Elena Bargues: «Me gustan las sorpresas, y en mayor medida si derriban algún tópico»
Posted on 26 abril, 2014 By CC Entrevistas, portada
Por Alonso Barán
Hoy entrevisto a Elena Bargues, escritora natural de Valencia aunque con raíces cantábricas. Vamos, con esta sangre que corre por sus venas es normal que narrara historias relacionadas con el mar. Escribe historias, nunca mejor dicho, porque es licenciada en Historia Moderna y Contemporánea y el género literario al que dedica sus esfuerzos y talento es la novela histórica romántica.
He tenido la oportunidad de leer su novela El asalto de Cartagena de Indias y he de decir que su pluma ágil y su trama me cautivaron, motivos que me causaron la curiosidad necesaria para decidirme a entrevistar a la autora de esta historia de amor que transcurre en el siglo XVII, en el contexto de la guerra de Francia contra la Liga de Augsburgo y del asalto a Cartagena de Indias por parte de la flota francesa.
Hola, Elena. Gracias por atenderme.
Hola, Alonso. Gracias a ti.
Lo primero que quiero preguntarte es ¿cuándo y por qué decidiste ser escritora?
Me apasionan las novelas que son capaces de atrapar al lector. Soy de esas personas que, a media lectura, se imagina un final y, cuando el autor sorprende con un final diferente, disfruta el doble. El final abierto de El tiempo entre costuras me pareció un acierto cuando era un relato tan abocado a una conclusión.
¿Por qué te decantaste por los géneros de novela histórica y romántica?
Soy licenciada en Historia por lo que me desenvuelvo bien en este género. Hablan del “efecto Grey”; yo creo que la novela romántica siempre ha estado ahí, la diferencia es que ahora hay una preocupación por conseguir una forma cuidada y un argumento trabajado. De hecho, las autoras españolas se están imponiendo a las extranjeras, despuntamos mucho más en las librerías, cuando antes era raro encontrar un nombre español. Si echamos una mirada a la literatura, por cada novela en la que no se hable de la relación entre un hombre y una mujer, puedo ofrecer diez en las que constituye el tema central. ¿En qué se queda la vida sin amor?
¿Qué es lo que te parece más difícil a la hora de escribir?
La disciplina, el constante aprendizaje de palabras, reglas. La búsqueda del perfeccionamiento, la preocupación por la calidad y la lógica en el relato. No por ser historia se puede echar la mente a volar y pensar que nadie se enterará si hay un anacronismo. Sé que hay gente muy dejada, pero no es mi forma de ser, y menos si quiero dedicarme a esto.
¿Qué es lo que más te gusta de la profesión de escritora?
Crear la historia. Una vez que te has decantado por el pasaje histórico, comienza la búsqueda y recopilación de datos, y en función de lo que vas encontrando perfilas los personajes y el contenido de la aventura. Es la parte más creativa y la que te absorbe por completo.
¿Y lo que menos?
La corrección. Mientras escribes estás pendiente de los personajes, los datos, como distribuyes la información en los capítulos… Una vez que tienes el borrador, comienza el calvario de corregir, desbrozar y pulir. Esto puede suponer tres o cuatro lecturas de trescientas a cuatrocientas páginas. Lo pasas al círculo de amigos que te corrigen. Nueva lectura con las nuevas correcciones de un texto que ya conoces. Luego llega la editorial. Al final ya no lees, sino que das por supuesto lo que pone, y cuando encuentras impreso el error, te sientes impotente.
En el contexto de crisis y piratería de contenidos culturales en el que nos encontramos, ¿cómo ves el futuro de la literatura?
