Grandes empresarios, grandes mentiras
Por Javier Vayá
Aprovechándose de esta crisis que nos han montado y que ahora se empeñan en hacernos creer que ha terminado, los mayores beneficiados de esta eliminación de derechos y libertades por la que tanta gente ha luchado y derramado su sangre; los ricos, los grandes empresarios sueltan sus recetas para combatir la situación con la desfachatez y ruindad del que sabe que maneja la baraja. Resulta repugnante escuchar con que tranquilidad proponen auténticas monstruosidades siempre en contra del trabajador, siempre con afán de explotar y aplastar un poco más si cabe al obrero.
Pero casi más repugnante resulta ver lo mucho que se tiene en cuenta y se valoran las opiniones de estos señores ya no solo desde sus compinches políticos o banqueros, miembros de la misma calaña, sino también desde los medios de comunicación que los encumbran y, todavía mucho más grave, desde el ciudadano de a pie, el mismo obrero de clase baja que sufrirá tal explotación o mezquindad argumentando que el empresario es el que le da de comer y paga sus facturas. Una especie de Síndrome de Estocolmo por desgracia demasiado extendido y perfectamente dirigido desde el poder. Porque entre las muchas mentiras producidas por el capitalismo y que han conseguido calar en la sociedad reside la del gran empresario, el rico, como suerte de ángel benéfico que con su altruismo genera empleo, palía el hambre y la escasez y al que hay que rendir pleitesía.
Nada más lejos de la realidad, el rico y gran empresario no crea empleo sino que este se genera mediante una retroalimentación de demanda y oferta, de hecho en lugar del empresario es el consumidor o cliente quien crea el empleo. Sin la demanda del consumidor, sin que este necesite o esté dispuesto a pagar por un bien, servicio o producto no existiría la empresa, la fábrica, el almacén o la distribuidora que lo comercializara.
El objetivo de las grandes empresas no es crear empleo sino obtener beneficios, una empresa tan solo contrata en caso de última opción ante una carga insostenible de trabajo. Empresas con grandes beneficios como Coca Cola aprovechan el paisaje de la crisis para realizar ERES y despedir a miles de personas. En este sentido tampoco es cierto que cuanto mejor le vaya a las grandes empresas y fortunas más empleo existe. Viendo cómo se han enriquecido estas en plena crisis deberíamos estar en una cifra de paro cercana al cero.
Tiende a olvidarse que un empresario paga a su trabajador por su trabajo y esfuerzo, de modo que no regala nada, de hecho la mayoría de las veces ese sudor y tiempo empleado en la empresa por parte del trabajador no resulta pagado como se debe, mucho menos en proporción al beneficio generado. La escena idílica a alcanzar por el gran empresario es la del trabajador a coste cero y además agradecido y en deuda. Porque además de todo lo dicho esta gente que se las da de superiores y salvapatrias son tan egoístas como torpes y no saben mirar más allá del engrose de sus bolsillos lo más rápido posible y sin importarles horizonte o futuro alguno del país o de sus propias empresas. Esto lo demuestran propuestas como rebajar salarios y despidos o eliminar salarios mínimos. Volvemos a lo de antes; sin capacidad para gastar por parte del consumidor no se crea demanda, sin ella no tiene cabida la empresa y con todo esto regresamos al paro, la recesión y la crisis en lugar de salir de ella. Eso sí con unos cuantos ricos y grandes empresarios llenando todavía más sus rebosantes arcas, dejando en la calle a miles de trabajadores que lo han dado todo por esa empresa que ahora a ellos les importa un pepino y dejando al país en la miseria. Si esto es tan sencillo que lo entiendo hasta yo, ¿acaso alguien cree que todos estos políticos, banqueros, millonarios, grandes empresarios y demás no lo saben? Y el resto de la sociedad, ¿lo sabe o no le importa?
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