La aclimatación al calor en el deporte
Por Jesús Gómez
La aclimatación es el conjunto de adaptaciones que le permiten a una persona tolerar mayor estrés por calor ambiental. Este proceso, parte fundamental en la prevención de las enfermedades relacionadas con el calor, básicamente induce cambios en la cantidad y calidad de la sudoración así como en el flujo sanguíneo, adaptando al organismo a trabajar más eficientemente en climas calurosos generando menos calor interno. Sabemos que si la temperatura interna sube por encima de los 36,5ºC empezamos a entrar en una situación de fiebre y en consecuencia, además de que el organismo no trabaja eficazmente a nivel de los procesos enzimáticos para la obtención de energía. Esto suele ser debido a la deshidratación que se da habitualmente en días calurosos y deportes de muy larga duración.
Para aclimatarse al calor, se aconseja entrenar en días calurosos (25ºC) a intensidades medias (entre 55-70%VO2max) durante 7-14 días (aunque la mayoría de las adaptaciones fisiológicas, un 75% se consiguen al final de la 1º semana), alcanzando la aclimatación completa a los 14 días (Billat, 2002). Así, la vasodilatación cutánea y un aumento del volumen sanguíneo (+10-12%) al entrenar en calor se observan a finales de la 1º semana y a los 14 días, se observan mejoras en el ritmo de sudoración para disipar mejor el calor interno y la concentración de sales (Na y Cl) perdidos por cada litros de sudor es menor. Algunos autores afirma que se necesitan sesiones diarias de más de 90′ de duración para aclimatarse bien al calor (Pandolf, 1996).
Al igual que el entrenamiento en ayunas o el entrenamiento en altura, las altas temperaturas, parece ser que son un estrés que genera adaptaciones que mejoran el rendimiento. Una mejor gestión de los líquidos corporales, de los minerales, de la temperatura corporal y una mejor eficiencia del sistema cardiovascular, nos permitirá mantener un ritmo elevado durante más tiempo. Evidentemente a corto plazo es claramente perjudicial para el rendimiento y la salud, favoreciendo la deshidratación y aumentando la sensación subjetiva de fatiga al esfuerzo, pero la adaptación a éste estrés nos hace mejor atletas. Si tomamos las precauciones de exposición progresiva y de hidratación posterior (1 litro de líquido rico en minerales, por kilo de peso corporal perdido), el entrenamiento en situaciones calurosas puede hacernos más fuertes. Eso sí, hay que tener niveles muy elevados de motivación para someterse a éste estrés…
El entrenamiento físico en un ambiente frío puede o no mejorar la economía de ejercicio. El metabolismo puede ser afectado por la aclimatación al calor, en la cual es reducido el consumo de oxígeno durante el ejercicio submáximo. Han sido demostrados grandes efectos en los ejercicios como subir escaleras, mientras que la cinta y el ciclo ergómetro produjeron cambios más pequeños, pero aún estadísticamente significativos. El mecanismo fisiológico de disminución del consumo de oxígeno submáximo no ha sido exactamente definido, pero existen 3 teorías:
(a) El flujo sanguíneo a la piel se incrementa, así reduciendo el volumen sanguíneo central, el retorno venoso al corazón y el gasto cardiaco;
(b) Decrece la parte del gasto cardiaco que irriga a los músculos;
(c) El reclutamiento de fibras musculares cambia de fibras predominantemente oxidativas a fibras glucolíticas.
La aclimatación al calor reduce la utilización de glucógeno muscular y la concentración de lactato muscular post-ejercicio.
MALESTAR POR CALOR
La aclimatación al calor resulta un tema de interés tanto para los médicos como para los atletas, porque la misma reduce tanto la incidencia del malestar por calor como la intensidad de sus síntomas. Los malestares por calor más comunes entre los atletas son los calambres, síncopes, y el agotamiento.
Los calambres por calor ocurren en los músculos voluntarios de las piernas, brazos y abdomen, luego de varias horas de ejercicio intenso en individuos que han perdido un gran volumen de sudor, que han bebido un gran volumen de fluidos hipotónicos, y que han producido un pequeño volumen de orina. La depleción de sodio es probablemente la causa de los calambres por calor. La aclimatación al calor disminuye el riesgo de experimentar este tipo de calambres.
El síncope por calor (e.g., desmayos) ocurre más comúnmente durante los primeros 3-5 días de exposición al calor. Este malestar está relacionado al transporte de sangre a través de los vasos cutáneos dilatados, acumulación postural de sangre, retorno venoso al corazón disminuido, reducción del gasto cardiaco e isquemia cerebral. El síncope por calor ocurre generalmente cuando la temperatura o humedad del ambiente aumentan repentinamente, cuando un individuo no aclimatado realiza ejercicio en un ambiente caluroso. La aclimatación al calor reduce la incidencia del síncope por calor mientras se hace ejercicio. Este período corresponde con la estabilización cardiovascular, al principio del curso de la aclimatación al calor (ver arriba). El síncope por calor es un síndrome distinto del agotamiento por calor, debido a que la depleción de agua y sal no siempre contribuyen al síncope por calor.
