¡No me digas lo que tengo que hacer! (a menos que estemos en la cama)
Imagen: Roberto Baldazzini
Por Eva Nogales
¿Qué significado tiene el hecho de que a una mujer le guste ser sexualmente sumisa? ¿quiere eso decir que está contribuyendo a perpetuar los estereotipos de género? ¿quiere esto decir que, por muy feminista que se sienta, está actuando de manera hipócrita y reforzando la idea de que el hombre debe ser el dominante y la mujer la sumisa en la vida cotidiana?
(Cuando digo que a una mujer le gusta ser sexualmente sumisa me refiero a ELEGIR ser sumisa, a disfrutar más con situaciones en las que es el hombre el que lleva el control, a disfrutar de una cesión de poder consensuada y deseada. Esto es diferente al concepto de sumisión “real” en la que la mujer actúa de manera pasiva solo para satisfacer al hombre, estando disponible y dispuesta a abrirse de piernas en el momento en el que a él se le antoje sin ella desearlo, y realizando actividades sexuales que no le agradan solo para complacerle)
El feminismo en todas sus vertientes es por definición totalmente contrario a la sumisión femenina, se opone a la jerarquización de roles y poderes y es por eso que muchas mujeres, feministas consciente o inconscientemente, activistas y luchadoras por la igualdad, pueden sentir una gran confusión cuando descubren que en realidad le gusta que en la cama el hombre le tire del pelo, la inmovilice, le ordene y le diga de todo menos bonita.
Muchas mujeres y muchas feministas están en contra de este tipo de practicas sexuales por considerarlas abusivas, hay quien considera que hacer una felación, o que la postura del “perrito” son formas de subordinar a la mujer, pero ¿qué pasa si a la mujer le gusta? ¿qué pasa si ella elige libremente que quiere realizar cierto tipo de prácticas sexuales? ¿qué pasa si le gusta interpretar el papel de sumisa en una relación BDSM? Criticar esta decisión, y pensar que no es más que una forma mas de desvalorización y sometimiento, es victimizar a una mujer que ha elegido libremente su manera de vivir la sexualidad, es decir, que tiene poder de elección, de decisión, que es libre y autónoma, y que elige desde el poder, y no desde la falta de poder, las actividades sexuales que más le divierten. Con lo cual no se está produciendo una situación de sumisión real en la vida de esa persona, y el hombre es dominante e incluso agresivo porque la mujer quiere que así lo sea, por que ambos lo han decidido y consensuado.
Hay que analizar cada situación y cada relación de manera crítica e intentar huir de los esencialismos, las generalizaciones y las simplificaciones. Una mujer independiente, responsable de sus actos, que toma decisiones por ella misma, activa, empoderada e insumisa, puede elegir libremente practicas sexuales donde es dominada y esto no le convierte en una mujer más débil.
Eva Nogales
Psicóloga. Especialista en Sexología y Género
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