«Babel Times» Entrevista al Director Fernando Giraldo
Por Larry Montenegro Baena
Hace algún tiempo publiqué una nota sobre mi descubrimiento de un pintoresco líder indígena originario del Cauca, una región ubicada en el suroccidente de Colombia, cuyo nombre es Manuel Quintín Lame. La forma de cómo me enteré de esta histórica figura es lo de menos, lo que si fue interesante es cómo gracias a dicha fuente, me encontré con un proyecto audiovisual titulado Babel Times, del director colombiano Fernando Giraldo Alarcón. Poco después, fue gratificante recibir un mensaje de Fernando Giraldo, agradeciéndome por la divulgación de su propuesta audiovisual.
Babel Times es una recopilación de tres cortos animados que sintetizan el despertar del pensamiento indígena, denominados por el autor como “artesanía audiovisual digital”.
En el primero, titulado “Tres textos de Quintín Lame.”, explica a través de recortes animados, diálogos interactivos, sonoridad nativa y un importante esfuerzo etnohistórico, tres textos de Quintín Lame: «La Experiencia«, «La prehistoria de la raza» y «La inteligencia de la raza indígena«. Además de los textos, procura acercarnos a los rieles de la historia donde se entrecruzan la dignidad, la lucha y la autodeterminación como pueblos.
En el segundo, titulado “El canasto perdido de Bochica.” bajo los mismos recursos, expone un vasto diálogo entre dos mitos dentro la cultura ancestral Muisca del altiplano colombiano.
En el tercero titulado “Babel Times. Manuel Quintín Lame writings.” hace una nutrida recopilación del pensamiento de Manuel Quintin Lame, procurando revalorar la sabiduría indígena de un modo menos gráfico, pero sí con un dramático bagaje poético y con una perspectiva visual que se asienta en la alteridad con el otro, con los otros excluidos sociohistóricos.
Manuel Quintín Lame
Estos tres trabajos, tejidos en una confección audiovisual titulada Babel Times. Tríptico, llevan una buena pincelada de rigurosidad crítica que motiva más allá del entendimiento entre los actores culturales, pues procura deconstruir imaginarios y prejuicios por medio de la investigación y la revaloración del recurso estético-cultural, que, como dice el mismo Fernando Giraldo, «presente alternativas a la desarticulación que en el contexto colombiano se da entre las culturas populares de masas y los sistemas oficiales de representación pública.»
El proyecto, a mi ver, sugiere un valioso aporte reivindicativo no sólo de los pueblos amerindios de Colombia, sino de toda nuestra América, ya que plantea con mucha frescura, una revaloración por la vida y la naturaleza partiendo de una trinchera filosófica y política autóctona, desde un lugar específico. Hace una aguda crítica al pensamiento hegemónico occidental desde diversos recursos estéticos y literarios procurando no minar el discurso indígena contemporáneo.
Preparé esta entrevista con Fernando Giraldo Alarcón, director del proyecto Babel Times.
Referencias:
El proyecto Babel Times ha participado en diversos festivales de cine en Colombia, México, Venezuela y España. Tales como el festival Muestra de cine y audiovisual indígena, DAUPARÁ en Colombia; en el Travelling urban video Festival en Barcelona y Venezuela respectivamente; en el Festival de Cine de Alcalá deHenares en España y en el 10º mercado iberoamericano de cine, festival internacionalde cine de Guadalajara, participó en el concurso Caja de Cortos de Televisión América Latina (TAL), y en el Festival internacional de cine y video de los pueblos indígenas en Bogotá, Medellín; Colombia.
LM: ¿Qué tal Fernando?, Me da mucho gusto que hayas aceptado esta entrevista, es un honor compartir tu connotado proyecto en este medio.
Contáme. ¿Por qué el nombre de Babel Times?
FGA: Babel Times resume la idea de hacer un formato de prensa anacrónica (algo así como el times de la ciudad imaginada de Babel, el periódico de todos los tiempos y todas las lenguas), que sitúe problemáticas locales atemporales claras: invasión, irrespeto y resistencia dentro del proceso de occidentalización del continente americano (antes llamado Abya Yala) Con ese nombre además hago eco a la idea de Manuel Quintín Lame, según la que es a la sombra de la torre de Babel bajo la cual el guerrero derrotado; pero que cree y espera en el orden amoroso del universo, puede acogerse para esperar los triunfos de mañana. Desde un punto de vista más personal respondería que esa torre de babel a la que hago referencia en el título, busca situar un momento histórico de enorme trascendencia para nuestra especie humana; un lugar temporal en el que tenemos la posibilidad (LUEGO DE LAS BARBARIES PLANETARIAS) de transmitirnos instantánea y simultáneamente nuestros recursos y visiones acerca del buen vivir, de nuestras esperanzas más profundas acerca del buen futuro. Sintéticamente, el nombre del proyecto busca alentar a gentes de todas las nacionalidades a buscar y encontrar los puntos comunes desde los cuales podamos juntas y juntos hacer posible la hermandad humana.