El de la literatura muy bien. Ha superado con sobresaliente revoluciones, guerras y periodos de censura; siempre se ha adaptado a las circunstancias y ha salido airosa. Otro asunto son las editoriales y los escritores. Las crisis son cíclicas, tras momentos de prosperidad económica, le siguen las vacas flacas. El problema no es el dinero; sino el lector. Las edades más lectoras son entre los 17 y los 30 años y luego a partir de los 50; y de entre estos, la mayor parte son mujeres. Yo diría que, bajo ese punto de vista, la crisis es permanente: faltan lectores, y no veo la forma de conseguirlos con la competencia de internet y las redes sociales que ocupan la mayor parte de ocio. En cuanto a la piratería, la considero un mal que va con los tiempos. La evolución tecnológica es mucho más rápida que la respuesta legal. Es algo nuevo y por lo tanto puntual. Más peligroso que la piratería es la vulnerabilidad del ciudadano en la navegación por internet y todavía no se ha encontrado la solución. Como históricamente sucedió en las anteriores revoluciones industriales, desde que en el 92 se extendió el uso de internet a la ciudadanía, nos hemos convertido en los conejillos de Indias de la revolución en las comunicaciones.
¿De dónde surgió la idea para escribir El asalto de Cartagena de Indias ?
De la sorpresa. Hace mucho que conocía esta historia. Fue de ésas que se te quedan grabadas porque rompen la idea que te habías formado sobre los acontecimientos históricos. Me gustan las sorpresas, y en mayor medida si derriban algún tópico. A lo largo de los artículos que he escrito sobre la piratería en el Caribe para esta revista, creo que he abatido unos cuantos tópicos difundidos por los ingleses y las películas norteamericanas.
¿Por qué decidiste contar esta historia?
Son dos las razones. La primera, porque me encantan las novelas de aventuras y ésta me ofrecía todos los elementos propios del género: corrupción, piratas, un asalto, cañonazos, espadas, traición, botín… y la ocasión de un buen romance en un momento complicado. La otra, demostrar a las lectoras de novela romántica que nuestra propia historia tiene elementos tan románticos como la inglesa. No hace falta seguir alimentando el ego inglés con los temas de Highlanders o de Regencia. Como siempre, somos malos vendedores de nuestra cultura, de nuestra historia. No obstante, Europa del norte sueña con nuestro sol, nuestra comida y nuestra cultura. Contamos con piratas, aventureros, leyendas medievales y moriscas, incluso celtas astures, gaélicos o cántabros tan sugerentes como los vikingos y los escoceses, y suficiente magia e imaginación para crear nuestros héroes, nuestras sagas. Están comenzando a despertar de la mano de escritoras más concienciadas. Me encantaría formar parte de ese movimiento de romántica histórica.
¿Qué es lo que más te gusta de tu novela?
Lo fácil que resulta leerla. Los hechos históricos se entrelazan con los inventados de forma que resulta difícil discernir dónde comienza la realidad y dónde termina la inventiva. Es una novela de corte clásico, a lo Sabatini, Salgari o Dumas. Muy buena para evadirse, para entretenerse sin más complicaciones.
Tu novela El Asalto de Cartagena de Indias está excelentemente ambientada. ¿De dónde sacas tanta información para documentarte?
«Desde manuales de historia moderna para documentarme sobre la política general de Europa hasta tesis doctorales para detalles más concretos como teorías sobre el asalto o el día a día de la lucha.
Para describir la ciudad de Cartagena, guías de turismo y el propio Google Earth; sobre el tipo y características de las naves recomiendo dos obras fundamentales de Carlos Canales y Miguel del Rey Las reglas del viento y Naves Mancas.
Además se puede contar con dos fuentes muy fiables en Internet: La revista de Historia Naval editada por el Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada española, cuyos colaboradores son historiadores acreditados en la materia; y en un tono más divulgativo la web: www.todoababor.es».
Recomienda algún libro a los lectores de Entretanto Magazine.
En la línea de lo que he comentado antes, Acordes de seda de Ana Iturgaiz, situado en el Madrid de los Austrias; Entre lo dulce y amargo de Pilar Cabero, que transcurre en San Sebastián a finales del siglo XIX; Vindicatio de Arlette Geneve, ubicada en la Hispania romana; Amaneceres cautivos de Nieves Hidalgo, durante la revuelta de los Comuneros; o la mía El asalto de Cartagena de Indias, una aventura romántica en el Caribe del siglo XVII. Creo que he recomendado para todas las épocas.