¿Sabías que…? La mirada del western
Por Tamara Moya.
«Los exteriores se rodaron en el desierto. La luz era cegadora y el calor tan espantoso que acabábamos deshidratados. Cuando tocaba hacer un primer plano, y el actor no estaba de cara al sol, Ossie me preguntaba si quería que se viera el rostro. ¿Y los ojos? Cortaba un trozo de cartulina blanca -en el caso de que la cámara estuviera suficientemente cerca del actor sacaba su pañuelo- y lo usaba como reflector, para rebotar la luz fuerte del cielo en los ojos del actor» (LUMET: 1999).
Este testimonio, pronunciado por Sidney Lumet, director de películas como Doce hombres sin piedad (1957) o Asesinato en el Orient Express (1974), nos desvela uno de los trucos que se han empleado en el cine western a lo largo de la Historia. ¿Nunca os habéis preguntado por qué los ojos de actores como Clint Eastwood o Franco Nero brillaban de ese modo, o por qué su ceño aparecía siempre fruncido? Sí, era precisamente consecuencia de esos reflejos que hacían destacar sus miradas. De hecho, en los orígenes del cine, antes de que existieran generadores transportables, los operadores utilizaban lo que se conocía como reflectores, unos enormes tableros envueltos en papel de plata que reflejaban la luz del sol donde el director de fotografía quisiera. Estos reflectores se continúan utilizando hoy en día cuando el presupuesto de la película es limitado.