Ángeles y Demonios

Por Juanjo Fernández Torres

 

Foto-JJFT-35.4KB1Hoy me pillé por enésima vez revisando el calendario, con la escondida esperanza de verlo soleado por el verano de los tiempos, y me bañé otra vez el alma de soledad de invierno. Supe por emésima vez que vendrían los ojos reflejando cielos límpidos y las sonrisas empapadas de tempestad. Comprobé por epésima vez que somos nosotros mismos los ángeles de nuestras guardas y los demonios de nuestras personalidades. Que somos nosotros los que, tan pocas veces, dejamos a la paz en paz mientras vamos preparando a fuego lento las angustias que justifican los capítulos de nuestros libros de historia. Que somos nosotros los que corremos ora descalzos en la playa bajo el ocaso de los demonios u ora bajo las brasas del fuego de los ángeles. Hoy me sorprendí pillándome en pleno instante de comprensión de la idea más filosóficamente antigua de nuestra existencia encadenadamente efímera, que nosotros somos nuestros propios ángeles, cubiertos de puro sentimiento justiciero que desface los entuertos que nuestros propios demonios causan y causarán por los siglos de los siglos en nuestros propios estómagos y abstracciones. Somos nosotros los que, sin importar el nombre e identidad que le imputemos a nuestros demonios, abrimos heridas para echarles cal. Somos nosotros los que, dejando de lado las santidades con que entronicemos a nuestros ángeles, estamos obligados a tirar arena sobre la espuma de sufrimiento que nos escuece. Somos el Ying y el Yang, somos nuestra desgracia y sanación. Somos humanos con sueños divinos tantas veces realizados y tantas veces fracasados.

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