Thomas Edward Lawrence nos deja un halo de misterio
Thomas Edward Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, nace en el pueblo de Tremadoc, al norte de Gales -una de las cuatro naciones que constituyen el Reino Unido, junto a Escocia, Irlanda del Norte e Inglaterra-, el 16 de agosto de 1888. Hace poco más de medio año fue el 125 aniversario de su nacimiento, y sin embargo en el año pasado coincidió ese aniversario con el fallecimiento del actor que, bajo la dirección de David Lean, le encarnó y nos mostró la excelente versión de su vida, Peter O’Toole.
No deja de ser un sarcasmo que un hombre tan notable en la rebelión árabe frente al sometimiento otomano a lo largo de la Primera Guerra Mundial vaya a morir (1935) en un simple accidente de moto por salvar a dos niños que iban en bicicleta. Fue en Inglaterra y en un vehículo que él conocía bien por ser en él un experto. Su vida fue siempre una cuestión aparentemente discutida en sí misma. Su propia muerte fuera de lugar y de tiempo, a los 47 años, así lo argumenta.
Trescientos años de dominio turco otomano finalizan con la expulsión de estos, en 1918, por los británicos. De 1918 a 1920, en Siria, a Feysal, hasta entonces emir, el Congreso Nacional de Siria le proclama rey, con la cooperación del Reino Unido, a través del coronel Lawrence. Sin embargo, Francia ejercerá la soberanía compartida en todo el territorio, en 1919, siendo Feisal expatriado. Se reprimen los levantamientos y Siria queda dividida en cuatro demarcaciones o circunscripciones autónomas: territorio druso, Damasco, Aleppo y territorio alauita. Hoy posee 14 provincias –gobernaciones o muhafazah– distribuidas en sesenta distritos –manatiq– que, por su parte, se ramifican en subdistritos –nawahi-.
Así fue la vida de estos hombres del desierto desde aproximadamente el año 1530 a.C., sometida entonces por Egipto, hasta el fin de la I Guerra Mundial y el consiguiente reparto de las potencias europeas. Y así es ahora contra la dictadura de su presidente. Un pueblo guerrero. De generación en generación, sin saber los más ancianos desde cuándo, los niños nacen concienciados para vivir en la guerra. Como dice el emir Feysal en la película Lawrence de Arabia,
“La guerra es de los jóvenes, cuyas virtudes de la guerra son el valor y la esperanza en el futuro. La paz son los acuerdos de los viejos, cuyos vicios de la paz son la desconfianza y la cautela”.
Thomas E. Lawrence
Por eso, el propio Thomas E. Lawrence, a través de su diario que sirve para el blockbuster de David Lean, se describe como el alma y el propulsor y catalizador de la insurrección árabe contra el imperio otomano. ¿Jactancia?, ¿megalomanía? Riguroso cuando escribe y cuando actúa, los hechos le darán la razón. Pasó a la historia, después de haber atravesado, cabalgando en camello junto a otros combatientes árabes, 965 km. de desierto, coordinando esta incursión de leyenda, sorprendiendo a los guerreros turcos y dominando el muelle de Akaba -mar Rojo-. Con esta victoria logró el apodo de Lawrence de Arabia.
Pero también, a lo largo de tres años, a medida que iba ganando experiencia en el mundo árabe, trató asimismo de lograr la gran unión de todos sus pueblos y sufrió las mentiras de sus superiores militares y políticos ingleses, por lo que en la película escucharemos:
. «Puede haber honor entre ladrones, pero nunca lo habrá entre políticos».
Peter O’Toole -Lawrence- y Omar Sharif -Jerife Alí- en una secuencia de la cinta Lawrence de Arabia, de D. Lean