Henry Mancini – Rendimos un homenaje al genial compositor
Por Miguel Coneman / Muzikalia
Resulta muy estimulante escribir sobre alguien tan importante como Henry Mancini, uno de los músicos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Hombre de jazz y ritmos latinos, creador de inolvidables bandas sonoras para el séptimo arte, Mancini es conocido por el gran público por sus inmortales main titles, esas melodías principales o centrales de las películas, sugerentes y refinadas, que se han convertido en auténticos clásicos.
Nacido en 1924 y de ascendencia italiana, muy pronto sus padres le llevaron a escuelas musicales donde aprendió a tocar el piano y la flauta, instrumentos que le gustaban especialmente. En 1942 se matriculó en la prestigiosa Juilliard School of Music, pero sus estudios musicales se vieron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial donde prestó servicio en el ejército norteamericano. Acabada la guerra se unió como pianista a la orquesta de Glenn Miller y unos años después comenzó a trabajar en el mundo del cine, en concreto en 1952. Sus primeros trabajos para el séptimo arte fueron composiciones para películas de serie B de los estudios Universal, que, en estos años, tenía un equipo de músicos trabajando a destajo componiendo melodías para ser incluidas en las producciones del estudio. Estas creaciones se caracterizaban por el hecho de que podían ser usadas para todo tipo de géneros (lo cual les confería cierta monotonía) y porque utilizaban bastantes recursos instrumentales clásicos. Durante estos años, adquirió gran experiencia, ya que entre otras cosas, coincidió con importantes nombres del estudio como Herman Stein o Joseph Gershenson, músicos de gran prestigio.
Pronto destacó por su idea de introducir elementos del jazz en las habituales bandas sonoras de la época. Estas scores de los años 50 eran de corte clásico, con los tradicionales arreglos instrumentales, y con sus aportaciones se cambió la concepción del background de la banda sonora, dotando de más versatilidad y mutabilidad a la música. No obstante, algunas veces no era ni acreditado.
Su forma de entender la música atrajo la atención de directores como Blake Edwards y Orson Welles, que vieron en él la persona ideal para trabajar en sus producciones. La relación con Edwards fue muy fructífera y compuso las soundtracks de multitud de sus films (28 películas), pero no podemos olvidar que su primera composición en solitario para el cine fue Sed de mal (1958), de Orson Welles.
Sed de mal, gran película de Welles, tiene una partitura con evidentes influencias latinas (la historia se desarrolla en la frontera entre EEUU y México) y cadencias jazzísticas. El titulo de entrada es magistral, acompañando a la célebre apertura del film (ese mítico plano secuencia de 3 minutos). En esta historia de posicionamientos, engaños y corrupción, la música de Mancini refleja a la perfección el ambiente de la trama, así como la bajeza de los personajes y la tensión de sus relaciones. Por cierto, magistral Orson Welles como el capitán Hank Quinlan. Muchas veces se ha dicho que Mancini era el mejor a la hora de crear obras musicales para historias distinguidas y románticas, pero aquí refleja a la perfección la degradación del ser humano en el marco de una atmósfera exótica, intrigante y sórdida.
Antes de Sed de mal ya había trabajado en films importantes del estudio como Música y lágrimas (1953), La mujer y el monstruo (1954) y Tarántula (1955), aunque compartiendo la banda sonora con otros músicos.
Mancini fue un hombre que trabajó mucho para la televisión en los años 70 y 80, creando sintonías para numerosas series televisivas, como Hotel, Newhart, El pájaro espino, Remington Steel, Mr. Lucky y Peter Gunn, éstas dos últimas con Blake Edwards. Mancini no se caracteriza por tener una muy extensa filmografía, quizás como consecuencia de la diversificación de su obra (cine, trabajos orquestales, conciertos, televisión, etc), pero, en mi opinión, tiene en su haber diez de los mejores main titles jamás compuestos para el mundo del celuloide. Estas sintonías centrales de Mancini suelen ser breves (entre 2 y 4 minutos), están interpretadas por pequeñas orquestas aunque pueden incluir elementos vocales, cuentan con las ya mencionadas influencias latinas y del jazz y, en algunas ocasiones, finalizan con bruscas rupturas de la armonía musical.
