Luis Goytisolo: “La militancia política nunca ha sido un imperativo ético para el intelectual”

El escritor español Luis Goytisolo, reciente Premio Nacional de las Letras, acaba de ganar también el Premio Anagrama de Ensayo con su Naturaleza de la novela, donde construye una serie que establecería, con la posibilidad de ser violentadas, las condiciones de mínima para que un texto cumpla con las leyes del género.

 

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Goytisolo, el menor de tres hermanos, todos escritores, hijos de una familia de la alta burguesía catalana, supo trabajar desde las filas del Partido Comunista contra la dictadura de franquista. Sus hermanos, José Agustín y Juan, fueron (lo sigue siendo Juan), igualmente dignos.

Nació en Barcelona el 17 de marzo de 1935. Empezó a estudiar derecho pero rápidamente dejó la carrera por la literatura. Publicó, entre otros libros, Antagonía, Las afueras, Estela del fuego que se aleja y Oído atento a los pájaros.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde su ciudad natal.

T : Lo han premiado por un libro (o cuatro) extraordinario. ¿Cómo fue el procedimiento de construcción de Antagonía, considerando la cantidad de años de escritura y un detalle, para mí clave: su insularidad radical respecto de las modas literarias?
G : Lo cierto es que el premio lo han dado por el conjunto de mi obra y no sólo por Antagonía. Esta novela, que no es una serie de cuatro, sea tal vez la más importante; Diario de 360º y las tres que les siguen (Liberación, Oído atento a los pájaros y El lago en las pupilas) forman, a mi entender, una constelación de similar importancia. Fue esbozada en los 35 días de aislamiento total en la cárcel de Carabanchel (Madrid). A partir de entonces preparé la totalidad del conjunto durante tres años, de forma que cuando empecé a redactar la primera línea sabía ya cuántas partes iba a tener el todo, y hasta cuántos capítulos cada una de las partes. En eso no he cambiado: preparación muy lenta y redacción relativamente rápida. Por lo demás, no me siento un escritor aislado sino alguien que siempre ha pensado en una línea creativa ajena a los contextos del momento o a las tradiciones del pasado.

T : Se ha dicho muchas veces (quizá también usted lo haya dicho alguna vez) que siempre prefirió, digámoslo así, la tradición literaria anglosajona a por ejemplo, el boom latinoamericano y demás. ¿Esto es así? En cualquier caso, ¿cómo detectarlo en la tetralogía?
G : No creo haber dicho nunca nada parecido. Sí, tal vez, que la tradición de la narrativa anglosajona es más constante a lo largo de la historia que cualquier otra. Pero yo no me siento identificado con ella ni tampoco con el boom latinoamericano, del que simplemente fui coetáneo. No creo que Antagonía pueda ser situada en la tradición anglosajona ni en el contexto del boom.

T : ¿Cómo se ha llevado con los estilos y con los mundos discursivos tan distintos de sus hermanos?
G : Nunca ha habido problema porque en ningún momento hemos tenido nada en común ninguno de los tres. Cada uno ha seguido su propio camino. Acaso sea algo genético: una hermana de mi madre era una excelente poeta, un hermano de mi abuela materna tradujo a Omar Khayam y una bisabuela, también materna, escribía novela histórica a finales del siglo XIX.

T : Antagonía, en muchos tramos, es una obra teñida por la pérdida, la melancolía, la reflexión ensayística. La estructura ¿obligaba a esas coartadas o esos recursos se impusieron con los años, los acontecimientos, las lecturas?
G : No diré que no, pero en otros tramos está teñida por el ímpetu y el entusiasmo. Sea real sea en sentido irónico. Se trata de una obra polifacética.

T : ¿A qué se refiere en su último libro con la naturaleza de la novela, qué es eso?
G : Fundamentalmente, a los rasgos que la caracterizan como género. Es decir, un género no residual como pretendía Marcelino Menéndez y Pelayo, sino estrechamente vinculado al Renacimiento, a la invención de la imprenta, a la posibilidad de una lectura individual, así como, indirectamente, al salto realizado por la pintura en el momento en que sale de las iglesias para pasar a la tela o a la tabla, así como a la música, que deja de ser sacra para convertirse en lo que hoy entendemos por clásica. El tan aireado tema del declive del género aparece tan sólo en el epílogo del libro.

T : La militancia política, ¿es un imperativo ético para el intelectual, o sólo responde a eso en tiempos críticos?
G : No creo que sea, y de hecho no lo ha sido nunca, un imperativo. Lo que sí sucede a veces es que las circunstancias objetivas -una dictadura, por ejemplo- te impulsan a reaccionar de alguna forma, en mi caso, más activamente –antifranquismo- que a partir de unos supuestos ideológicos.

 

[Telám]

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