Eparquio Delgado, autor de ‘Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!’
“Donde ayer un cura te decía que rezaras, hoy un autor de autoayuda te anima a meditar”
El escritor brasileño Paulo Coelho afirmó que “cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla”. No hace falta pensar mucho para entender que la afirmación es meridianamente falsa; sin embargo, circula en cientos de memes de internet. Frases como esta “ofrecen explicaciones fáciles que aumentan nuestra sensación de control sobre la realidad, aunque no digan absolutamente nada”, explica Eparquio Delgado (Tenerife, 1979). El psicólogo y divulgador canario acaba de presentar en Madrid su primer libro, en el que disecciona los mecanismos de la literatura de autoayuda para vender esperanza en un mundo obsesionado por el éxito y la felicidad.
Eparquio Delgado, autor de ‘Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!’, en una foto cedida por él mismo
Muchas personas no confían en los psicólogos. Creen que, si tienes problemas, lo mejor es hablar con un amigo. ¿De dónde viene este rechazo a los profesionales de la psicología?
La desconfianza hacia la psicología clínica es lógica hasta cierto punto. Hasta no hace mucho tiempo, hacer terapia consistía en ir cada semana a tumbarte en un diván a escuchar que tu problema está causado por un complejo de Edipo no resuelto. Cuando estamos pasándolo mal por un problema limitado en el tiempo, el apoyo de un amigo puede ser suficiente. La mayoría nos sentimos bien cuando compartimos con alguien nuestros problemas. Pero cuando el sufrimiento se alarga y afecta de forma significativa a una o varias áreas de nuestra vida, conviene acudir a un profesional. A pesar de que la psicología es una disciplina muy reciente, hoy en día contamos con tratamientos eficaces para muchos trastornos psicopatológicos.
“Los principales enemigos de la psicología son algunos psicológos”
¿Cuál ha sido el peor enemigo para esta disciplina: el psicoanálisis, la autoayuda, la psicología barata de consejos obvios, las terapias anticientíficas…?
Yo estoy convencido de que los principales enemigos de la psicología son algunos psicológos. Me duele decir esto, pero es la verdad. Es sorprendentemente fácil encontrar a profesionales utilizando terapias pseudocientíficas en sus consultas o publicando libros de autoayuda donde solo dicen perogrulladas. Tampoco ayuda encontrar a colegas reconvertidos en coaches animando a la gente al optimismo y vendiendo recetas para la felicidad como si fueran telepredicadores. Y luego están los que, por falta de formación o experiencia, no desarrollan correctamente los tratamientos y hacen que la gente deje su consulta pensando que la psicología no sirve para nada. Si hoy en día la psicología se ha ganado el estatus de ciencia de la salud es precisamente porque ha hecho un esfuerzo enorme para investigar científicamente el comportamiento humano y ha desarrollado intervenciones eficaces, pero eso no significa que todos los psicólogos sean buenos profesionales, como pasa en cualquier profesión.
¿Por qué triunfan tanto las frasecitas de Paulo Coelho y similares?
Las personas buscamos explicaciones a las cosas que nos pasan, y ante la ausencia de ellas, tendemos a quedarnos con las más sencillas. Una de las características principales de las frases de Paulo Coelho y, en general, de los libros de autoayuda es que nos ofrecen explicaciones fáciles de entender que aumentan nuestra sensación de control sobre la realidad. Ante la falta de explicaciones, asumimos que aquellas más sencillas y que nos resultan coherentes con nuestras ideas y deseos previos son más ciertas, aunque no sean ciertas o no digan absolutamente nada. ¿Qué significa que “el mundo no se divide entre amigos y enemigos sino entre fuertes y débiles”, como dice Coelho en El manuscrito encontrado en Accra? Yo no lo sé, pero los libros de autoayuda están llenos de este tipo de banalidades.
“La felicidad se ha convertido en un imperativo moral: si no disfrutas permanentemente de la vida, eres un fracasado”
¿Cuándo nació la literatura de autoayuda?
El fenómeno de la autoayuda, tal y como los conocemos hoy en día, nace a mediados del siglo XX. El primer best seller del género fue Yo estoy bien, tú estás bien de Thomas Harris, del que se vendieron más de diez millones de ejemplares y que todavía se publica. Aunque hubo otros autores que le precedieron como Dale Carnegie, Napoleón Hill y Norman Vicent Peale, a partir de la publicación de este libro comenzaron a publicarse centenares de manuales dirigidos a ofrecer explicaciones del comportamiento humano y consejos para aumentar el bienestar y la felicidad.
