Señor Rajoy
Por Javier Vayá
Disculpe, señor presidente, que me dirija a usted, ya ve que yo no soy nadie, el más anónimo y normal de los ciudadanos. Ya sé que usted está demasiado ocupado con sus cosas como para leer en algún momento esta carta abierta dirigida hacia su persona, que estas letras no pasaran los filtros necesarios para que usted pudiera llegar a leerla y aún en tan improbable caso no creo que le importe lo más mínimo lo que aquí vengo a comentarle. Sin embargo y a pesar de todo yo me encuentro ante la imperiosa necesidad de escribirle, aunque sea un gesto tan ingenuo como tirar una botella al mar esperando que el mensaje que contiene llegue al destinatario deseado.
Aunque en realidad usted tampoco es nadie. A estas alturas del partido ya todos sabemos que por más que ocupe la presidencia del gobierno de este país cuyo nombre no cesa de pronunciar usted no es más que una simple marioneta, una marioneta que tiene metida en el culo las manos de quienes en realidad dirigen los destinos del mundo. Todos sabemos que usted lo único que hace es rendir cuentas a esos entes poderosos y oscuros. Pero como dijo Eduardo Galeano ni usted ni ellos son monstruos extraordinarios, en realidad no son más que grises funcionarios haciendo el trabajo sucio y llenándose los bolsillos a costa de los sacrificios de la gente llana.
Precisamente esa es la razón por la que le escribo. Verá, señor Rajoy, me asola la duda, no puedo dejar de preguntarme si usted al llegar la noche besa a su mujer e hijos tranquilamente, si se mira satisfecho al espejo y es capaz de conciliar el sueño. Me pregunto si usted nunca se plantea que ya tienen bastante, si jamás ha pensado que con el poder y dinero acumulado por usted y sus amigos y quienes les dirigen ya es suficiente. Me asola la duda por saber si usted no tiene límites, si cada orden que le dictan para arrebatar un nuevo derecho del pueblo no le parece ya apretar demasiado a una sociedad cuyo único pecado ha sido no nacer del lado de los más favorecidos.
Revolotea por mi mente una cuestión, señor Rajoy, quisiera saber si usted no tiene conciencia ni sentimientos. Daría lo que fuese por conocer qué se le pasa por la cabeza cuando ve la cantidad de padres de familia que no tienen nada con que subsanar el hambre de sus hijos o a las mujeres maltratadas que no tienen a dónde ir porque los recortes han cerrado todos los centros. Me resulta imposible que no se le caiga la cara de vergüenza al ver como se le manifiestan miles de dependientes físicos y psíquicos que solo piden llevar una vida lo más digna posible. Me repugna que sea usted capaz de decir que no sabe si las concertinas producen algún daño. No concibo que un ser humano sea capaz de encubrir y defender a quienes roban impunemente millones del erario público mientras los ciudadanos por los que dice velar son arrancados de sus casas por deber dos recibos, mientras los votantes que depositaron en las urnas su confianza, (y los que no, porque usted siempre se olvida de que un presidente debe gobernar para todos) no saben cómo van a llegar a fin de mes.
Como le dije antes yo soy muy ingenuo y desde pequeño ya no volví a creer en buenos y malos, he pensado siempre que en la vida todos somos santos y demonios. Sin embargo usted y los que están con usted y los que le mandan a usted me hacen dudar ya que no parece haber límite alguno para su codicia, no les tiembla el pulso a la hora de aplastar a todo el que no piense como ustedes o sea como ustedes. No quieren dejarnos nada, ni justicia, ni sanidad, ni educación, ni trabajo que no sea esclavitud, ni cultura. Ustedes solo quieren más y más todavía solo para ustedes. No, señor Rajoy, usted no tiene conciencia, ni vergüenza, ni sentimiento alguno de piedad, usted (y todos a los que sirve) están emponzoñados por el ansia de riqueza y poder, se sienten con un privilegio de casta superior que puede vivir a costa de los de abajo. Usted es malo, como dice en tono irónico ese conocido pseudo-periodista a sueldo que tiene paseándose por todas las tertulias, yo lo digo con toda la seriedad del mundo y se lo repito; es usted malo, señor Rajoy y lo único que mira con satisfacción antes de dormirse plácidamente es su cuenta corriente. El único sentimiento del que le creo capaz, aparte de la avaricia, es el del miedo. Porque miedo sí que tiene como demuestra la fascista ley de seguridad ciudadana que se ha sacado de la manga. Aquí si le doy la razón, en lo del miedo, hace bien en tenerlo.
2 Responses to Señor Rajoy