«Imaginariland» de Pérez Villalta en Siboney (Santander)
Del 24 de septiembre al 26 de octubre la Galería Siboney acoge «Imaginariland«, una muestra del artista gaditano Guillermo Pérez Villalta.
Imaginariland, es la tercera exposición individual de Guillermo Pérez Villalta, (Tarifa, 1948) en la Galería Siboney, tras las muy recordadas «Piranesi-Dream-Paisaje» (2002) e «Islas» (2007), y coincide en el tiempo con su exposición en el CAAC de Sevilla, comisariada por Oscar Alonso Molina, que bajo el título de Souvenir de la vida, -que es el nombre que se ha dado a una parte de su legado-, permite que el espectador pueda apreciar este conjunto de obras, junto con otros elementos de la vida del autor, elegidos bien sea por su valor sentimental o por la importancia en el recorrido de su carrera.
En los espacios monumentales de la Cartuja, tanto la dimensión plástica (pinturas, dibujos y esculturas), la arquitectura y las artes aplicadas (textil, mobiliario, joyería, cerámica y azulejería, atrezo y escenografía), como archivos, documentos y objetos personales, entablan un diálogo cargado de intención, con la arquitectura histórica que se podrá disfrutar hasta el próximo catorce de enero de 2014.
En paralelo en el tiempo, Imaginariland, presenta algunas piezas muy seleccionadas, trabajos muy concretos, que dan una muestra del Guillermo Pérez Villalta mas exquisito; Configurada la exposición por alguna de sus pinturas mas refinadas, dibujos a tinta, acuarelas, y bocetos junto alguna escultura, denota una de las características más acusadas del quehacer de nuestro artífice: la esmerada y tan meticulosa paciencia, casi propia de un artesano de otros tiempos, con que cuida el acabado de cada una de sus piezas, independientemente de su naturaleza. Y es que el artista aspira a que sean apreciadas, entre otras cosas, por la fascinación que crea al espectador la evidencia de encontrarse ante objetos especiales, objetos literalmente preciosos.
A esto precisamente alude, en el texto de la ya recomendada exposición de Sevilla, cuando declara a Oscar Alonso, en referencia a sus recientes trabajos en platería: «Todo arte superior es al final puramente ornamental», para añadir a continuación, cómo este aspecto «aparece en nuestras vidas paliando de continuo la mera utilidad de las cosas, que terminaría convirtiendo el día a día en un mecanismo árido que por exceso de funcionalidad deja de producir los beneficios deseados al proyectarlo. Necesitamos continuamente la ración de placer, lo mismo que la del sueño, para no hundirnos en lo demencial. A pesar de cuanto se ha dicho en el siglo XX, el sueño me parece puro juego de azar, un mecanismo que no se somete jamás al sentido; y del arte diría otro tanto. Ésa es la utilidad radical del arte, y no hay más allá. Desaparecido tal lado placentero, ahora sí que entendido en el sentido más metafísico, ya no hay arte.»
Se presentan 2 piezas de la serie Follyes de Imaginalia; inventos imaginados hace años que ahora ven la luz, y que evidencian la pasión de su creador por el territorio de lo ornamental. Son esculturas que en el principio fueron dibujos, y que existen fruto de un largo proceso, y de mucha implicación, y que suponen la concreción de mucho tiempo de espera para poder utilizar una artesanía de orfebres, que como él los define, son los que «hacen cosas para Semana Santa y que utilizan una técnica maravillosa». Lo que fue posible porque desde la galería de Rafael Ortiz encontraron un taller que estaba dispuesto a trabajar sobre los bocetos, que en muchos casos eran dibujos muy precisos que contaban paso a paso al orfebre el trabajo que tenía que desarrollar.
Se trata de esculturas que desarrollan paisajes casi oníricos. Obras llenas de simbolismos que pueden ser interpretadas de muchas maneras, como dice el autor, «Lo que quiero es que el espectador genere sus propias historias, y esto lo hago también en la mayoría de mis obras tanto en pintura como en dibujo. Una cosa es la historia que yo me cuento y otra la que se cuenta el espectador. Y es lo que procuro. Que se piense sobre lo que se ve. La gracia es la que la cabeza empiece a funcionar, eso es lo que hace que aquella obra sea algo».
Porque si hay un lugar donde Pérez Villalta se siente realmente un habitante, es en su propia imaginación. Un mundo interior riquísimo, de paisajes desbordantes de creatividad, que posibilitan que lo religioso y lo mitológico, lo biográfico y lo universal, el presente y la historia del arte, se fusionen en su obra.