¿Cuál es el autor de autoayuda que más daño ha hecho?
El negocio de la autoayuda se sostiene en hacer creer a la persona que cada libro va a enseñarle algo que le va a permitir mejorar su vida de alguna manera, ya sea reduciendo el sufrimiento o aumentando el bienestar. Al igual que las terapias alternativas, lo que nos venden no son soluciones reales, sino esperanza. Más que de autores o corrientes, yo hablaría de ciertas ideas que pueden ser dañinas, como la reducción de los problemas a sus consecuencias emocionales y la creencia de que todo depende de tu actitud. Donde antes había un cura diciéndote que lo que tenías que hacer era rezar y confiar en dios, ahora encontramos a un autor de autoayuda animándote a pensar en positivo, a meditar y a elevar tu conciencia, como si no existieran los problemas reales y todo dependiera de tu forma de interpretarlos. Aprender a darnos cuenta de que muchas veces nuestros pensamientos son irracionales puede ser útil para afrontar algunas situaciones, pero no siempre es tan sencillo.
“La idea de poder vivir sin emociones
desagradables lleva a algunas personas a centrar
su vida en la evitación de cualquier malestar”
La autoayuda se apoya en que necesitamos adaptarnos a un mundo que nos exige triunfar y demostrar felicidad. ¿Vivimos en una sociedad especialmente intolerante a la frustración o esto ha pasado siempre?
Creo que vivimos en medio de una gran paradoja. El espectacular desarrollo de la ciencia y la técnica a lo largo del siglo XX nos ha llevado a conseguir cosas que parecían imposibles. En pocas décadas hemos acabado con enfermedades que afectaban a millones de personas, como el caso de la polio, y esto nos ha llevado a creer que debe existir solución para todo. La ironía es que, cuando no encontramos esas soluciones en la ciencia, nos vamos a buscarlas a la pseudociencia y la magia. No solo creemos que podemos vivir sin dolor y sufrimiento, sino que la felicidad se convierte en un imperativo moral: si no eres feliz y disfrutas permanentemente de la vida, eres un fracasado. Sin esta consideración de la persona como un ser independiente y autodeterminado del que depende su salud, el éxito económico y la felicidad no se puede entender el éxito de los libros de autoayuda.
En paralelo al auge de la autoayuda, se ha multiplicado el uso indiscriminado de ansiolíticos y antidepresivos para afrontar situaciones de conflicto…
La creencia de que podemos eliminar completamente el dolor está favoreciendo el fenómeno de la medicalización, que convierte sucesos hasta ahora considerados cotidianos en problemas de salud. Cada vez más personas acuden a buscar ayuda profesional para eliminar el dolor del duelo al perder a un familiar cercano o la ansiedad asociada a la incertidumbre, como cuando esperamos el resultado de una importante prueba diagnóstica. Ese tipo de eventos eran considerados hasta hace poco como procesos normales, pero cualquiera que pase hoy por una situación así puede conseguir ansiolíticos acudiendo a su médico de atención primaria. Los psicofármacos pueden cumplir su función en un momento determinado, pero la consideración de cualquier sufrimiento como un trastorno o enfermedad no se puede explicar sin tener en cuenta los intereses de quienes los fabrican. Lo peor es comprobar que otros profesionales de la salud, como psicólogos o enfermeros, entran en ese juego. Más allá de los efectos indeseados del abuso de los psicofármacos y del negocio que suponen, la idea de poder vivir sin sentir emociones desagradables lleva a algunas personas a centrar su vida en la evitación de cualquier tipo de malestar, sin darse cuenta de que muchas veces eso implica dejar de vivir como uno le gustaría.
¿Qué le diría a una persona que va a la librería y debe escoger entre un libro de autoayuda y el suyo?
Ha sido divertido descubrir que muchas librerías están colocando Los libros de autoayuda, ¡vaya timo! en las secciones de autoayuda. Pensándolo bien, es ahí donde debe estar. Si estuviera en las estanterías de psicología o divulgación científica, es probable que las personas que acuden a buscar libros de autoayuda no llegaran a conocerlo. Si esto permite que algunas personas lo lean y tengan una visión más crítica sobre este género, me sentiré más que satisfecho.
Pampa García Molina/SINC