“Apenas hemos empezado a leer a Roberto Bolaño”, dice el crítico Ignacio Echevarría
Por Mónica Maristain
Roberto Bolaño exhibiendo el Premio Herralde por Los detectives salvajes junto a JH y Sergio Pitol, ganador de la segunda edición del premio con El desfile del amor (1998). (Foto: Anagrama)
Para terminar el 2013, año en que se conmemora el décimo aniversario de la muerte del narrador y poeta chileno Roberto Bolaño (1953-2003), la Biblioteca Nacional de España le rindió el pasado miércoles un homenaje en el que se destacó su faceta de lector.
“El bibliotecario valiente” fue el título del homenaje, un nombre que utilizó Bolaño en un artículo dedicado en 1999 al argentino Jorge Luis Borges, uno de los escritores que más influyó en su obra junto con Balzac, Melville, Baudelaire, Rimbaud o Sebald, señaló el crítico Rubén Arias, uno de los conferencistas junto con el autor también argentino Rodrigo Fresán, uno de los mejores amigos de Bolaño.
El acto fue organizado por el crítico español Ignacio Echevarría, a quien el autor de Los detectives salvajes y 2666 designó informalmente el albacea de su obra, un estatus que perdió desde que la viuda del escritor, Carolina López, decidiera timonear el legado.
En su conferencia Rubén Arias habló de las dimensiones “aforísticas”que han tomado las múltiples entrevistas hechas a Bolaño en los últimos tiempos, informó la agencia efe.
“Era un escritor que leía a sus contemporáneos, cosa que ahora no pasa, porque los escritores no leen. Y era un escritor que escribía sobre los que le interesaban y que reflejaba también a los que detestaba, dijo a su tiempo Echevarría.
Rodrigo Fresán, que hablaba mucho con Bolaño de libros, comentó que este tenía dos bibliotecas, últimamente una muy ordenada en Blanes (Girona), donde vivía, y otra en su estudio, que era un agujero negro de montañas de libros apilados.
“A pesar de ser un gran lector, un lector escritor, Bolaño nunca perdió la inocencia del lector puro, siempre disfrutó. Fue un lector puro, un francotirador eufórico”, dijo el autor de Historia Argentina y Los jardines de Kensington, entre otros.
ERA UN LADRÓN DE LIBROS
En entrevista con SinEmbargo, el crítico Ignacio Echevarría (Barcelona, 1960), contó que el homenaje “fue iniciativa de la Biblioteca Nacional, para conmemorar los diez años transcurridos desde la muerte de Bolaño. Nada demasiado original. Lo nuevo es la idea de tratar a Bolaño como lector, antes que como escritor. Él mismo dejó dicho que era más feliz leyendo que escribiendo”.
– ¿Cómo ha sido la relación de Roberto Bolaño con las bibliotecas?
– No me parece que fuera un frecuentador de las bibliotecas públicas, me temo. De las privadas, me lo imagino más bien como un saqueador más o menos furtivo. Roberto se jactaba de su pasado como ladrón de libros. En cuanto a su propia biblioteca, fue una construcción tardía e insuficiente. Los años de nomadismo dejaron un rastro de libros perdidos, de escritores perdidos, de lecturas perdidas. De esas pérdidas se alimentó la literatura de Roberto.
– ¿Por qué “bibliotecario valiente”?
– Bueno, es la forma en que él mismo se refirió a Borges en un artículo tardío en que habla de él sin jamás nombrarlo. Está recogido en Entre paréntesis. La valentía y la biblioteca: quizás estos dos términos sean los polos en que cabe comprender toda la obra de Bolaño.
– ¿Cómo evalúas la repercusión de la obra de Roberto Bolaño a 10 años de la muerte del escritor?
– Grande. Y creciente. No podía ser menos, dada la estatura del escritor.
– De todas las personas que pueden hablar de Roberto Bolaño y su obra elegiste a Rubén Arias y Rodrigo Fresán. ¿Son visiones distintas y a la vez complementarias?
– Rodrigo era amigo de Roberto, y quizá la persona con quien más frecuente y fruitivamente hablaba de libros, mucho más que conmigo. Y Rubén es, sin duda, la persona que más y mejor sabe de Bolaño y de su obra en estos momentos. Un joven muy prometedor, que prepara un libro sobre Bolaño que amenaza con ser casi definitivo.
– Participaste del homenaje que se le hizo en Chile al escritor, ¿Cómo dirías que es leído Roberto Bolaño en su país natal?
– Bien, muy bien. Cada vez con menos reticencias, como no sea por parte de sus compañeros de generación. Ya nadie lo cuestiona, me parece. Por lo demás, la lectura chilena de Bolaño no dista gran cosa de la que se hace en otras latitudes. Se lo ve, por encima de todo, como un escritor internacional, mundial.
– ¿Relees a Roberto Bolaño? – Sí. Siempre con sorpresa, con placer, con gratitud. Nunca se acaba. Siempre cambia. Está vivo. Se mueve.
– ¿Encontraste nuevas rutas en esas relecturas, nuevos paradigmas? – Digamos que los barrunto. Soy consciente de que apenas hemos empezado a leer a Bolaño. De que faltan aún muchos estratos de su obra por explorar, por desentrañar.
Sin Embargo