Opa opa, opa opa
Por: Juan Sánchez
Descubrir nueva música siempre ha sido una de mis pasiones. Me encanta la sensación de encontrar un artista que no habías escuchado nunca antes pero que no te importaría que fuera tu banda sonora durante horas. Por desgracia, si he de quedarme satisfecho con los nuevos artistas que aparecen en los grandes medios, estoy ‘apañao’.
Lo reconozco, aunque ame todo tipo de música alternativa, indie, hipster o como se quiera llamar, sigo entrando de vez en cuando en la página de Los 40 Principales. Por curiosidad, más que nada. Y, ¿qué me encuentro últimamente? Caras nuevas, sí, pero el calificativo de artista ya lo veo más difícil.
Me centraré en un tipo concreto de estas nuevas hordas de engranajes de la industria discográfica española: los “nuevos ritmos latinos”, vamos, los reggaetoneros patrios. Nombres como Juan Magán, Henry Mendez, José de Rico, Danny Romero e infinidad de ellos. Porque parece que salgan de debajo de las piedras.
Es quizás este hipotético lugar de procedencia común la razón por la que atenten contra la lengua española (y el oído español) con letras tan malas y tan parecidas entre sí. Porque rimar en tres frases consecutivas ‘loca’, con ‘boca’ y con ‘provoca’, debería suponer la cadena perpetua automáticamente. Porque las mezclas de inglés y español (de las que nunca he sido muy fan, por cierto) ya deberían ser cosa del pasado en 2013. Y, por último, porque las letras de las “latinadas” estas son horteras. Pero horteras con ganas.
Horteras por cosas como “mi angelito sin alas”; “princesita de mi vida, cariño mío” o “eres tú mi reina”, que indigestarían de azúcar a la más cursi y repipi de las mujeres. Frases y rimas tan malas al lado de las cuales el Opa Opa de Despina Vandi allá por el 2004 merece el Premio Planeta. Letras como estas te hacen replantearte si realmente haces bien intentando ser tú mismo para ligar con alguien. Y te hacen pensar que la lírica, para el gran público, está agonizando si lo que triunfan son patochadas como estas.