Ciudad de Dios: un infierno crudo y real
Por Héctor Anaya.
Hace más de una década que Fernando Meirelles sorprendía al mundo con una película, una visión, un retrato del mundo de las favelas: Ciudad de Dios. De forma contundente y directa, Meirelles consiguió llevar la atención de gran parte de la sociedad occidental al mundo de las favelas, un inframundo terrenal en Brasil.
Surgida de la obra literaria de Paulo Lins, Ciudad de Dios nos cuenta la vida de dos jóvenes: Buscapé, que sueña con ser fotógrafo, y Zé pequeño, quien desea ser el mayor criminal de Río de Janeiro; y los caminos que cada uno tomará para cumplir sus objetivos.
Con una estructura narrativa llena de saltos, al estilo de 21 gramos, y claras similitudes con el cine de Scorsese (voz del narrador en off) y al de Tarantino (montaje, saltos narrativos y una gran violencia en pantalla), Meirelles realiza una brutal crítica social que estremece y llega a las conciencias. Además, utiliza residentes reales de las favelas como actores, así como escenarios auténticos, lo que le otorga mayor realismo al film, el cual nos muestra lo poco que vale la vida humana en aquellos lugares.
Sin duda alguna, una de las mejores películas del cine sudamericano y occidental en general, que gracias al ritmo frenético y a las escenas bestiales que presenta mantendrá al espectador pegado a la pantalla en todo momento.