‘La velocidad literaria’, de Nieves Vázquez Recio
Por Jose Rasero
¿Tiene la literatura velocidad? Para el profesor Alexander Evgénievich Vinográdov, sí. Es sinónimo de eficacia, y nos la representa con una fórmula en la que Velocidad / Eficacia es igual al Número de acciones dividido por el Tiempo narrativo. La literatura argumentada en forma de ecuaciones matemáticas. No se asusten.
La velocidad literaria (XXI premio Tiflos de Literatura, modalidad Cuento, 2011) no es un libro de relatos convencionales. Su propia autora habla en la “Presentación” de nueve no-ensayos y un artículo final, que da título a la obra. Podríamos afirmar pues que la obra está compuesta por diez ensayos en forma de relatos. Pero tampoco andaríamos descaminados si asegurásemos que se trata de diez relatos en forma de ensayos. ¿Qué separa a un género de otro? ¿Qué los une? ¿Hasta dónde alcanza la ficción? ¿Dónde se inicia la realidad? Los límites, como ya adelantábamos, se cuestionan y difuminan en esta obra repleta de guiños y referencias literarias en la que, precisamente la literatura, es el hilo conductor y temático.
Los no-ensayos/relatos de La velocidad literaria están escritos en primera persona por autores como JMF, Cora Mac, Harriet Mur (esposa del profesor Alexander), Evaristo Leal, Cecilia Danielle Tripa, Max Rocha, Lunita Laredo, Rolando Bartes, Joe Nieves y el ya citado Alexander E. Vinográdov, a quienes se nos presenta como si de las actas de un congreso se tratara: de cada uno se aporta a modo de ficha su biografía y, en algunos casos, su bibliografía. Todos los escritos tienen un denominador (¡las matemáticas!) común: la creación literaria y la reflexión sobre ella.
¿Conocen a Ricardo Folguetti? JMF, también librero, les contará la increíble historia de este librero ciego que, en sus últimos años, paseaba en un carrito de la compra los libros por las calles y noches de Cádiz. ¿Han oído hablar de la Generación de la calle San José número 8? La escritora Cora Mac, perteneciente a ella, intenta establecer el decálogo generacional en torno a los postulados de Julius Petersen. Aporta, como manifiesto generacional, una especie de venganza pornográfica y adolescente (por aquello de la difícil relación entre literatura y pornografía).
¿Existe algún nexo entre literatura y enfermedad? La profesora emérita de Literatura Española Harriet Mur, a través de Kafka, McCullers, Delibes, Bolaño o Susan Sontag, llega a la conclusión de que sí, y mucha. ¿Saben que Evaristo Leal, autor del libro de culto Limbo, realmente no se suicidó aquel 26 de marzo de 1999? Él mismo nos aclara toda la sorprendente verdad. El filósofo y escritor Max Rocha, doctorado por La Sorbona, repasa con sutileza la vida de Walter Benjamín y su compleja muerte, simulando para ello la propia estructura del Libro de los pasajes. ¿Cómo contaríamos la experiencia de los empleados de una oficina que se ponen de acuerdo para leer todos el Ulises de Joyce? Lunita Laredo (seudónimo de la escritora Serena Oates) lo hace de corrido, sin signos de puntuación, llevándonos casi a la asfixia intelectual. Rolando Bartes nos enumera algunos atropellos literarios, comenzando por aquel en que una furgoneta arrolló a Roland Barthes en la calle de las Écoles, frente a La Sorbona. La escritora Joe Nieves nos relata, con una prosa exquisita, cómo todo está en la infancia, incluso los inicios de una gran carrera literaria: un lápiz y un trozo de papel.
En definitiva, y parafraseando al profesor Alexander E. Vinográdov, si “el aburrimiento es inversamente proporcional a la velocidad literaria, o sea, a la eficacia de una obra” habremos de concluir que estamos ante un libro que es, simplemente, enorme antónimo del término ‘aburrido’.
Nieves Vázquez (Cádiz, 1965) es Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz y Master of Arts por la Universidad de Vilanova (EEUU). Aparte de su actividad docente, de sus publicaciones universitarias y de la obra que nos ha ocupado, es autora de los libros de relatos El día de la ballena (2006), El cielo asusta (2009) así como de la novela Experimentos sobre el vacío, finalista de los premios Carolina Coronado y Jaén de Novela, ambos en el año 2010.
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