Las hormonas, los procesos sexuales femeninos y el amor
En el amor no siempre es clara la frontera entre fisiología y cultura, entre hormonas y procesos biológicos y, por otra parte, las emociones y sentimientos que surgen con este.
Todos los episodios de la vida sexual humana pueden
alcanzar un clímax, una cúspide. La palabra griega
“clímax” originalmente significa “escalera”. Toda
escalera tiene un punto culminante.
Michel Odent
Se alude o se habla con mucha facilidad de las hormonas femeninas y de las varias afectaciones y cambios que éstas generan en el carácter y conducta de las mujeres, sin embargo; en general, se desconocen cuáles son dichas hormonas y las funciones específicas e importantes que tienen en todos los procesos sexuales y sobre todo en su culminación. Si miramos a la mujer como un ser vivo, sexual en todas sus capacidades naturales, cuyos eventos fisiológicos trascendentes suceden precisamente dentro de su esfera sexual, tales como: el paso de la niñez a la adolescencia, el desarrollo biológico de la capacidad sexual reproductiva iniciada con el ciclo menstrual, la excitación y los orgasmos como cúspide del acto sexual, la ovulación y la concepción, el reflejo de “eyección del bebé” en el parto o nacimiento, el reflejo de “eyección de la leche” durante la lactancia, la evolución del embarazo, la recuperación durante el post-parto y el alcance de la madurez sexual hasta la menopausia, quizá resulte de interés entender cuáles son estas hormonas y las intensas respuestas que provocan en todos los niveles de nuestros sistemas nervioso y endocrino, así como los cambios que generan en nuestras emociones y niveles de consciencia en diversas etapas de nuestra vida.
Ya en la década de 1940, Wilhelm Reich se atrevió a escribir La función del orgasmo dentro de un contexto científico. Otra pionera fue Helen Deutsch (primera mujer egresada como médico de la Universidad de Viena y miembro de la Sociedad Psicoanalista de Viena), y quien fue madre de dos a quienes parió y amamantó, consideraba el acto sexual y el parto como dos fases de un mismo proceso separadas apenas por un intervalo de tiempo:
De la misma forma que el primer acto contiene elementos del segundo, también el segundo está impregnado de mecanismos de placer del primero. Creo incluso que el acto de dar a luz representa la culminación del placer sexual […].
Entrando en materia, ahora sabemos gracias a los avances científicos, que existen ciertas hormonas como la “oxitocina” que participa en todos los procesos extáticos y orgásmicos de la mujer, conocida como la “hormona del amor” que se libera en cada episodio de la vida sexual femenina (orgasmo, parto, lactancia), conocemos también las “endorfinas”, que son opiáceos naturales que se generan desde el cerebro y que son estimulantes que funcionan también como analgésicos, conocemos de ciertas hormonas de la familia de la “adrenalina” que funcionan como inhibidoras o aceleradoras de otros procesos, como lo son las “catecolaminas”, o la “vasopresina” que secretan tanto hombres y mujeres y los “estrógenos” o la “testosterona” que aumentan la apariencia y los comportamientos femeninos y masculinos respectivamente.
Lo anterior nos lleva a pensar que todo proceso biológico que tiene que ver con las hormonas se puede estudiar desde un punto de vista científico, pero ¿Se puede entender igual el amor?, el amor es un tema que ha sido tratado por poetas, novelistas, filósofos y muchas veces, el amor se relaciona con el orgasmo y es esa faceta poderosa y trascendente la que se perturba o interrumpe con mayor frecuencia. Los humanos somos de las pocas especies que pueden separar el sexo por reproducción del sexo por placer y eso, muchas veces tiene que ver con el amor.
Se ha demostrado que la evolución humana ha desarrollado al cerebro de tal manera que tenemos el córtex que contiene las estructuras arcaicas y primitivas que compartimos con otros mamíferos y el neo-córtex que recubre al mismo y que contiene todos los procesos intelectuales y lógicos, el llamado “cerebro intelectual o el nuevo cerebro” que a veces obstaculiza tantos procesos naturales, con lo cual, a veces observamos que el exceso de intelecto o de pensamiento nos hace poner en duda los eventos naturales que funcionan sin intervención alguna y que al interrumpirlos tienen graves consecuencias incluso en nuestra manera de funcionar como sociedad.