Estas maravillas son: La pantera rosa, Charada, Chantaje contra una mujer (una de sus mejores obras, pero sin embargo de las más desconocidas, cuyo título original es Experiment in terror), Desayuno con diamantes, Hatari!, El guateque, El nuevo caso del inspector Clouseau, La carrera del siglo, Días de vino y rosas y Dos en la carretera. Como muchas veces se ha dicho de Mancini, música con mucho estilo (el famoso toque Mancini), con un alto grado de popularidad.
Revisando su obra, podemos ver que sus composiciones se especializaron en la comedia romántica, la aventura, el musical y el drama, con alguna aportación puntual para otros géneros. Destacamos entre otras: Soltero en el paraíso (1961), Desayuno con diamantes (1961), Hatari! (1962), Chantaje contra una mujer (1962), Días de vino y rosas (1963), Charada (1963), La pantera rosa (1963), El nuevo caso del Inspector Clouseau (1964), Su juego favorito (1964), La carrera del siglo (1965), Dos en la carretera (1966), Arabesco (1966), Momento a momento (1966), Sola en la oscuridad (1967), El guateque (1968), Romero y Julieta (1968), Los girasoles (1970), Darling Lili (1970), Casta invencible (1971), El ladrón que vino a cenar (1973), La chica de Petrovka (1974), El regreso de la pantera rosa (1975), El carnaval de las águilas (1975), La pantera rosa ataca de nuevo (1976), El expreso de Chicago (1976), La venganza de la pantera rosa (1978), 10, la mujer perfecta (1979), Condorman (1981), Víctor o Victoria (1982), Tras la pista de la pantera rosa (1982), La maldición de la pantera rosa (1983), Lifeforce: fuerza vital (1985), Santa Claus, el film (1985), Basil, el ratón superdetective (1986), Esta es mi vida (1986), Cita a ciegas (1987), Ese fantasma es mi jefe (1989), Ghost dad (1990), Nunca olvides (1991), Agente oculto (1991), Switch, una rubia muy dudosa (1991), Tom y Jerry, la película (1994) y El hijo de la pantera rosa (1994).
Falleció en 1994, víctima de un cáncer, pero es curioso que su última banda sonora fuera para un film de la saga cinematográfica que inmortalizó su música.
Los directores más importantes de su carrera fueron Orson Welles, Stanley Donen, Howard Hawks y Blake Edwards. Welles fue fundamental en su carrera porque Sed de mal le abrió las puertas de Hollywood y otros directores se fijaron en el estilo Mancini.
Para Donen compuso tres grandes bandas sonoras que fueron Charada, Arabesco y Dos en la carretera, películas con mucho estilo y muy influyentes a nivel musical y visual, contando todas ellas con unas grandiosas parejas cinematográficas. Además, en los casos de Charada y Arabesco, los main titles nos ofrecen unos espléndidos trabajos por parte de Saul Bass y Maurice Binder respectivamente, grandes maestros del diseño gráfico y de creación de títulos de crédito, creando una fusión irrepetible con la música de Mancini y el diseño de Bass y Binder.
En relación a Howard Hawks, hay que destacar la formidable banda sonora de Hatari!, perfecto ejemplo de música para el cine de aventuras, con esas melodías suaves y tranquilas, que de repente se tornan bruscas, quizás en alusión a la vida serena de los grandes parajes y las sorpresas que guardan. El tema central de Hatari! es glorioso, sumamente relajante, y ha sido utilizado en otros soportes, como la publicidad. También hay que incidir en el Baby Elephant Walk theme, otra mítica creación para este film, pegadiza y elegante, retrato de los momentos más amenos entre el personaje de Elsa Martinelli y las crías de elefante.