LM: Tengo entendido que este proyecto tiene una base investigativa y teórica, a la cual le diste el giro audiovisual. ¿Qué intereses intelectuales o emocionales te llevaron a crear esta obra ciertamente polémica y a la vez tan apremiante?
FGA: Hace unos siete años hice un trabajo para un curso de psicología educativa en la universidad, para el cual revisé la biblioteca de mi padre, quien es ahora un educador público jubilado, sindicalista, y gran amigo. Este mismo trabajo de clase fue aceptado como ponencia en el primer congreso internacional del colegio colombiano de psicología en 2009. En ese escrito, hice un estado del arte sobre producción audiovisual en contextos escolares públicos en Colombia, y encontré algo básico: NO EXISTE EN COLOMBIA UN PANORAMA CLARO ACERCA DE LA FORMA CON LA CUAL SE PODRÍA HACER UNA DIVULGACIÓN DE LOS RECURSOS CULTURALES ORIGINARIOS AMERINDIOS Y AFRICANOS EN EL FORMATO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA. Este hallazgo era en su momento algo sorprendente para mi (hoy, al tener un amplio contacto escrito y personal con algunas gentes dentro de latinoamérica, veo que el problema radica en la esencia etnocentrista de las repúblicas modernas latinoamericanas – salvo los triunfos recientes de los pueblos originarios en Bolivia y Ecuador). En un par de años, había hecho un homenaje audiovisual de diez minutos al escritor, médico y antropólogo colombiano Manuel zapata Olivella, en el cual empleaba la idea de MUNTU africano (la temporalidad ritual Yoruba en la cual los antepasados, los presentes y los por nacer están presentes aquí y ahora de forma permanente) para postular un primer acercamiento a la idea de prensa anacrónica. Allí junté textos de la epopeya Changó el gran Putas, de Zapata Olivella, y animé gráficamente una visión personal del asesinato del caudillo colombiano Jorge Eliecer Gaitán del 9 de abril de 1948, así como de la lucha campesina de Atenco, México, de principios de siglo XXI. Este trabajo resonó dentro de parte de la comunidad colombiana de antropólogos, y fui aceptado dentro de las jornadas de Diálogo de la Antropología con Otros Saberes llevada a cabo en noviembre de 2007 en el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, en la cual yo cursaba todavía estudios de Psicología.
Dos años después, mientras yo reciclaba diversos materiales como macetas para sembrar plantas en el botadero de la misma universidad, encontré allí unas fotocopias de «El indio que bajó de la selva al valle de la civilización» del indígena Nasa Manuel Quintín Lame. Estos textos fueron un alimento espiritual igualmente poderoso. El Yagé, medicina ancestral de los pueblos de la amazonía, había llegado a mi vida años atrás, alrededor de 2004, y yo tenía desde entonces una profunda reverencialidad a la escucha del universo; atenta, respetuosa y amorosa que había encontrado gracias al taita del pueblo Kamsá Apolinar Chindoy Jacanamijoy. Mis emociones y mi percepción profunda de la vida son desde ese entonces otras. Los textos de Quintín Lame fueron como un llamado a retomar un trabajo urgente de cambio, en un esfuerzo sencillo y constante por hacer visible lo que había encontrado como inmensa fortaleza de la cosmogonía indígena: algo que hoy estoy aprendiendo a llamar como Sumak Kawsay, o buen vivir. Quiero pensar que llamas a «mi obra» (la pongo entre comillas ya que es el fruto de un conocimiento antiguo, comunitariamente surgido, al que yo solo hago un trabajo de actualización en un formato audiovisual mestizo que busca ser una semilla fértil) polémica y apremiante, en este sentido de continuar sustentando un antagonismo profundo entre la visión occidentalizada y tristemente periférica que encarnan las clases dirigentes de nuestras (¿bastardas?) repúblicas modernas latinoamericanas, su crítica y profundamente triste visión de la naturaleza como fuente de recursos económicos explotables bajo un modelo extractivo que irrespeta y envenena nuestra agua, nuestro aire y que hipoteca el futuro de nuestros hijos e hijas; y el pensamiento africano e indígena de devoción a las fuerzas espirituales presentes en las montañas, en los ríos, nevados, playas, plantas y LA VIDA en general.