El agotamiento por calor es la forma de malestar por calor más comúnmente diagnosticada entre los atletas, a pesar de que sus síntomas son frecuentemente imprecisos y difieren enormemente de una situación a otra. Las descripciones clínicas incluyen varias combinaciones de dolores de cabeza, fatiga, hiperirritabilidad, taquicardia, hiperventilación, diarrea, piloerección, nauseas, vómitos, síncopes, calambres, mareos, así como “sensaciones de calor” en la cabeza y el torso superior. Esto explica porque el agotamiento por calor esta definido como la inhabilidad de continuar ejercitándose en un ambiente caluroso e involucra un diagnóstico de exclusión. La aclimatación al calor reduce significativamente los signos y síntomas del agotamiento por calor, luego de 8 días de carrera intermitente de alta intensidad.
Los tres malestares por calor anteriormente mencionados, están implicados tanto en el balance de fluidos-electrolitos, el volumen y tonicidad extracelular, así como en las adaptaciones cardiovasculares. Esto enfatiza la importancia de:
(a) Una amplia ingesta de NaCl y fluidos, y
(b) Una regulación hormonal de los fluidos-electrolitos durante la aclimatación al calor.
FACTORES QUE AFECTAN LA ACLIMATACIÓN AL CALOR
Se cree que muchos factores pueden influenciar la capacidad de aclimatarse para hacer ejercicio en un ambiente caluroso. Por ejemplo, anteriormente se pensaba que las personas ancianas toleraban menos el calor que las personas jóvenes. Fue demostrado que los hombres de mediana edad (> 45 años) tenían frecuencias cardiaca y temperaturas rectales más altas, y menores tasas de transpiración que los hombres jóvenes, durante el ejercicio en el calor, tanto antes como durante el ejercicio en el calor, y tanto antes como después de la aclimatación al calor. Similarmente, los estudios conducidos en los inicios de 1960 sugirieron que las mujeres eran menos tolerantes a ejercitarse en el calor que los hombres. Sin embargo, las investigaciones recientes han modificado o revertido estos puntos de vista. Es ahora reconocido que existen pocas diferencias relacionadas al sexo, cuando los sujetos hombres o mujeres son emparejados para las características físicas y morfológicas pertinentes. Es también reconocido que las diferencias entre sujetos jóvenes y ancianos, no son necesariamente debido al envejecimiento per se, pero pueden ser debido a otros factores tales como una disminución en el volumen de entrenamiento y una potencia aeróbica máxima más baja (VO2 máx.).
La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el entrenamiento físico intenso en un ambiente frío mejora las respuestas fisiológicas, y acelera el proceso de aclimatación al calor. Durante el entrenamiento en condiciones de clima frío, las adaptaciones fisiológicas óptimas pueden ser alcanzadas si es realizado un entrenamiento intervalado o continuo vigoroso, a una intensidad mayor al 50 % del VO2 máx., por un período de 8-12 semanas. El mantenimiento de una temperatura corporal central elevada parece ser el estímulo fisiológico más importante.
Sin tener en cuenta el entrenamiento físico, el VO2 máx. influye generalmente sobre las respuestas fisiológicas durante el desarrollo de la aclimatación al calor. Los individuos con VO2 máx. (> 60 ml/kg/min) exhiben respuestas superiores de la frecuencia cardiaca y la temperatura rectal, y usualmente alcanzan un estado de aclimatación al calor estable más rápido cundo se los compara con aquellos individuos con un VO2 máx. bajo (< 40 ml/kg/min). Sin embargo, la potencia aeróbica máxima per se puede no ser tan importante en conferir la tolerancia al calor como las adaptaciones fisiológicas que constituyen la base de la misma (i.e., volumen sanguíneo, vasodilatación, vasoconstricción, y metabolismo muscular, alterados), lo cual da como resultado las diferencias del VO2 máx. entre individuos. Una publicación reciente de Pandolf et al. (1988) demuestra bien este concepto. Ellos expusieron a 9 hombres jóvenes (21 años) y a nueve hombres de mediana edad (46 años) a un protocolo de aclimatación al calor de 10 días (100 minutos de caminata por día, a 46 Cº de temperatura del aire). Los resultados de las evaluaciones del día 1 indicaron que los hombres de mediana edad eran capaces de ejercitarse más tiempo, tenían frecuencias cardiacas y temperaturas rectales menores, y exhibían mayores tasas de transpiración en todo el cuerpo que los hombres jóvenes. Las diferencias persistieron por los primeros días de aclimatación, pero desaparecieron al día 10 de aclimatación al calor. El factor que distinguía a estos grupos era su nivel de entrenamiento físico regular por semana: los hombres de mediana edad corrían un promedio de 39 km por semana, mientras que los hombres jóvenes promediaban solo 8 km por semana.