El caso de Blake Edwards es digno de mención, ya que no es habitual encontrar una lealtad director-músico tan trascendente en el mundo del cine. Veintiocho películas juntos son muchas, pero lo importante es el estilo y la confianza. Una relación duradera porque se conocían estrechamente, sabiendo qué necesitaban el uno del otro. Con Edwards, Henry Mancini alcanzó su máxima popularidad en los años 60. De su colaboración nos han quedado auténticas joyas como Desayuno con diamantes, La carrera del siglo, El guateque y Víctor o Victoria, mostrándonos que Mancini es mucho más que La pantera rosa.
Desayuno con diamantes es un film legendario, que con el paso del tiempo ha encumbrado la imagen estilosa de Audrey Hepburn y la balada Moon River (creada junto a Johnny Mercer), convirtiendo a ambos en iconos de la cultura pop. Se trata de una historia romántica donde la música de Mancini se ajusta como anillo al dedo.
Me gusta recordar La carrera del siglo, ya que aparte de ser una película monumental y un homenaje al cine mudo, tiene unas melodías de una significativa sensibilidad que nos permiten acentuar la genialidad de Mancini y su enorme creatividad ante un reto como éste, que demandó composiciones muy diferenciadas según los personajes estereotipados del film (Profesor Fate, El gran Leslie, etc). Además, esta película nos confirma el descomunal actor que era Jack Lemmon.
El guateque es otro cumplido al séptimo arte, desde la óptica del slapstick más disparatado, reflejo de un Hollywood con más sombras que luces. El film es un compendio de momentos musicales inolvidables: el tema central que acompaña todo el recorrido de ese sobre que por error llega a Peter Sellers, todas las melodías que aparecen en la fiesta (interpretadas por esa típica pequeña orquesta de Mancini) y la pieza final, triste y solemne, que nos enseña cómo, después de todo, la rutina invade nuestras vidas.
Víctor o Victoria es un musical muy divertido interpretado por la mujer de Blake Edwards en la vida real, Julie Andrews, con un argumento de los que le gustaban al director norteamericano: las confusiones amorosas y la ambigüedad sexual. La score es sublime en su conjunto (majestuoso el uso del piano) y emociona por su ritmo, instrumentalidad y ternura. Destacan los números Le Jazz Hot (un tributo al jazz), The shady dame from Seville (jocoso número sobre una dama española), Gay Paree (una canción con afecto hacia el París gay de la época, con la voz inconfundible de Robert Preston), Crazy World y You and me (piezas intimistas sobre la aceptación de la diversidad).
También trabajó para el cine de animación, como en los casos de Basil y el ratón superdetective (para Walt Disney) o Tom y Jerry, la película. Como curiosidad, mencionar que compuso la banda sonora de la película Frenesí, de Alfred Hitchcock, pero al final fue desestimada por el director británico en su totalidad y sustituida por otra score de Ron Goodwin, ya que la música de Mancini le recordaba mucho al sonido de Bernard Herrmann.
Ha escrito dos libros, uno sobre la orquestación de las bandas sonoras, que es una guía profesional sobre la creación de melodías, estudiada tanto por alumnos de escuelas musicales como por expertos, y una autobiografía titulada Did they mention the music?
Con más de 50 álbumes publicados, la lista de premios que obtuvo a lo largo de su versátil y exitosa carrera fue interminable: 20 Grammys de 72 nominaciones (uno de ellos por La pantera rosa), 4 Oscars de la Academia de Hollywood de 18 nominaciones (mejor banda sonora dramática por Desayuno con diamantes y mejor canción por Moon River; mejor canción por Días de vino y rosas y mejor banda sonora y adaptación musical por Víctor o Victoria), un Globo de Oro, numerosos premios a sus discos, diversas distinciones universitarias, etc.
Sin lugar a dudas podemos afirmar que Henry Mancini es uno de los grandes, un artista que nos legó un tesoro musical extraordinario y al que nunca olvidaremos.