Tras la tormenta, saldrá el arco iris

Por: Héctor Anaya

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Muchos países, como Argentina, Francia o Uruguay, han aprobado recientemente el matrimonio homosexual, no sin grandes enfrentamientos entre los diferentes grupos políticos. Ahora, el debate se traslada a Chile.

Pero, ¿Qué es en realidad el matrimonio? ¿No es acaso una institución social que crea un vínculo, una unión entre sus miembros? Si es así, ¿no tienen derecho todas las personas, sea cual sea su condición sexual a casarse libremente y sin recibir ningún reproche por ello?

Ya se ha demostrado que la homosexualidad no es una enfermedad, desde que en 1972 fue eliminada del catálogo de perturbaciones mentales de la Asociación Internacional de Psiquiatría, pero pese a ello una gran cantidad de personas ignorantes, reprimidas, insensibles, enfermas, manipuladas por instituciones religiosas y partidos políticos retrógrados y arcaicos, continúan creyendo que el amor y la atracción sexual pueden tener cura, como si de una gripe pasajera se tratara. Aunque no todo son malas noticias, grandes colectivos lésbicos, gais, transexuales o bisexuales han logrado hacer más visible su lucha y defender sus derechos, consiguiendo demostrar que los pilares de la sociedad no se han derrumbado porque en algunos países hayan conseguido adoptar o casarse.

Además, se ha evidenciado que ser homosexual no es sinónimo de un nivel de vida bajo, marginal, de provenir de un hogar desestructurado, sino que grandes personajes han sido gais o bisexuales; tal es el caso de actores como Cary Grant, Burt Lancaster, Anthony Perkins o Marlene Dietrich; escritores como Rimbaud, Oscar Wilde, Federico García Lorca o Virginia Woolf, artistas y pensadores como Leonardo Da Vinci o Sócrates, músicos y compositores como Chaikovsky, Schumann (cuya mujer fue una fiel compañera que consintió y aceptó que su esposo tuviera relaciones sexuales con amigos) o Bernstein (autor de West Side History); o cantantes como Elton John, Lance Bass, o Ricky Martin. Tampoco debemos de olvidar a los deportistas Robbie Rogers o Jason Collins, quienes debieron de aguantar burlas y juicios de muchos periódicos y revistas homófobos y discriminadores.

Algunos de los argumentos que esas personas homófobas utilizan sin ninguna maldad ni desprecio por su parte (¿acaso no defendía Sócrates que la ignorancia no se puede considerada maldad?) es que el fin del matrimonio es la reproducción, por lo que los homosexuales no deberían de casarse y formar matrimonio. Entonces, ¿qué ocurre con las parejas estériles incapaces de tener hijos? ¿Deberían de dejar de casarse o llamarse matrimonio?

Otro de los debates en torno a la homosexualidad es la adopción. No es algo nuevo que el modelo familiar nuclear, compuesto por padre, madre e hijos ha cambiado, dando paso a nuevos modelos como el monoparental, el de padre y padre, madre soltera, madre y madre, etc. ¿No deben de ser el cariño, la comprensión, la protección y el amor lo que determinen si una persona es buen padre o madre? ¿Qué importa que sea de un sexo u otro? ¿No son dos hombres capaces de educar a una niña? ¿No pueden contar con hermanas, amigas, madres, profesoras o libros a la hora de tener que explicar algo relacionado con el sexo femenino, con ‘asuntos de chicas’? ¿No pueden hacer lo mismo dos madres al criar a un niño?

Creo recordar que los mismos problemas que están surgiendo en torno a las uniones homosexuales, surgieron con el derecho de divorcio, dado que se creía que eso provocaría una oleada de divorcios, ¿tienen miedo algunos dirigentes políticos a caer en la homosexualidad, tal vez estén en el closet?

En definitiva, solo quiero transmitir a nuestros lectores y amigos homosexuales o transexuales, que den tiempo al tiempo y que tras la tormenta, saldrá el arco iris con más fuerza que nunca.

twitter: hectoranaya94

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