El arroz de la paella.
Por Raquel Díaz Illescas
Si vemos al pene como un ingrediente más de la paella, no dejaremos de saborear y disfrutar de la misma, si en algún momento este ingrediente nos falla. Todo es cuestión de probar.
Atendiendo a una pregunta de un fiel lector de “Sexualidad positiva”, voy a intentar dar respuesta a su interesante pregunta: En una relación sexual, ¿cuál es el arroz de la paella?
Imaginemos y pensemos en una estupenda paella, cada cual a su gusto. ¿Qué ingredientes tendría esta paella? Chirlas, gambas, mejillones, calamares, pescados varios; verduras, pollo, sal, aceite, etc., etc. Cada cual y en cada sitio la hacemos de una manera, dependiendo sobre todo del gusto de los comensales. Lo que todos tenemos claro es que hay un ingrediente básico que no puede faltar en una paella: el arroz, también al gusto, faltaría más.
Pues bien, en esa estupenda paella, cada persona tendrá su debilidad por uno u otro ingrediente (o por ninguno en especial), y a veces, si este falta lo puede notar, o puede sustituirlo por otro, pero no por ello deja de saborear la paella y comerla con gusto y disfrutarla con su acompañante.
Pues bien, piensen en su paella, la que a ustedes les gusta, con sus ingredientes, y ahora permítanme que hagamos de su paella una metáfora para poder hacer el símil entre su paella y su relación sexual.
Hemos visto los posibles componentes de una paella, con su ingrediente básico: el arroz. Siguiendo, veremos cuáles son los ingredientes de una relación erótico sexual. Al igual que en la paella, influirá el gusto de sus miembros, las ganas, la imaginación, el deseo, la creatividad etc., etc. ¿Y qué ingredientes tendrá esta?: besos, caricias, abrazos, lametones, palabras, manos, labios, pies, barriga, piernas, genitales, aceites, cremas, lubricantes, juguetes, música, velas, etc., etc. ¿y cuál será el ingrediente básico de esta relación sexual? Lo deseable sería que el ingrediente base fuese DISFRUTAR, a partir de aquí, cada cual puede ir añadiéndole ingredientes que la hagan más divertida y placentera.
¿Dónde reside el problema? en que muchas parejas, utilizan el pene como ingrediente básico de sus relaciones sexuales, y cuando éste falla ya no hay relación, todo lo demás no sirve, y entonces viene la frustración, la ansiedad y todo eso que ya muchos conocen.
A lo largo de los siglos han sido muchas las culturas que han venerado al pene como algo sagrado, ya lo era durante la edad de bronce, cuando los etruscos (llegados del Asia Menor a Italia hacia 1200 a. de C.) le tributaban un emocionado culto y lo adoraban públicamente en imágenes tridimensionales e inmensas.
Conocida es la veneración que le profesaban los griegos a Príapo, dios de la fecundidad representado en múltiples ocasiones por un pene erecto desproporcionado.
Aún hoy el pene sigue siendo venerado de diferentes formas:
Cada primavera los japoneses celebran su Kanamara Matsuri (Festival del falo de metal), encontrándose éste presente durante todo el festival en forma de ilustraciones, dulces, decoraciones, vegetales esculpidos e incluso en un mikoshi (capilla).
¿Y qué hacemos en occidente? Es verdad que no hacemos procesiones con él, al menos no sagradas… pero sí lo utilizamos como baluarte de virilidad, de fuerza, de orgullo ante los amigos, la pareja, la sociedad; es utilizado en publicidad subliminal, dejando ver al consumidor que cuanto más grande sea más placer proporcionará a su pareja; es motivo de risa, de vanagloria y también de frustración y de vergüenza para quienes no sienten que dan la talla; pero sobre todo al pene se le sigue cargando la responsabilidad del goce y disfrute de la pareja, algo que conlleva muchas de las disfunciones sexuales relacionadas con éste.
El pene es para disfrutarlo, no para exhibirlo ni vanagloriarse de su dureza, tamaño o resistencia.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
http://sexualidadpositiva.blogspot.com/
Licenciada en Psicología.
Terapeuta sexual y de pareja.
Teléfono: 622673040