Miguel de Unamuno ¿será el desencanto cosa del fin de siglo?
Por M. Cristina Vidal
Actualmente la fe en cualquiera de las cosas que antes se veían como entes firmes está cayendo. Muchas de nuestras anteriores convicciones pasan de uno a otro lado, buscamos ponerlas en orden e, incluso, encontrar un intermedio, pero acabamos desilusionados. Es posible, que este desencanto nos ocurra por la falta de un nuevo empujón, por buscar unas nuevas ideas para luchar, tal vez los comienzos de siglo no sean tan distintos los unos de los otros y, encontremos en Unamuno una mente más actual de lo que podría parecer.
A tan solo un año de los 150 del nacimiento de este autor, comenzamos a preguntarnos por su figura y su pensamiento, sus dudas, sus miedos, sus convicciones y sus continuos cambios de posición dentro de una época en la que parecían tomarse caminos sin vuelta atrás.
Don Miguel de Unamuno, bilbaíno de nacimiento y profesor en la Universidad de Salamanca (de la que más tarde sería rector), muestra a lo largo de su vida y su obra un doble pensamiento. Podría decirse que todo aquello por lo que lucha encuentra dentro de él su contrario y termina por buscar un punto medio entre ambos pensamientos. Para no extendernos demasiado hablaremos de Unamuno en cuanto a la política, la literatura y la religión.
No dejamos de ver el pensamiento de Unamuno como un pensamiento completamente actual; él coquetea en una y otra dirección, pero termina casándose con la desilusión tras comprobar que no le convence una cosa ni otra, ni siquiera su punto medio. Ocurre, de esta forma, que en plena efervescencia del nacionalismo vasco, Unamuno se decantará por la defensa de lo vasco desde una perspectiva españolista; coincidiendo con el iberismo de Joan Maragall como catalanista españolista, con quien mantendrá correspondencia.
Ya que hemos comenzado con la política, podemos mostrar de nuevo su dualidad y su desencanto a través de sus defensas de uno y otro bando político español, que desembocarán en la Guerra Civil. Con el surgimiento de la República, Unamuno se mostró a favor de la nueva forma de gobierno y fue un buen defensor de la misma hasta llegar al desencanto, lo que le llevo a mostrarse a favor del golpe de estado del bando nacional. No obstante, poco le duró aquello, ya que viendo el tono que iba tomando la Guerra Civil y, tras el incidente en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, se verá retirado en su casa donde morirá un 31 de Diciembre del 36.
Vemos que Unamuno busca el equilibrio entre dos extremos. Ciertamente, vivió una época de la historia española en que poco se valoraban las medias tintas; sin embargo, la visión de esto desde casi un siglo después, hace que demos mayor importancia a este pensamiento del autor vasco; un pensamiento que busca la conciliación de los extremos en una idea equilibrante y moderadora.
En cuanto a su producción literaria, donde deja reflejadas todas sus preocupaciones existenciales, desarrolló todos los géneros: el ensayo, la novela, el teatro y, tardíamente, la poesía. Sin embargo, de nuevo volverá a actuar este inconformismo que le caracteriza y, de esta forma, creará la nivola como modo de escudarse ante las posibles críticas de una sociedad anclada en una novela decimonónica que este autor había dejado atrás.
A modo de broma, expondrá tanto en el prólogo como en el interior de Niebla (su novela de mayor éxito) el término nivola, que ha quedado ya en la mente de todos aquellos que hemos estudiado a Unamuno. Más extraña puede verse la tardía decisión de escribir poemas. Por lo general, los poetas comienzan a escribir en la adolescencia y van puliendo su escritura, sin embargo, Unamuno comenzó con este género cuando ya había probado con otros tantos. Su poesía no es especialmente destacable dentro de su obra, pero sí lo es por los temas que trata, sobre todo su principal preocupación: la unión de razón y fe.
Como hemos ido apuntando, el tomar un único camino no era la naturaleza de este bilbaíno y así lo demuestra en varias obras. Siendo católico de nacimiento y habiendo pasado por crisis de fe, decide apoyarse en la razón para poder salvar el pensamiento de la muerte de la nada después de la vida. No será ningún consuelo la religión ni tampoco la razón, no será capaz de encontrar el punto medio que le haga despreocuparse por su “yo” tras la muerte física. Con todo ello, las opciones para sobrevivir a la muerte será tener descendencia y dejar sus obras literarias, solo con ello podrá quedar algo de él en este mundo y, siempre, se guardará su recuerdo.
Así, hemos ido conociendo la pluralidad de pensamiento de Miguel de Unamuno para percatarnos de la actualidad que muestra, ya que, muchas veces, vemos que esta sociedad no tiene unas defensas claras sino dudas, que las dudas llegan al desencanto y, que este desencanto debe verse superado por la búsqueda de una solución. Cuál sea esa solución, estando más o menos de acuerdo con ella, solo depende de nosotros.