“Ocho apellidos vascos”, la forma en que los españoles se ríen de sí, arrasa en taquilla aunque no sale de España
Fotograma de la película
Por Mónica Maristain
La comedia romántica Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez Lázaro, cosechó el pasado fin de semana 2,83 millones de euros (3,93 millones de dólares), convirtiéndose no sólo en el mejor estreno de una película española en lo que va de año, sino también desde la taquillera Lo imposible (2012).
Se trata de una historia que narra en clave de humor el viaje de un sevillano (Dani Rovira) al País Vasco con el objetivo de conquistar a la chica (Clara Lago) de la que se ha enamorado y al mismo tiempo de una hilarante exploración por los diferentes clichés regionales que ha hecho las delicias de los espectadores españoles.
Quizás por ello, por transitar un tema demasiado local, es que el filme todavía no ha emprendido un periplo por los festivales extranjeros, aunque este sábado fue mencionada en la entrega de los Premios Platino a lo mejor del cine iberoamericano, como ejemplo de lo bien que le va a las películas cuando la televisión sale en su ayuda.
“¿Cómo te puedes enamorar de una vasca?”, “Aparte, la chavala no tiene la culpa de ser vasca”, “¿Puedes hablar sin acento andaluz?”, son algunas de las perlas que pueblan los diálogos hilarantes de los personajes.
La película tiene el slogan “Tendrás que llegar muy lejos para alcanzar lo que buscas” y cuenta la guerra épica que se establece a menudo entre los españoles del sur y los del norte en tiempos en que una España en crisis amenaza con fracturarse, vía el independentismo catalán y otras “menudencias”.
EL DIRECTOR DE EL OTRO LADO DE LA CAMA
Emilio Martínez Lázaro (Madrid, 1945) es el director de la recordada comedia amorosa El otro lado de la cama (con una jovencísima Paz Vega), que pasará a la historia entre otras cosas por su banda de sonido, en la que sobresalía la hermosa canción de Kiko Veneno, “Echo de menos”, que forma parte del disco mítico Échate un cantecito.
“Nunca pensé que fuera a herir sensibilidades por cosas muy bestias que dijéramos”, dijo el cineasta a la agencia dpa, para explicar el guión a cargo de Borja Cobeaga y Diego San José, que recrea los tópicos de la cultura vasca.
En Ocho apellidos vascos, la joven actriz Clara Lago da vida a Amaia, una guapa vasca a la que sus amigas llevan de despedida de soltera a Sevilla -traje de lunares rosa incluido-, pese a que su prometido la ha dejado compuesta y sin boda.
El director prepara una secuela con el mismo elenco.
Cuando la noche está a punto de acabar en desastre, entra en escena Rafa (Rovira), un engominado andaluz con mucho arte contando chistes de vascos. Y tras el inevitable choque de trenes, surge la chispa.
Rafa piensa que le basta un par de días para conquistar a la muchacha, pero no tiene suerte y Amaia se le resiste como ninguna. Así, el joven emprende un viaje en autobús a “las Vascongadas”. Una vez en “territorio comanche”, tendrá que cambiar los “ay mi ar’ma” por “ahí va la hostia, pues” y hacerse pasar por un vasco de pro.
La caricatura del independentismo vasco y su lucha callejera fue quizá “el momento más delicado de la película”, recuerda Martínez-Lázaro. Y es que tras quemar por error un contenedor, Rafa está a punto de convertirse en “el líder andaluz de la kale borroka”, aunque con el megáfono en mano no se le ocurra otra cosa que ponerse a cantar en medio de una manifestación “Euskadi tiene un color especiaaaaal”.
Clara Lago y Dani Rovira protagonizan la comedia más taquillera en la España de los últimos tiempos.
“Esta película es un garbancito que se pone ahí para demostrar que lo que hace falta es que la gente tenga más sentido del humor, y aquí incluyo a los políticos”, dice el cineasta. “¿Te imaginas a (Mariano) Rajoy y a (Artur) Mas riéndose un poco de estas cosas?” Es imposible, se responde a sí mismo, porque todo lo que tiene que ver con los nacionalismos, ya sean español o catalán, “tiene que ser como sagrado”.
“Nacionalismo e Iglesia van unidos y son las dos grandes taras de la sociedad desde el siglo I hasta el XXI, no hay manera de quitárselos de encima”, lamenta el ganador del Oso de Oro en Berlín por Las palabras de Max.
“Hay que poder hablar sin complejos de los estereotipos, reírse de ellos y luego que cada uno tenga los sentimientos nacionalistas que quiera, pero en su casa. Y que las relaciones entre todos sean buenas”, concluyó Martínez Lázaro. El éxito de la película es tal que se acaba de anunciar una secuela que se comenzará a rodar en abril del próximo año.
Seguramente, será con el título Nueve apellidos catalanes, aunque bien podría ser Siete apellidos canarios, dijo el cineasta en una conferencia de prensa llevada a cabo esta semana en Madrid, donde entre otras cosas confirmó que el elenco será el mismo que el de Ocho apellidos vascos, pues “hemos formado un gran equipo de trabajo”.
Con información de agencias/SinEmbargo