Historias de lugares : «Karlovy Vary»
Muchas versiones se han contado sobre la fundación de la ciudad de Karlovy Vary. Una de ellas nos dice que, en aquel entonces, Carlos IV emprendió una partida de caza a los bosques de las montañas y valles donde ahora se extiende la ciudad, ya que por aquellos parajes abundaba la caza.
Durante la partida uno de los perros empezó a seguir un ciervo que, en su huída, cayó en una balsa de la que brotaba con mucha intensidad agua caliente. El perro comenzó a aullar y los cazadores acudieron prestos pensando que estaba herido. Lo que vieron allí les dejó perplejos. El mismo emperador se dirigió a ese lugar con un cortejo numeroso para admirar la extraordinaria obra de la naturaleza. En presencia de sus médicos el sabio rey, que sufría dolores en las piernas y agotamiento de tantas batallas como había librado, probó el agua y notó que se aliviaban sus dolencias.
Una vez curado con el agua, el emperador hizo construir una pequeña ciudad en aquel lugar ubicado en la confluencia de los ríos Ohre y Teplá. El nombre de la ciudad recuerda su descubridor, se llama balneario del emperador Carlos, “Karlovy Vary.“
Otras cuatro veces hubo de ser refundada la ciudad: después de una inundación en 1583, un gran incendio en 1604 y unos pocos años más tarde la Guerra de los Treinta Años. Debido estos desastres sólo unos pocos edificios de esa época han sobrevivido. La gran mayoría de los lugares más emblemáticos son del siglo XVIII y XIX que es cuando vivió su época dorada.
Foto- Chouden Boy
A principios del siglo XVIII se convirtió en un centro de peregrinaje para las cortes de Polonia y Rusia. La aristocracia comenzó a reunirse allí, y tanto Pedro I el Grande, como la emperatriz de Austria María Teresa, acudía con frecuencia a disfrutar de sus aguas. Fueron 50 años de esplendor que acabaron en 1759 cuando otro gran incendio volvió a asolar la ciudad. De aquella Carlsbad barroca, apenas quedó nada en pie.
En la nueva reconstrucción se levantaron lujosos edificios, balnearios, se derribaron las murallas y se creó un teatro, el Bohemian Hall.
Aquello fomentó que no sólo la aristocracia volviera al lugar, sino que llegara a ser en centro de reunión de los grandes de la cultura del siglo como Goethe, Beethoven o Wagner, entre otros muchos. Tras la Revolución Francesa, su afluencia turística se extendió más allá del sector aristocrático y Karlovy Vary vivió su época más brillante.
A mediados del siglo XIX, Moser instaló su fábrica de cristal y en poco tiempo, se convirtía en el más famoso lugar de fabricación del lujoso cristal de Bohemia.
Iglesia ortodoxa de San Peter y St. Paul (VICMAEL)
Fue aún más popular después de que las líneas de ferrocarril a Eger (Cheb) y Praga fueran completadas en 1870.
El número de visitantes creció desde las 134 familias del año 1756 a 26.000 huéspedes anuales a finales del siglo XIX. En 1911 llegó a los 71.000 visitantes, pero la I Guerra Mundial acabó con el turismo y con el Imperio austrohúngaro en 1918.
La fecha exacta de la fundación de la ciudad no se sabe. La población permanente cerca de la fuente termal que se data alrededor del año 1350. En 1370 Carlos IV concedió a la ciudad los privilegios de la libre ciudad real. Los balnearios checos más famosos, Karlovy Vary, son hoy en día, tanto como en el pasado, un apreciado punto de encuentro por gente de todas las partes del mundo con lo que sigue la tradición que había empezado ya hace siglos bajo el reinado Carlos IV. Se ha convertido en la segunda ciudad más visitada de la República Checa y en uno de los balnearios más famosos del mundo.