LA BOMBA BISTRÓ
Por Mireia Acosta
Complicidad gastronómica: comer bien entre amigos
En una zona ajardinada del Norte de Madrid, con gran competencia de buenos restauradores, Christophe Pais abre su segundo restaurante, “La Bomba Bistrot” tras el éxito cosechado por su “Rice Bar” de Chueca. Debe su nombre a la variedad de arroz que domina la carta, pero no sólo ofrecen arroces, hay una estupenda cocina de mercado con buen producto.
Lo primero que llama la atención en este local, inaugurado a principios de verano, es la luz blanca y limpia que entra por las inmensas cristaleras. El espacio es amplio y acogedor a un tiempo y logra un ambiente en el que uno se siente inmediatamente cómodo y bien rodeado: es la suma perfecta de colores naturales en manteles y muebles, de fotos muy bien repartidas por las paredes, de pizarras que aportan un toque casero y rústico cuando anuncian el vermú “secretario de estado”, y es también la sonrisa de camareros y comensales con los que inmediatamente se empatiza.
La carta es divertida, variada, sencilla y práctica; se pueden compartir las entradas clásicas de la casa en “Trilogía”, que contiene para dos o tres personas ensaladilla rusa, butifarra blanca y croquetas, o en “Póker de ases”, recomendado para cuatro, que añade el ceviche de corvina o el tartar de atún.
Cuando llega Christophe a sugerirnos el “fuera de carta”, su sencillez enamora y convence. Reivindica una cocina de producto y de verdad: el tomate madurado en la mata y las verduras de temporada, las aves bien alimentadas y las carnes rojas cortadas sin evitar la grasa que aporta sabor y textura, el pescado salvaje en recetas atrevidas pero no sofisticadas y los arroces, de los mejores de Madrid, en una variedad que absorbe como debe a sus compañeros de olla.
Para el arroz meloso con carabineros se macera la cabeza del carabinero con aceite durante seis horas y se consigue una emulsión sabrosa y suave cuyo color rojo intenso entra por los ojos. Además del arroz a banda y del arroz negro, destacan en la carta los “arroces del mundo”, con un basmati coreano o un risotto milanesa en su punto.
Aquí se cuidan los detalles, se presta atención a la pureza y textura de las sales, al molido de la pimienta, a la mantequilla y al pan, porque hasta lo más pueril e insignificante en cocina requiere su arte.
En La Bomba se encuentra esa complicidad gastronómica que consiste en compartir, en ser generoso ofreciendo los descubrimientos propios y en reconocer los éxitos de otros, así encontramos homenajes a Martín Berasategui con su receta del tartar de atún o al gran Berlanga con el arroz de cocido; por eso venden bien los productos, su origen, como los embutidos de los hermanos Rovira y presumen de proveedores, las carnes de Higinio y Cesáreo Gómez, el mar de Pescaderías Coruñesas o toda la variedad de los puestos de siempre del maravilloso mercado de Chamartín.
Los postres no son muchos pero cubren todos los sabores que la sobremesa exige: el buen chocolate, la acidez de las frutas y las natas y merengues para los más golosos, ya es famosa su Tarta Pavlova.
Hay buen vino por copas, como el Señorío de Bocos “Roble”, un tempranillo muy premiado. El champán Michel Gonet servido también por copas es un magnífico acompañante y un gran hallazgo.
Deseamos para “La Bomba Bistrot” un buen otoño de setas, membrillos y muchos clientes que llenen interior y terraza, porque se lo merecen, porque cumplen a la perfección la máxima de cualquier viaje del paladar: “Buen apetito, feliz comida y mejor digestión.”
La Bomba Bistrot
C/ Pedro Muguruza, 5
28036 Madrid
91.3503047