Felipe Benítez Reyes: “Creo que la escritura debe conservar su componente irrenunciable de aventura”.
Por Teresa R. Hage
Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960) es una de las voces más representativas de la literatura contemporánea. Autor de una obra prolífica y versátil que abarca la poesía, la novela, el relato corto, el ensayo, el cuento infantil y el artículo de opinión, es, además, uno de los escritores más galardonados del panorama literario español: Premio Loewe, Premio de la Crítica, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, Premio Nadal y Premio Nacional de Poesía, entre otros.
Charlamos con el escritor sobre sus dos últimas obras, el poemario Las identidades (Visor, noviembre 2012) y el libro de relatos breves Cada cual y lo extraño (Destino, mayo 2013).
Alberti, Carlos Edmundo de Ory, Caballero Bonald, Felipe Benítez Reyes, ¿qué tienen en común estos poetas además de su origen gaditano?
Pues, excluido yo, creo que un tratamiento muy peculiar del lenguaje, un propósito continuado de indagación estilística. Habría que sumar al menos a otros dos vehementes estilistas gaditanos: Ángel García López y Fernando Quiñones. Lo que voy a decirle le parecerá una tontería, pero el caso es que en Cádiz se le da mucho valor al lenguaje, no sólo a niveles literarios, sino también populares, de mera conversación. Se busca mucho la metáfora, por ejemplo; la formulación paralela y sorpresiva.
Nació en Rota en 1960, ¿hubo alguna influencia en su infancia, ya sea biográfica o literaria, que le hiciera decidirse por la literatura?, ¿qué escribió primero prosa o poesía?
No puedo saberlo. Desde muy niño era un lector diario de tebeos, pero no creo que eso signifique nada. Empecé escribiendo letras de canciones en un idioma que tenía un vago parecido con el inglés. Luego intenté escribir una novela, pero fracasé. Tenía 13 años, que es una edad muy mala para un novelista.
Decía Borges que la memoria era una forma de aventura fantástica, ¿qué representan para usted los recuerdos de la infancia?
Suelen ser recuerdos sinestésicos. Mis recuerdos de infancia no son recuerdos aislados. Forman más bien un todo, una secuencia narrativa un tanto abstracta.
¿Es cierto que a los doce años ya había publicado un poemario?
Eso es un bulo que circula por Internet. No sé quién lo habrá puesto en circulación. Afortunadamente no. Con 12 años no se debe publicar nada.
¿Fueron difíciles los comienzos en el mundo editorial? ¿Le cerraron muchas puertas como, se cuenta, suele ocurrir a los buenos escritores?
Tuve suerte desde el principio. De eso me libré. Igual es una mala señal.
¿Cuáles son sus influencias y sus preferencias literarias?
Muchísimas, como no podría ser de otra manera. Todo lector acaba clavando chinchetas de colores en el mapa inmenso de la literatura para señalar sus regiones predilectas. Es posible que no existan dos mapas chincheteados de la misma manera.
Ha traducido a autores como Eliot y Nabokov, ¿han influido de alguna manera en su escritura autores estilísticamente tan distintos?
No sé. Ojalá que sí. Lo que pasa es que, a partir de ciertas edades, las influencias no deberían notarse. Todos partimos de todo lo anterior, pero estamos obligados a sonar a nosotros mismos.
Cultiva casi todos los géneros literarios y a veces publica varios libros casi al mismo tiempo como ha ocurrido con sus dos últimas obras. Cuando escribe, ¿va alternando uno y otro género?, ¿de qué depende esa alternancia en la escritura?
Bueno, entre el libro de poemas y el de relato han pasado seis meses… Alterno los géneros, sí, entre otras cosas porque mis libros suelen tener un periodo de elaboración bastante largo. A veces coincide la salida de uno con la de otro en muy poco tiempo, pero no necesariamente porque escriba mucho, sino porque dé la casualidad de que termine ambos al mismo tiempo.
¿Qué género literario prefiere?
Si prefiriese alguno, sólo practicaría ése.
¿Qué aportan a un escritor tantos premios literarios?
Algo de dinero y supongo que algo de vanidad. Ambas cosas se gastan al poco tiempo.
¿Qué hace para no repetirse, para no escribir siempre el mismo libro, para ofrecer algo distinto, novedoso en cada obra?
Sencillamente proponérmelo, lo que no significa que lo consiga. Creo que la escritura debe conservar su componente irrenunciable de aventura para el propio escritor. El acogerse a fórmulas y patrones resulta aburrido. La creación no es una tarea mecánica.
El tema del paso del tiempo, la juventud perdida, la infancia, son temas recurrentes en su obra, ¿se considera un poeta nostálgico?
Tal vez todos lo seamos, en mayor o menor medida, supongo que porque la nostalgia es consustancial al ser humano. La poesía tiene mucho de ejercicio de retrospección privada, y toda retrospección tiende a ser nostálgica.
