto en la materia? NO.
Somos responsables de nuestro propio placer, tanto el hombre como la mujer tiene el derecho y el deber de cuidar de sí mismos y asegurarse una sexualidad sana. Responsabilizarnos significa no culpar al otro mientras permanecemos pasivas, si una mujer no se excita cuando su pareja le practica sexo oral tiene el derecho y el deber de comunicárselo y buscar una posible solución, en lugar de lamentarse en silencio o fingir. De esta forma se responsabiliza tomando un papel activo en lugar de esperar pasivamente a que el hombre adivine que es lo que pasa. Si una mujer se encuentra sexualmente infeliz es su responsabilidad tomar cartas en el asunto y trabajar para mejorar su vida sexual.
Por otro lado, el hombre debe aprender a abandonarse y dejar a un lado ese papel de espectador y responsable para ocupar un lugar más relajado donde su propio placer es más importante que el “quedar bien”. Debemos aprender a ser egoístas de manera sana y cuidar del otro sin olvidarnos de nosotros mismos.
El verdadero “amante experto”, no lo sabe todo, puede no saber nada, pero se interesa en saber qué es lo que a ti te gusta, se preocupa en conocer como funciona tu cuerpo, cuales son tus puntos débiles, te quiere hacer disfrutar y quiere disfrutar contigo, está atento a tus señales, pregunta como hacerlo, mantiene el contacto y propicia el dialogo tanto verbal como corporal.
* (1) Me gustaría aclarar que por razones teórico-practicas en este artículo me centro en relaciones heterosexuales ya que es aquí donde se manifiestan de forma más marcada este tipo de roles.
* (2) Con el término “pareja” me refiero a pareja sexual y no exclusivamente a parejas estables
Eva Nogales
Psicóloga especialista en Sexología y Género
www.sexualidadcreativa.com
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