Cedrick Mabwati, el congoleño que escapó de la guerra al fútbol profesional
Por Francisco Espinosa
Arrancó en media cancha y enfiló rumbo a la portería que defendía Diego López. En el camino, Sergio Ramos iba midiendo el tiempo echándose para atrás intentando encontrar el tiempo exacto para intentar arrebatarle la pelota. Manolo Lama, comentarista legendario español gritaba “El de la cañita” a micrófono abierto. Cedrick Mabwati se quitó con suma facilidad a uno de los mejores defensas del mundo, y puso un pase que simplemente fue empujado a portería.
El congoleño de sonrisa amplia, arribó a España junto con su madre y sus tres hermanos cuando eran aún niños. Funcionaría pública de la República democrática del Congo, la mamá enjundiosa, huyó con sus pequeños debido a la situación política inmersa en un conflicto armado que parecía nunca acabar. En Salamanca, ciudad estudiantil por excelencia, Cedrick comenzó a brillar por su capacidad con la pelota bien pegada a sus pies mientras su velocidad iba aumentando. Un chico abierto, de pocos prejuicios, adoptó al español como su lengua mientras llamaba la atención de gente ligada al fútbol.
Aproximadamente 4 millones de personas murieron en la segunda guerra del Congo que oficialmente acabó en 2003. Con cinco años de duración, la lucha por el control de una gran extensión de territorio dejó herida a una nación y miles de congoleños que se marcharon en busca de una realidad que les permitiera soñar. Desde casi el sur de áfrica, una familia salió hacia el tan mentado primer mundo. Con nulas noticias de su padre, Cedrick afrontó el reto de la supervivencia con el futbol como bandera.
En el pequeño equipo de Santa Marta, destelló apenas entrado a la difícil etapa de la pubertad. Sin zapatos ni espinilleras propias, jugó mientras su familia se acoplaba al nuevo estilo de vida. Sus dotes como jugador fueron informados al Atlético de Madrid que tenía al Santa Marta como filial. En una prueba en plena tarde de invierno, fue fichado por la entidad colchonera. Cedrick llegó a Madrid donde rápidamente avanzó de categorías. Siempre con sus buenos modales, amable y sonriente, el congoleño iba dejando talento lo mismo que amigos por donde pasaba. Sin embargo, a pesar de debutar con el primer equipo, su futuro estaba lejos del Calderón.
Cedido al C.D. Numancia durante 2010, encontró su hábitat natural. En un equipo de gran tradición atrapado en segunda división explotó sus cualidades que comenzaban a madurar. A los 19 años se convirtió en un referente de una afición que soñaba con ascender. La llegada de José Luis Caminero a la dirigencia del Atlético lo dejó sin un lugar en el primer equipo rojiblanco. Numancia pagó el costo del traspaso. El querido Cedrick jugó dos años completos mientras la primera división observaba de reojo el desarrollo de la joya.
Este verano, el club de Soria tuvo un gesto poco habitual en esta realidad sin escrúpulos cuando se cuenta con una joven promesa. En lugar de la avaricia, fue un compromiso humano el pactado con el congoleño. “El de la Cañita” decía Manolo Lama refiriéndose al precio de la cerveza. Cedrick fue vendido en 1 Euro (más impuestos) al Real Betis. Una claúsula en su contrato planteaba una fecha límite para que se estableciera esa módica cantidad. Así llegó a Sevilla, sonriendo y feliz mientras de a poco el resto del plantel se entrega a su carisma. Su familia, en París, observa atenta su evolución.