Operación Palace, engañando al engañado

Por Javier Vayá

Articulo-015-715x1024Conviene a veces, cuando el ruido mediático resulta ensordecedor, esperar un poco y tomar un poco de tiempo y distancia antes de opinar. Pasada ya una semana tras el revuelo formado por el falso documental de Jordi Évole sobre el 23F, una vez que parece que la calma ha sucedido a la tormenta, se me ocurre que es quizá el momento idóneo de hacer unas cuantas reflexiones al respecto.

Hacía mucho tiempo que un programa de televisión no obtenía tal repercusión, creando un debate nacional entre aguerridos detractores y defensores y quizá esta sería la primera conclusión, admitir que Évole consiguió su primer objetivo, aunque es cierto que la impresión es que le han llovido más críticas que alabanzas y además desde todos los sectores y por muchos y bien argumentados motivos. Con todo, se ha conseguido un hito en la historia reciente de nuestra televisión, últimamente adormilada, monótona y previsible a golpe de realitys, telebasura e informativos o debates a única gloria de la ideología de la cadena o grupo editorial de turno.

Lo que hicieron Jordi Évole y su equipo no es nuevo, de hecho reconocieron basarse en el falso documental americano Operación luna y todo el mundo tiene en mente el famoso episodio radiofónico de Orson Welles y La guerra de los mundos, aunque existen múltiples ejemplos cuyo fin es la deconstrucción de un hecho para criticarlo o denunciar una situación por medio de la parodia. Sin embargo es sabido que si algo no tolera el público de cualquier medio audiovisual es que se le engañe o  que se trate de hacerlo, o quizá deberíamos decir ser consciente del engaño. Porque me temo que a los responsables de Operación Palace se les ha entendido mal o al revés o al menos en muchas de esas críticas se les acusa de hacer precisamente lo que querían denunciar.

La principal de dichas críticas se basa precisamente en jugar a engañar a la gente con un tema tan serio como el del golpe de estado, cuando justamente lo que se quería hacer ver es la facilidad con la que los medios son capaces de manipularnos en temas de extrema gravedad. De hecho llevamos más de 33 años sin conocer la verdad sobre el 23F y, como decían en los títulos de crédito finales del mockumentary y que nadie parece haber tenido en cuenta, pasaran muchas décadas antes de levantarse el sumario. Ese es el verdadero problema, la denuncia que quiso señalar Operación Palace desde el engaño sí, pero para mostrarnos también que la realidad es todavía peor. Se dice que podían haber realizado un riguroso programa de investigación y yo me pregunto para qué si ya se han realizado cientos de ellos quedando todos en el limbo de la especulación y la teoría conspirativa. Y así seguirán desgraciadamente mientras  no se levante ese sumario o alguno de los que conocen esa realidad no se preste a contarla. Se podrá criticar a Évole y compañía pero en este aspecto han demostrado mucha mayor efectividad.

Se acusa también y directamente a Jordi Évole de utilizar su fama para ganar audiencia y reírse de su público. Si esa fama es utilizada para conseguir que años después se conozca y se reabra el infame caso del accidente de Metro de Valencia, bienvenida sea dicha utilización, y si sirve para que el ciudadano de a pie sepa que debe filtrar la información que recibe (aunque provenga directamente de alguien a quien se admira o respeta), que al día siguiente de la emisión de Operación Palace la gente comente, debata y opine no solo de fútbol, se me antoja una utilización de la fama mucho más loable que otras que jamás se cuestionan.

En los tiempos en que vivimos la manipulación mediática está a la orden del día y el engaño se vende sin tapujos desde todos los medios, las grandes corporaciones y  los gobiernos centrales y autonómicos desde las propias televisiones públicas dominan el panorama mediático y tergiversan toda información como ya dije antes según el antojo de su color político y en favor de sus beneficios económicos, somos presa día tras día del engaño. Como el propio Évole dijo hay periódicos en cuya contraportada deberían avisar también que todo lo contado ha sido una farsa inventada. Esto es lo que debería indignarnos y ser objeto de nuestras críticas y denuncias, esto es lo que la gente de Operación Palace quiso poner sobre el tapete sabiendo que para hacerlo necesitaban algo impactante.  De todas maneras, en el mundo de la inmediatez en que vivimos todo impacto es efímero y tan solo una semana después del revuelo montado todo el mundo parece haberlo olvidado y seguimos dejando que nos engañen a diario sin quejarnos ni lo más mínimo.

 

 

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