La frase “intolerancia al calor” ha sido usada en una amplia variedad de contextos. Interesantemente, la intolerancia el calor ha sido definida por algunos expertos como una inhabilidad de desarrollar adaptaciones fisiológicas normales, durante días repetidos de ejercicio en un ambiente caluroso. Algunos humanos no demuestran las disminuciones clásicas en la frecuencia cardiaca y la temperatura rectal que ejemplifican una aclimatación exitosa. Esto ha resultado de particular interés para personas con enfermedades cardiovasculares y para pacientes que hayan sufrido un golpe de calor previo. Sin embargo, una publicación reciente (Armstrong et al., 1990) reportó que 9 de 10 pacientes con un golpe de calor previo exhibieron respuestas de aclimatación al calor normales (90 minutos de caminata en cicloergómetro por día, 7 días, a una temperatura del aire de 40 Cº), 61 días después de experimentar un golpe de calor.
PERDIDA DE LA ACLIMATACIÓN
Las adaptaciones fisiológicas obtenidas por el entrenamiento físico en un ambiente frío se pierden después de varias semanas o meses de inactividad. En contraste, las adaptaciones de aclimatación al calor pueden desaparecer después de solo unos pocos días o semanas de inactividad (i.e., 18-28 días). Las primeras adaptaciones que decaen son aquellas que se desarrollan primero: la frecuencia cardiaca y otras variables cardiovasculares. La tasa de caída de las adaptaciones es afectada por el número de exposiciones al calor por semana, el número y tipo de las sesiones de entrenamiento y el grado en el cual es elevada la temperatura corporal central. Los atletas con VO2 máx. altos usualmente van a perder las adaptaciones de la aclimatación al calor más lentamente que los individuos con VO2 máx. más bajos.
SABEMOS ENTONCES QUE…
La trasferencia de calor en el cuerpo se produce por procesos de radiación, conducción, convección y evaporación.
El más eficaz de estos procesos (en torno a un 75%) para el ejercicio físico en los humanos es el proceso de evaporación por el sudor, el cual consigue liberar 580 Kcal por litro de sudor evaporado por la piel.
Esta adaptación al calor es una ventaja que compartimos sólo con otras pocas especies animales y que han hecho más eficaz nuestra adaptación, para correr las largas distancias por el desierto de la sabana, cazando nuestras presas que eran incapaces de continuar corriendo bajo el calor.
Por lo tanto, los seres humanos estamos bien adaptados a realizar ejercicio de ultra-resistencia bajo el calor, dado que tenemos una gran capacidad de eliminar agua de nuestro organismo, pero también este fluido deberá de ser repuesto de la forma adecuada.
Referencias
1. Armstrong, L. E., J. P. De Luca, and R. W. Hubbard (1990). Time course of recovery and heat acclimation ability of prior exertional heatstroke patients. Med Sci Sports Exerc; 22: 36-48
2. Armstrong, L. E. and C. M. Maresh (1991). The induction and decay of heat acclimatization in trained athletes. Sports Med; 12: 302-312
3. Armstrong, L E and K B Pandolf (1988). Physical training, cardiorespiratory physical fitness, and exercise – heat tolerance. In: Human Performance Physiology and Environmental Medicine at Terrestrial Extremes. Pp. 199-226
4. Francesconi, R. P., L. E. Armstrong, N. M. Leva, R. J. Moore, P. C. Szlyk, W. T. Matthew, W. C. Curtis, R. W. Hubbard, and E. W. Askew (1993). Endocrinological responses to dietary salt restriction during heat acclimation. In: Nutritional Needs in Hot Environments, B.M. Marriott (Ed.). Washington, D.C.: National Academy Press, pp. 259-276
5. Greenleaf, J. E. and C. J. Greenleaf (1970). Human acclimation and acclimatization to heat: A compendium of Research. Moffett Field, CA: Ames Research Center, Technical Memorandum no. TM X-62008, pp. 1-188
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7. Pandolf, K. B., B. S. Cadarette, M. N. Sawka, A. J. Young, R. P. Francesconi, and R. R. Gonzalez (1988). Thermoregulatory responses of matched middle-aged and young men during dry-heat acclimation. J Appl Physiol; 65: 65-71
8. Sawka, M. N., C. B. Wenger, A. J. Young, and K. B. Pandolf (1993). Physiological responses to exercise in the heat. In: Nutritional Needs in Hot Environments. B.M. Marriott (Ed.). Washington, D.C.: National Academy Press, pp. 55-74
9. Sciaraffa, D., S. C. Fox, R. Stockmann, and J. E. Greenleaf (1981). Human acclimation and acclimatization to heat: a compendium of research, 1968-1978. Moffett Field, CA: Ames Research Center, National Aeronautics and Space Administration Technical Memorandum no. 81181, pp. 1-102
10. Wenger, C. B. (1988). Human heat acclimatization. In: Human Performance Physiology and Environmental Medicine at Terrestrial Extremes,Pp. 153-198
Fuente : http://www.efdeportes.com/efd175/ayudas-mecanicas-y-fisiologicas-en-el-deporte.htm
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