Tanto lío por una manzana
La manzana posee un simbolismo en las artes y la mitología a la altura de su delicioso sabor
¿No es patético haber perdido el Paraíso por una triste fruta?
Por culpa de ese peccatum originale originatum perdimos los dones preternaturales de la inmortalidad y la exención del sufrimiento. Además, las capacidades del espíritu humano (morales e intelectuales) al verse privadas de su vigor natural sometieron la voluntad a las pasiones y el intelecto al error.
Si nos iban a condenar a ser simples mortales cabe preguntarse ¿por qué, en vez de morder la fruta no se deleitaron bebiéndola? El Calvados es un excelente y delicioso digestivo que hubiera hecho más llevadera esta pérdida de gracia. En caso de ser abstemios hubieran podido, por lo menos, pecar con una bien preparada tarte Tatin.
No satisfecha con nuestra desgracia la poma ha sido responsable de muchas travesuras a lo largo de la historia. Si los dioses del Olimpo no hubieran olvidado las más elementales reglas de la urbanidad, la manzana no sería hoy conocida como la fruta de la discordia.
¿Se puede creer que, en el momento de hacer las invitaciones para la boda de Tetis y Peleo, un distraído olvidó a la Diosa de la Discordia?
Conociendo de antemano la vanidad de Hera, Atenea y Afrodita, Eris lanzó una manzana de oro diciendo:—Para la más hermosa. A pesar de que cada una de ellas se sabía bella ninguna se atrevió a recogerla. Conociendo Zeus lo celosa que era su esposa Hera y no ocurriéndosele una frase tan ingeniosa como la de Francisco de Quevedo -quien con un clavel en una mano y una rosa en la otra, le dijo a Mariana de Austria “Majestad, es coja entre el clavel y la rosa”, sabiendo que la reina no permitía ninguna broma o alusión a su cojera – decidió mandarlas con Paris
A Hera le prometió el poder sobre Asia, Atenea sabiduría en la guerra y Afrodita el amor de la mujer más hermosa del mundo.
Afrodita , diosa del amor y no de la moralidad, decidió que no importaba mucho que Helena fuera esposa del rey Menelao. Esto como todos sabemos resultó en la Guerra de Troya.
Fue una manzana lo que perforó Guillermo Tell con su flecha, y la que, también, ayudó a Newton con las leyes de la gravedad. Y así, rodando por el mundo, llegó a América para convertirse en el símbolo de una magnífica y extraordinaria ciudad.
Corría el año 1803 cuando llegó a Nueva York, huyendo de la guillotina, Evelyne Claudine de Saint-Evrermond. Bella, elegante y culta no tarda en volverse muy popular entre la alta sociedad.
Por razones que ignoramos su boda con el rico John Hamilton es anulada. Evelyne, al darse cuenta de la precariedad de su situación, decide intercambiar ¨le savoir-faire” francés por dólares americanos. Dicho de otra manera abrió un salón con mujeres hermosas y cultas.
Esta casa en el número 42 de Bond Street no era como los sórdidos lupanares que abundaban en esa ciudad. Aquí, los hombres podían hablar de literatura, filosofar y todo lo demás…
En 1870 el Gentlemen´s Guide de New York publica: “Gracias a su frescura, su piel firme, su belleza, las manzanas de Nueva York son las mejores no solamente de Estados Unidos y de todo el continente Americano si no también del viejo mundo.”
El doble sentido era entendible por todos. Por tener el mayor número de burdeles la ciudad empezó a ser conocida con el apodo The Big Apple.
En 1892 el candidato conservador “William Byrn” declara que por su alto nivel de corrupción y degeneración Nueva York es la manzana podrida del vergel americano.
La imagen de pecado está tan ligada a esta fruta que los cultivadores ven sus ventas caer en picado. Urge un cambio de imagen. La manzana debe convertirse en una fruta patriótica, saludable. De esa memorable campaña publicitaria nacen refranes como: “American as Apple pie” o “an apple a day keeps the doctor away.
Nada de esto me consuela de nuestra pérdida. Yo entendería y hasta celebraría el desliz de Eva si hubiera caído en la tentación de morder un voluptuoso mango petacón, porque al fin y al cabo lo bailado ¿quién te lo quita?
Maricarmen Ferrant/THEWOW