LM: En tu visión como productor, académico y apasionado por el rescate de los valores ancestrales de los pueblos indígenas, ¿Tenés algún vínculo con raíces en el Cauca o sólo fue un interés puramente académico el que te motivó hacerle un homenaje a los pobladores nativos de esta región?
FGA: Nací y actualmente tengo mi residencia en Cali, una ciudad colombiana cercana geográficamente una hora o dos por tierra a las zonas de resguardos indígenas del Cauca donde a principios de este año, ha surgido la fenomenal resistencia indígena Nasa a los grupos armados colombianos en «disputa» (coloco esto entre comillas pues es para mí evidente que ambos bandos son parte del mismo juego de pretendida imposición occidentalizante de una homogénea forma enajenada de vida para toda la población colombiana), en la cual, hombres, mujeres, niños y ancianos, armados solo de bastones y de un coraje civil y una gigantesca fuerza espiritual, desalojaron de su territorio ancestral de resguardo al ejército nacional y a la guerrilla de las farc. Un mes después, el gobierno colombiano hizo su acostumbrada aparición escénica (acá en Colombia están muy de moda los reallities como forma de manipulación emocional masiva), en la cual reconocieron coyunturalmente su posición histórica de criollos opresores, e iniciaron un juego mediático en el cual formularon un inventario de promesas históricamente aplazadas. El Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC y la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca ACINC, iniciaron mesas de conversación y diálogo.
No estoy al tanto de los avatares más recientes de estos diálogos. Los pueblos del Cauca; con esta historia reciente, vienen empujando procesos de transformación de la propiedad de la tierra hace más de 40 años en Colombia. Personalmente, he tenido acercamientos con el movimiento popular de la Minga Indígena, que ha buscado una articulación del movimiento indígena con otros sectores populares como los campesinos, estudiantes y afrocolombianos.
LM: ¿Cómo descubriste la figura de este controvertido personaje llamado Manuel Quintín Lame, y por qué partiste esencialmente de esta figura para darle sentido a Babel Times?
FGA: Manuel Quintín Lame hace parte de las fisuras y residuos del discurso oficial de la mentalidad nacionalista de la cual provengo. Soy un psicólogo social formado al interior de la academia nacional colombiana, que ha tenido la inmensa fortuna de encontrar los textos de Quintín Lame en el fondo de una bolsa de papel para reciclar en el basurero del campus. En cierto sentido, se puede decir que he hecho un rescate. Otras personas han hecho esto mismo, desde un trabajo colectivo juicioso. En el festival de cine de los pueblos indígenas que ha finalizado ayer en Bogotá, justamente uno de los trabajos que hacen este rescate ha sido premiado, «Raiz de conocimiento» del colectivo de amigos de cineminga. Otros RESPONSABLES de productos audiovisuales (esta palabra es usada por los indígenas como opción a «director», por considerar que cada audiovisual surge de un pensamiento y unas fuentes culturales colectivas) han hecho eco de esta misma reminiscencia de Quintín Lame, para explicar el estado actual e histórico de la situación de los pueblos indígenas, como en «Historia del pueblo Pijao-El camino del hombre rojo”, un documental de 53 minutos cuya responsable es Luz Yamile Ramírez Ortíz. Así, mi trabajo de recuperación no es exclusivo ni pretende serlo.
El pensamiento de Manuel Quintín Lame, al igual que el de Manuel Zapata Olivella, son esenciales para mi (creo que también para otras personas) por la sencilla razón de que ubican con claridad y firmeza un antagonismo en el seno mismo de la nacionalidad colombiana (me atrevo a decir que en el sentido más amplio de la nación moderna latinoamericana), entre el discurso oficial de representatividad y política pública; y las prácticas y la forma de vida que los pueblos originarios (ya sean nativos americanos o provenientes de los barcos de la peste esclavista trasatlántica) defienden desde la resistencia por un territorio vivido armónicamente, sustentado en el respeto y comunión con la vida, y una forma productiva solidaria y comunitaria.
