Cortogenia 2014
Por Alonso Barán
En un escenario idóneo, como es el cine Capitol en la Gran Vía de Madrid, se celebró ayer la 15ª edición de Cortogenia 2014.
Esta temporada, dicho festival de cortometrajes presentaba una novedad con respecto a ediciones anteriores pues, en colaboración con la embajada de Bélgica y Wallnoie-Bruxelles Internacional, Cortogenia se abría al panorama internacional con la inclusión de un cortometraje belga entre los estrenos de la velada.
La noche empezó con una sorpresa. El sr. Michel Bricteux, Ministro Consejero de la Embajada de Bélgica, dio la bienvenida a los asistentes y agradeció la colaboración franco-española en materia de cultura.
Después de la formalidad diplomática, el ambiente se distendió y el presentador de la gala se sirvió de una ayudante, elegida entre el público, para dar paso a los cortometrajes que se estrenaban en Cortogenia 2014.
El primero que proyectaron fue Patatas, de David Barreiro. No hay mucho que decir sobre esta película, pues el título expresa a la perfección el resultado del metraje. Una narración que no iba a ninguna parte, un montaje que parecía realizado a hachazos y personajes que parecían armarios antes que seres humanos que sintiesen emociones identificables.
El segundo en discordia fue el cortometraje Tryouts, de la directora Susana Casares. Una historia sobre rebeldía adolescente y religión rodada en Los Ángeles. Intelectualmente el tema a la directora le viene grande y se percibe que no se ha documentado sobre lo que significa la prenda hyab, pues confunde la expresión de la ética en la estética con la simple estética.
Para ser justos hay que decir la película estaba rodada eficientemente y resultó amena.
La noche no pintaba bien, pensé, pero mejoró con la proyección de 02:43 del director Héctor Rull. Un cortometraje ingenioso, con pocos medios técnicos, que resultó refrescante. Una historia rodada en un plano secuencia y que versa sobre la incomunicación y el desamor. En plena noche, Marta, la ex novia de Miki, le hace una escalofriante confesión. Desde el inicio, 02:43 resulta emocionalmente vibrante y crece en intensidad hasta el final. Mi enhorabuena a Héctor Rull, pues la falta de medios la suple con talento.
El cuarto cortometraje fue Cebra del director Félix Fernández de Castro. Una historia de azar y violencia protagonizada por Juan Diego. Muy buena su interpretación en una historia que ni fu ni fa.
Al terminar Cebra, hice un ejercicio que consistía en preguntarme: “¿y si en vez de Juan Diego el protagonista hubiese sido un fulano?”. La respuesta apareció de inmediato: un guión amateur rodado profesionalmente por el director.
En fin, vayamos con el quinto corto, pensé al tiempo que me imaginaba intentando ligar en la fiesta oficial de Cortogenia que se celebraría en la sala Costello.
Debo decir que, Y otro año, perdices de la directora Marta Díaz De Lope Díaz Martín, es un trabajo de fin de carrera rodado talentosamente. Muy buen casting y una buena dirección de actores para una historia amable sobre las difíciles relaciones entre familiares. Una comedia costumbrista que la directora de Y otro año, perdices dirigió con mucha pericia.
Vayamos con la guinda del pastel. El sexto cortometraje, Electric Indigo del director Jean-Julien Collette, fue sin lugar a dudas el mejor de la noche. Una historia sobre el amor entre dos hombres heterosexuales que deciden casarse y tener una hija.
Ingeniería social al más puro estilo almodovariano, que da una vuelta de tuerca al matrimonio, en sus versiones gay y heterosexual, y a la concepción que tenemos sobre cómo debe entenderse el amor.
Gran dirección de fotografía, un montaje perfecto y brillantes interpretaciones de Tony Denman y de la protagonista Christelle Cornil que, con tan sólo 10 años, ya apunta a una gran carrera como actriz. Seguro que volveremos a escuchar este nombre.
Electric Indigo, inteligente y estimulante. Una eléctrica narración que a nadie dejará indiferente.
Bien, hasta aquí lo que dieron de sí los estrenos de Cortogenia en la noche de ayer. Es posible que me haya equivocado en mis opiniones, es lo más seguro porque me equivoco unas cien veces al día.
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