Ladislao Kubala, a 86 años del nacimiento del mítico húngaro que sobrevivió gracias al futbol

 

estatua

 

Frente a la entrada principal del Camp nou, estadio del FC Barcelona, hay una estatua que se construyó con la colaboración de más de 200 agrupaciones catalanas que se entregaron para rendirle homenaje a uno de los emblemas que se encargó de magnificar la historia de uno de los clubes más importantes del mundo. Desde Hungría, un futbolista se convirtió en leyenda. Ladislao Kubala (Budapest,1927 – Barcelona, 2002) tenía la cara redonda, los ojos azules y un pequeña abertura en los dientes frontales que le hacían dibujar una tímida sonrisa. Firmó con el club culé en 1950 pero las complicadas formas burocráticas de una época amateur obligaron al jugador a esperar un año para que se pusiera la camiseta “9″ blaugrana. La época dorada del Barça comenzó con él. El equipo Catalán ganó todo lo disponible en aquellos tiempos. Eran tiempos convulsos con la humanidad inmersa en conflictos políticos que generaron el peor conflicto bélico en la historia. La Segunda Guerra Mundial descubrió la avaricia y lo más vil del comportamiento humano. El húngaro Kubala fue uno de los muchos exiliados de su país que recorrieron el continente buscando un refugio. El talento para patear una pelota le dio a Ladislao una oportunidad de subsistir en tiempos que la historia quisiera borrar. Dejando a su madre detrás, sin decirle palabra alguna, Kubala cruzó la frontera austriaca junto con cuatro compañeros del Ferencváros T.C.equipo en el que debutó. En suelo checoslovaco continuó con sus dotes pateando la pelota a salvo de batallas militares. Con la guerra en su inevitable curso, Kubala acabó en un campo de refugiados donde se reunió con la mayoría de sus familiares entre ellos su cuñado Fernando Daucik, uno de los mejores entrenadores en la historia del futbol. Daucik fundaría el Hungaria. Un club de refugiados que recorrería Europa y Sudamérica causando admiración por su gran estilo de juego

En una de esas exhibiciones, el Torino de Italia, el gran equipo europeo de la época, intentó contratarlo. Una serie de diferencias en el contrato impidieron su fichaje. Años después, ese equipo completo sufriría un accidente aéreo sin sobrevivientes. Kubala pudo haber muerto si su contratación se hubiese concretado. El destino tenía preparado para Kubala la grandeza en suelo Mediterráneo. El húngaro que ya había jugado con las selecciones de Hungría y Checoslovaquia, fue fichado por el Barça a petición de su entrenador Samitier que fue cautivado con el juego del húngaro. En Barcelona, el futbolista dejó de vivir en un exilio constante y se entregó a la filosofía culé para llevarlo a los más alto. Kubala es considerado el mejor jugador en la historia del club culé. Retirado a los treinta y cinco años, Ladislao siguió en la órbita catalana como entrenador hasta que en 1963 fue despedido por los malos resultados de la época. De ahí en adelante un largo camino como estratega lo llevó por gran parte de España, además de un paso por Suiza, Canadá (donde llegó a jugar sus últimos partidos) y Paraguay, donde es considerado el principal motivo de que los paraguayos cambiarán su mentalidad empezando a figurar como una potencia del futbol. Como entrenador de la selección española se mantuvo 13 años al frente. Kubala se erigió como una de las primeras grandes figuras del futbol, el húngaro mitificó la figura del futbolista con imágenes en blanco y negro. Vivió una época en el que el barcelonismo festejó muchos torneos domésticos con un Real Madrid dominando el continente bajo el cobijo del generalísimo Franco. El futbol le dio la esperanza y la oportunidad de seguir viviendo en tiempos oscuros. Su capacidad le rindió tributo a un deporte que pronto movería las emociones de millones de personas en todo el mundo. Conmemorando 86 años de su nacimiento, aquel 10 de junio de 1927, un húngaro nacía para darle al futbol una dimensión distinta. Patear una pelota fue su salvación de vida. Ahí, en el Camp Nou, los cualés llegan al recinto bajo la estatua de Kubala en el momento previo a patear una pelota de cuero. El 17 de mayo de 2002, la muerte alcanzó a un jugador que anotó 194 goles en 256 partidos con la camiseta blaugrana. Una persona que vivió gracias a la pelota. El futbol cambió para siempre.
 

Sin Embargo

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