Así tenemos que las hormonas necesarias en cada evento fisiológico femenino se secretan de manera perfecta cuando los procesos no son interrumpidos o intervenidos, en una mujer sana estas hormonas coinciden de manera cadenciosa como una danza, en las cantidades y momentos óptimos, generando el clímax en cada uno de los eventos y provocando muchos beneficios en el desarrollo físico y emocional de la mujer. Un ejemplo que ilustra una evolución o flujo hormonal no interrumpido se observa en el parto: el momento en que se produce un pico máximo de oxitocina, que a su vez genera un perfecto reflejo de eyección del bebé al parir naturalmente, luego un alumbramiento de la placenta con la mínima pérdida de sangre, seguido de la secreción de prolactina para producir leche materna y altos niveles de morfina y niveles de adrenalina por las que la combinación puede llevar a una experiencia similar o al mismo orgasmo.
Se ha descubierto la importancia de interrumpir lo menos posible el momento del nacimiento y por lo tanto del flujo hormonal necesario, se reconocen ahora los beneficios del contacto piel con piel entre mamá y bebé, del primer contacto visual, del primer contacto físico, que también provoca que en el bebé se secreten las hormonas necesarias para su desarrollo y evolución como el “reflejo de búsqueda” al amamantar, crucial en los primeros momentos siguientes al nacimiento, en los que la madre todavía se encuentra en un estado hormonal e instintivo que le permite coordinar perfectamente su comportamiento con el de su bebé.
Si tomamos la referencia anterior, podríamos asegurar que la capacidad de amar de cada persona está íntimamente relacionada con su manera de nacer y la exposición al amor que esa persona tuvo al momento de su nacimiento y durante sus primeros años de vida y no sería lógico separar esa capacidad de amar de sus propios procesos hormonales que se verán estimulados o inhibidos por lo que su aprendizaje, su experiencia, sus ideas y todo aquello que le dicte su cerebro nuevo, lo cual puede en dos extremos: hacerlo un ser humano con amplias capacidades de amar y de desarrollarse hormonalmente o, en el otro lado, ser una persona limitada en dicha capacidad y auto-interrumpida en sus procesos fisiológicos hormonales.
No queremos llevar al amor a un estado de “cientificación”, ni a ninguna otra de las emociones humanas, pero si es necesario reconocer que las hormonas humanas lo promueven o lo inhiben y que el comportamiento tanto de hombres como de mujeres se ve influenciado por dichas hormonas y que no es suficiente atribuir los cambios físicos, o de humor o de emoción a las hormonas en general, o calificar de hormonal un comportamiento que desconocemos o no sabemos interpretar. Lo que es necesario es entender nuestra naturaleza y su evolución primal, en la que no interviene el intelecto, ni la lógica, sino el instinto y el amor como factor que el ser humano racional puede agregar sin medirlo en cada evento en el que la sexualidad se hace presente, para vivir experiencias positivas y trascendentes.
Quizá si de a poco dejamos de condicionar los comportamientos instintivos mamíferos tan necesarios para vivir y disfrutar nuestros procesos evolutivos y sexuales, si dejamos de condicionar nuestros eventos y momentos fisiológicos en resultado de los avances científicos o tecnológicos, si dejamos de controlarlos porque la cultura o la religión así lo dictan, habrá cada vez más oportunidad y espacio para que fluya el amor y con él, una humanidad impregnada de las hormonas suficientes y necesarias que respalden y protejan la ecología humana y que nos permitan llegar al clímax o culminación de nuestras emociones y experiencias sexuales.
Fuentes:
- Reich, W.: “La función del orgasmo”. Editorial Paidós, 2006.
- Deutsch, Helen: “Psychoanalysis of the sexual functions of women”. Karnac Books, New York, 1991.
- Odent, Michel: “La Cientificación del Amor”, Editorial Creavida, (Argentina), 2008.
- Odent, Michel: “las Funciones de los Orgasmos”, Editorial OB Stare, 2da edición, 2011.
Karla Lara/Mama Natural