Sobre la fascinante relación entre espiritualidad, felicidad y percepciones alucinatorias
¿Es la espiritualidad sólo una alucinación feliz?
Alucinar puede ser para algunas personas signo del horror mental o de la imprecisión de los sentidos. Para otros, sin embargo, una alucinación puede abrir todo un campo de experiencia que los acerca a lo espiritual o a un mundo que normalmente yace velado.
Se calcula que por lo menos el 70% de las personas han tenido una “experiencia inusual” que podría describirse como una alucinación. Muchas de estas personas viven estas experiencias como placenteras.
El investigador James Schuumans-Stehkhoven de la Universidad Charles Sturt de Bathurst, Australia, hizo un estudio en el que descubrió que las personas “felices”, según un índice de felicidad, suelen inclinarse a una visión espiritual del mundo. En un sondeo de más de 485 individuos Schuumans-Stehkhoven encontró una correlación positiva entre el incremento de felicidad y alucinaciones con el incremento en espiritualidad. Por otra parte personas que no marcan alto en un índice de felicidad no mostraron un incremento en su espiritualidad al aumentar la cantidad de experiencias alucinatorias. Escribe Schuumans-Stehkhoven
«La espiritualidad podría ser la mala atribución de una afectación positiva a un estímulo inusual que surge de eventos preceptúales extraños, los cuales coinciden con un efecto positivo exultante […] tal vez existe un efecto de reforzamiento. ¡Así que si estás de buen humor, y luego experimentas algo extraño, eso es interpretado de una forma espiritual y eleva tu estado de ánimo aún más!»
De esta información se desprenden varias líneas de investigación. Por una parte, como ya se ha visto en numerosas ocasiones, la espiritualidad tiene una correlación positiva con la felicidad. Creer en un mundo espiritual o energético que soporta a este mundo es generalmente algo que provee confianza Pero también podríamos especular que la espiritualidad es el resultado de una alucinación feliz, o de un estado de percepción inusual en una persona de suyo feliz. Puede ser que estas personas alcancen una conciencia mayor que les permite percibir algunos aspectos invisibles de la realidad. O, en cambio, que a manera de una proyección mental, la alucinación confirma una creencia previa que se basa en un mundo espiritual. La felicidad alucina amables espíritus –que pese a poder dar un confort real—podrían no ser más que las alucinaciones de una mente positiva.