«Pesa más quien no fuiste en lo que eres / -tu leyenda de ti, tu nada propia- /que el balance de todo tu vivir». ¿Qué ha querido expresar con estos versos de su último y exitoso poemario Las identidades? ¿Cree que la leyenda del poeta es la nada para el hombre?, ¿dónde acaba el poeta y empieza el hombre en su relación con los demás?
No creo que puedan escindirse. La poesía es un modo de pensar, la expresión de un modo de pensar y de pensarse. Quien escribe un poema es la misma persona que un rato antes o un rato después se toma una cerveza con unos amigos hablando de lo que se tercie. La de poeta no es una condición, insisto, escindida, sino una faceta más –aunque esencial tal vez- de las muchas que conforman una personalidad.
«Tú roza el espejismo y sigue huyendo», ¿se puede deducir de este verso que la imagen del poeta es un espejismo en el que no hay que creer mucho y del que hay que huir siempre?
Ese espejismo sería más bien la vida. Rozar lo que te ofrece y seguir.
«… cuídate tú de ti para ser nadie. /Custodia tu ser nadie de ti mismo». Estos versos reflejan a alguien que prefiere el anonimato, alejarse de la vanidad tan querida a ciertos autores, ¿se considera un hombre sencillo?
Eso tendrían que decirlo los demás. El propósito de esos versos era tal vez otro: la renuncia a la vanagloria del ser, a la consolidación de la identidad como algo inamovible.
Algunos críticos consideran que pese a la perfección formal de sus poemas hay cierta frialdad, falta de pasión en sus versos, ¿está de acuerdo con esa apreciación?
No sé a qué críticos se refiere, pero es muy posible que tengan razón, porque todavía no ha nacido el crítico que deje de tenerla, aunque lo de la frialdad es un concepto variable. Cada cual tiene su termómetro.
Un agudo sentido del humor y una cierta propensión a la melancolía son rasgos que conviven en su obra. ¿El humor es el arma más útil para sobrellevar la melancolía?
El humor no me interesa como fin, sino como medio. Como una herramienta para poder decir cosas incluso terribles. Una especie de disfraz.
¿Qué papel tiene la crítica social en su obra? Como uno de los más importantes referentes de la literatura española contemporánea, ¿se siente obligado a la denuncia social?, ¿cree que el poeta, el escritor tiene que ser también una persona comprometida con su tiempo, preocupada por la realidad social?
Le agradezco muchísimo la suposición, pero no puedo estar de acuerdo en esa cualidad que me otorga de “referente de la literatura española”. Me temo que soy más bien una especie de artista de variedades, y además de pueblo. Mis preocupaciones sociales suelo expresarlas sobre todo en mis artículos de prensa.
Vamos a su nuevo libro, ¿qué aporta Cada cual y lo extraño al conjunto de tu obra?
No puedo saberlo. Una muesca más, supongo.
¿Qué ha querido transmitir con este conjunto de relatos cortos estructurados en forma de almanaque? ¿Por qué esta estructura? ¿Es su último libro un recorrido por las diferentes etapas de la vida?
Hay de todo un poco. Son doce historias, doce calas en doce vidas. Y doce voces, ya que todos están narrados en primera persona. Procuré hacer una especie de ejercicio de ventrílocuo. La idea de estructurarlo como un almanaque es un truco para otorgarles una correlación.
La soledad en sociedad, los ritos de las celebraciones por las que se rige nuestra vida, nuestra existencia a veces absurda, a veces ridícula, trágica, cómica… ¿qué hay de biográfico en estos pequeños relatos? ¿Parte de situaciones reales para crear ficciones?
Lo autobiográfico, en mí, puede ser -a veces, no siempre- un punto de partida, pero el punto de llegada no lo es. En la literatura de ficción me interesa crear precisamente un ámbito de ficción. No soy, en fin, el notario de mí mismo. No me intereso como materia literaria.
Se desprende de sus relatos una concepción de la condición humana ácida y tierna al mismo tiempo, ¿usa el humor y la piedad en sus cuentos para redimir, de alguna manera, a los personajes y con ellos al hombre?
El propósito es más modesto que el de la redención: inventar conciencias. La mezcla de piedad y humor que aplico a los personajes viene a ser la mismo que aplicaría a personas reales. La comprensión profunda de la condición humana creo que pasa por la comprensión tanto de su grandeza como de su ridiculez.
¿Por cuál de sus personajes siente más cariño?
No sabría decirle. Si el autor no siente algún tipo de afecto por sus personajes, acaba haciendo caricaturas, marionetas, y a los personajes les conviene tener apariencia de personas.
¿Cuál de sus libros prefiere?
Pues todos y ninguno. El que escribiré.
¿Qué hace el prolífico Benítez Reyes cuando no escribe?
Un escritor nunca es prolífico. Simplemente se dedica a escribir lo que cree que puede escribir.