La delgada línea entre el bien y el mal, Margarita Porete
Por Sandra Ferrer
Existe una delgada línea entre el amor y el odio; el bien y el mal; lo ortodoxo y lo heterodoxo. Traspasar esa línea en un siglo como el XIII podía suponer la condena eterna. En aquellos años en los que se mezclaron las alabanzas al amor entre hombre y mujer gracias al amor cortés, con la exaltación más sublime del amor a Dios, aparecieron en Europa muchas mujeres que, imitando a los trovadores, escribieron versos dirigidos al amor divino. Fueron las conocidas como místicas. Algunas consiguieron la aceptación y reconocimiento de los fieles y de la iglesia. Los eruditos eclesiásticos decidieron que sus palabras ensalzaban a Dios. Pero hubo otras que no tuvieron tanta suerte y sus versos fueron tachados de herejía. La muerte en la hoguera era inevitable. Así terminó Margarita Porete , una de las místicas más famosa de la Edad Media, quemada en la hoguera el 1 de junio de 1310, hace ahora más de setecientos años.
Margarita Porete era una joven beguina que dedicó su vida a escribir sobre el amor totalmente desinteresado hacia Dios. Margarita se unía a una de las corrientes místicas medievales que se basaba en un diálogo directo con Dios y en una exaltación de su amor sin condiciones. El espejo de las almas simples fue la obra en la que inmortalizó aquellos pensamientos, visiones y experiencias místicas. Un libro por el que fue excomulgada y condenada a morir en la hoguera por la Inquisición.
Por qué fue Margarita y no otras místicas considerada herética es difícil de responder. Es probable que la lectura de sus textos por aquellos que debían decidir si eran dignos del amor de Dios fuera una lectura sesgada y sacada de contexto pero razones políticas de más alto nivel pudieron haber hecho de Margarita una cabeza de turco.
Sea como fuere, lo cierto es que Margarita Porete nunca se retractó de sus palabras y murió convencida de su inocencia y pureza de corazón.
El tiempo restituiría su palabra al conseguir que no todos los ejemplares de su Espejo desaparecieran en el fuego de la hoguera inquisitorial.
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