Lejos de querer hacer una apología «del buen salvaje», partir de estos textos, ha sido un esfuerzo por comunicar un proceso de creación fruto de una experiencia de acercamiento a un pensamiento que aún me continúa siendo ajeno, y al cual me acerco con el respeto del que intuye claves para el buen vivir de la nueva humanidad.
Indígenas del Cauca. Foto:Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas
LM: ¿Creés que este ícono de la lucha indígena representa en profundidad y forma las actuales reivindicaciones indígenas en el Cauca?
Digo, es indudablemente una figura trascendente para el pensamiento indígena, pero para los actuales problemas que sufren estas comunidades, tales como la desposesión de la tierra, el problema de la descentralización de los recursos, el modelo extractivo y la militarización…
FGA: En general, he visto y escuchado a Quintín Lame en el trascurso del festival de cine de los pueblos indígenas, como una referencia histórica de primera línea, junto con Juan Tama y la cacica La Gaitana, en los discursos oficiales de la Organización Indígena de Colombia.
Para no ir más lejos, este mismo texto de respuesta a tu formulario de entrevista lo hago desde una de las salas de informática de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, donde a la entrada alguien (que no soy yo) ha hecho por primera vez en la historia del campus conocida por mi, un retrato y una cita de Manuel Quintín Lame. Observo con alegría que la vigencia de su pensamiento es real, y supongo que hace parte de la inmensa corriente de gente que ve en el retorno a los orígenes una forma de resguardarse y de luchar contra el modelo de muerte que nos quieren imponer a la fuerza aquellos beneficiados del Imperio.
Para responderte, quisiera tener avizorado en primer lugar que Manuel Quintín Lame no inventó nada. Desde mi punto de vista, su labor fue la de un juicioso recolector de los frutos de la tradición oral de su comunidad, y que aprendió además el lenguaje de las leyes de los blancos y sus descendientes los criollos, colocándose así en una singular posición intermedia. Su momento histórico inicial (1910 – 1925) fue el de lucha contra el terraje; una forma de regresión al feudalismo que surgió a partir de las leyes republicanas de mediados y finales de siglo XIX; leyes que buscaban desmembrar (también en Bolivia, Argentina, México) los territorios ancestrales y comunitarios mediante títulos de propiedad individuales. La lucha inicial de Quintín Lame fue en contra de los comerciantes, terratenientes y figuras públicas oficiales que; en un siniestro concierto, justificaban el genocidio en nombre de la promesa siempre aplazada del progreso y la igualdad ciudadana, haciendo pagar con días de trabajo gratuito a los indígenas por ocupar unas tierras que; por obra y gracia de unas leyes y una lengua que no eran las suyas, hacían parte de nuevas HACIENDAS (que ya no resguardos).
Sin seguir adelante con una biografía de Quintín Lame y sus efectos en vida en las comunidades indígenas, te quiero responder que veo (yo, que hago como propuesta de artesanía audiovisual la prensa anacrónica) un vigencia clara de los principios de su lucha, solo que ahora somos herederos todavía en Colombia de las demencias armadas provenientes aparentemente de un eco sórdido de la guerra fría; pero que en realidad sirven por igual a los intereses visibles de la agroindustria, la megaminería y los proyectos de extracción energética continental. Más allá de que Quintín Lame sea o no un ícono, lo que quiero decir es que la vigencia de su discurso por la defensa de la propiedad comunitaria de la tierra es real, y que observo cómo las circunstancias actuales son enfrentadas por los nuevos líderes indígenas de Abya Yala (actualmente llamado continente americano) desde un discurso que reconoce en su figura y en la de otros (Bartolina Sisa, Tupac Katari, por citar brevemente dos más provenientes del caso boliviano), unos antecedentes de lucha, resistencia y rebeldía como fuentes de fuerza y legitimidad pública, y que enfrentan el reto contemporáneo de una articulación política y cultural más allá de cada uno de sus territorios puntuales y localizados.
Creo que es un reto además para todas y todos en la actualidad esta articulación global en contra del modelo de muerte. Es entonces en este modelo de vida urgente en donde encuentro las huellas de Quintín Lame, como uno de los recursos históricos con el cual podemos situarnos como latinoamericanos (y más allá y antes de esto, como seres humanos habitantes del planeta Tierra) urgidos de recuperar nuestras fuentes culturales para superar el estado cavernícola de nuestra vida política contemporánea al años dos mil doce del calendario gregoriano.
LM: ¿De qué modo se refleja la filosofía de Manuel Quintín Lame en los procesos de autodeterminación de los indígenas del Cauca en la actualidad, aún siendo una figura de principios y de la segunda mitad del siglo XX?
