Elysium: hasta que suceda
Por Juan Amor.
En el año 2154, la humanidad está dividida en dos mundos: nosotros (es decir, los pobres o los menos privilegiados o, básicamente, el rebaño) vivimos en la tierra; mientras que los privilegiados (es decir, los ricos, los poderosos, los políticos, el ejército…), viven en Elysium, el paraíso.
Con esa premisa comienza una propuesta que, sin hacer mucho uso de nuestra memoria, no debe resultarnos desconocida: cómo el poder nos tiene sometidos a su mandato, sea cual sea el momento histórico, y cómo, para conseguir “algo”, es necesario que se derrame sangre.
Vayamos por partes.Es imposible ver la película sólo desde una visión meramente cinematográfica, o al menos es imposible para aquellos que ya están cansados de que se les tome por imbéciles cada vez que van al cine a ver una película en la que el personaje principal tiene que enfrentarse al sistema. Aunque viendo como continúan las cosas, eso del opio del pueblo ya huele.
No obstante, la visión del autor de District 9, Neil Blomkamp, pone de manifiesto su manejo con la distopía, meciéndose en los clichés comunes, como el amor de la infancia, los personajes sin rumbo y la lucha contra el malo (aunque aquí el malo de la lucha final es, irónicamente, el producto creado por el otro malo diplomático: el poder). Clichés, que para algunos la convierten simplemente en un blockbuster incapaz de servir para más, ni siquiera para removernos la conciencia.
En mi opinión, lamentablemente, es normal que sólo se lea lo que quieren que leamos; no me extraña. Llenos de palomitas, cumpliendo con el protocolo de asistir al cine (convertido en una “pijópolis”, cada vez más cara y cada vez más “multinacional”), es normal que nuestra pertenencia al sistema nos haga siervos de sus necesidades.
Por lo tanto, no me limitaré a ser un cinéfilo culto y alimentador del ciclo (ni lo soy ni lo pretendo), de eso ya hay millones, sólo hay que entrar a cualquier página de información cinematográfica y podremos encontrar a los sabios que, si dicen que la película es una bazofia y tú eres imbécil, no irás a verla (qué iluso) y si dicen lo contrario, asistirás porque “tiene buena crítica”. Y luego nos quejamos que la publicidad nos trata como críos.
Por lo tanto, el análisis técnico, artístico y cinematográfico en general lo dejamos para los que saben. Yo, desde mi ignorancia, no me cansaré de decir que ver una película que nos muestra una salvaje realidad (no solo la que vivimos actualmente, si no la que hemos vivido eternamente), que nos está diciendo: “venid a ver esta impresionante película que os llenará la mente de efectos visuales, sonoros y espectaculares, donde se os cuenta (una vez más), cómo el sistema manipula a la población, la somete a sus necesidades, la ignora, la clasifica, la humilla y además la utiliza para fabricar sus propios guardianes”, nos convierte en los miembros más efectivos de esa manada, que se enorgullece por ser hipnotizada y arrastrada al consumo de productos y a su eterno ciclo de este absurdo, convertido en tragedia para millones de personas.
Pero sigamos yendo por partes y analicemos los citados “clichés”, que para algunos” le quitan bastante peso a la película”:
1- El Amor de la infancia y su utopía por mantenerlo en el tiempo y ser capaz de superar todos los obstáculos, luchando contra el poder, emergiendo desde la oscuridad y alcanzando la libertad y la igualdad. Digo yo, eso es un cliché, una pijotada, una topicada, o es una necesidad que todo hijo de vecino promulga y busca. De ahí eso de «dime lo que promulgas y te diré…».
2-Personaje que no quiere dar su vida por la humanidad y que, enfermo por alimentar al propio sistema y acceder a las amenazas de quedarse sin trabajo, solo quiere salvarse él. Es decir, básicamente, lo que es la gran mayoría y en lo que nos están convirtiendo: “divide y vencerás, sálvese quien pueda”… Personaje que, de pronto, se convierte en héroe precisamente porque, gracias al Amor, es imposible que se convierta en otra cosa que no es, ya que ha vivido sometido al poder depresivo y anulador de su verdadera búsqueda del ideal.
3- Al final, el malo malísimo se enfrenta al bueno. Es curioso, como ya comenté, que el malo del final de la película es el producto, la hiena y el buitre que ha creado el propio poder, reclutándolo de entre los propios olvidados y abandonados. Es decir: entre nosotros mismos nos matamos por un poquito de Elysium. ¿No nos lleva eso hasta nuestros círculos más cercanos, trabajo, comunidad, familia, amigos? En mi opinión, no se trata de ver el cliché, ni el tópico, eso lo ven todos, sobre todo los críticos y demás sectas, se trata de que dejemos de ser tan cultos y cinéfilos y de una puñetera vez nos preguntemos: “¿queremos esto?”.
4- La enfermedad del personaje débil. En este caso la niña. ¡Vaya, que topicazo!, tan topicazo que si pasa al lado nuestro y no nos enteramos, mejor. Si sale en un medio de comunicación todo el mundo se vuelca, mientras el poder sigue enriqueciéndose a nuestra costa creando una “súper sociedad privilegiada” que compra la vida, compra órganos (La isla), compra tiempo (In time), compra, compra, compra… Menos mal que al salir del cine siempre nos queda una buena hamburguesa.
5- Dentro del mismo poder, los propios traidores están trabajando para hacerse con él. Otro cliché que, “curiosamente”, no puede estar más acorde con la realidad actual de nuestro país. Ya no sólo es el poder el corrupto y el miserable, sin escrúpulos, dictatorial y déspota por naturaleza, lleno de lujos que lo convierten en un esclavo de su poder, incapaz de mostrar debilidad, porque eso es no pertenecer a los “elegidos”; si no que entre ellos mismos se cuecen las mismas armas con las que tratan de mantener su imperio y seguir denominando “ciudadanos” a los que compran todo lo posible para mantener su estatus. Aquí, el topicazo, para los ojos de los cinéfilos, sobra porque convierte la cinta en más de lo mismo y bla,bla… Es cierto, ocurre lo que quieren que ocurra, que sigamos siendo lo que somos y que sigamos siendo lo que quieren que seamos: expertos críticos que llenemos las hojas de las revistas (que luego consumiremos), espectadores obedientes que seguirán las líneas marcadas y consumidores compulsivos, programados para temer y sobrevivir.
En definitiva, que entre los críticos, los Oscar, los espectadores obedientes y los clichés, estamos perfectamente programados para seguir esperando que el cine (en este caso), nos vuelva a mostrar cualquier otra película que nos hable de la eterna lucha por la rebelión ante la injusticia. Que estamos perfectamente programados para esperar que en ella nos cuenten que, tal vez, de aquí a unos cincuenta años (o menos), los poderosos compren aún más la vida, la conviertan en un lujo, creen una legión de robots, androides, que les protejan y les sirvan. Que estamos perfectamente programados para seguir sobreviviendo, mientras nos dicen en nuestros morros: ”seguid pagando, para mostraos cómo nos aprovechamos de vosotros a través del arte, que es, en definitiva, lo que necesitáis para haceros creer que estáis viviendo”.
Y ahora, sigamos viendo Elysium…y lo que nos queda.
JUAN AMOR