FGA: En «el camino del hombre rojo», varios líderes indígenas restituyen un lugar preponderante en la memoria de los pueblos a Manuel Quintín Lame.
No soy indígena; y prefiero pensarme además como un amigo de las formas honestas de lucha por la justicia. Mi lectura de la plataforma de lucha actual de las organizaciones indígenas colombianas (una lectura que comparto con otros mestizos) es que Quintín Lame ha sentado las bases de una lucha contemporánea por la dignidad del territorio y cultura indígenas. Habría que recordar que actualmente la plataforma de lucha del consejo Indígena Regional del Cauca plantea nueve puntos de exigencia, y que la base histórica continúan siendo los cuatro puntos planteados por Quintín Lame en su lucha contra el terraje:
1. Recuperar las tierras de los resguardos
2. Ampliar los resguardos
3. Fortalecer los cabildos Indígenas
4. No pagar terraje
5. Hacer conocer las leyes sobre indígenas y exigir su justa aplicación
6. Defender la Historia, la lengua y las costumbres indígenas
7. Formar profesores indígenas
8. Fortalecer las empresas económicas y comunitarias
9. Defender los Recursos naturales y ambientales de los territorios indígenas.
LM: En tu experiencia como profesional docente, ¿Creés que el pensamiento de Quintín Lame merezca tener un marco epistemológico o teórico en la academia, tanto en la historia como en la filosofía nativa dentro de los planes institucionales de educación pública o crees que con el recurso audiovisual es suficiente?
FGA: Creo que no solo Quintín Lame debe ser una filósofo clave dentro de la nueva educación. Orlando Fals Borda, un sociólogo colombiano del siglo XX, escribió que nos hacía falta recuperar el pensamiento y obra de los sócrates, platones y san agustines de nuestro continente originario. Yo veo allí una deuda urgente de la academia latinoamericana con nuestra forma de ser frente a la vida y al universo. Las razones que me llevan a decir esto son básicamente dos: Me siento cansado y azorado por una cultura en la que creía, y que; a nombre de la igualdad y el progreso humanos, ha querido aplastar impunemente la diversidad cultural que nos hace, no solamente ricos; sino felizmente el fruto de la nueva tierra en la que se han encontrado por vez primera los recursos de buen vivir de todos los pueblos del planeta.
Segundo: He optado por el pensamiento y culto privado a la bondad del infinito antes que al petróleo o a la imagen televisada. Desde allí, veo posibilidades educativas que dejen atrás nuestra acostumbrada escuela escrita, en la cual se transmite un saber ya acabado, para abrazar una contemplación de la naturaleza como ser infinito y vivo al que sólo hay que saber escuchar con respeto y un corazón abierto y bondadoso. El recurso audiovisual es un recurso contemporáneo, escrito en los lenguajes masivos y en las fisuras de la hegemonía.
Pero difícilmente dialoga con el aire o con el agua.
Las nuevas formas de educación, a mi modo de ver, deben incluir abiertamente la magia, el chamanismo, la devoción a la vida por encima de cualquier forma de racionalismo. Nuestras políticas latinoamericanas públicas de educación seguirán sin embargo siendo aburridas y nada creativas mientras las naciones estado que las producen y ejecuten sigan teniendo la misma esencia gris de aplanadora. Prácticamente no espero nada de ellas, salvo un proceso de asimilación homogeneizante de aspectos fragmentados de la diversidad real de nuestros pueblos. Tendría que hacerse; para empezar, una educación políglota que restituya las categorías originarias de pensamiento y acción humana como herramientas culturales vigentes para (al menos) la mayoría de la población.
El marco epistemológico mismo debería ser replanteado, para que miremos nuevamente nuestra naturaleza de pueblos diversos y signados previamente bajo el signo de la colonización. Este signo, por supuesto, es superable a mi modo de ver nuestra realidad latinoamericana, más allá de cualquier afán creativo o existencial. Soy un artesano con algunas herramientas conceptuales y artísticas, que quiere poner en discusión una forma de sentipensamiento como brújula de encuentro. En esa medida, mi apuesta es por la liberación de las venas silenciadas por la historia oficial, buscando con ello una apertura de las gentes a escuchar nuevamente al aire y al agua como sus consejeros y maestros, para que siembren nuevamente el sentido de sus vidas de forma dulce y bondadosa.
Larry Montenegro Baena
Director de La Tribu Posmoderna.