Las tribulaciones de un desempleado español

Por Teresa R. Hage

 

Teresa Hage, EntreTanto

 

Pues aquí estoy, me llamo Simón, doctor Simón. Teresa me ha prestado su columna para que les cuente mis tribulaciones. No son las del estudiante Törless, no, no. ¡Qué más quisiera yo que mis tribulaciones fueran las de un adolescente austrohúngaro! Recuerdo bien el título original de la novela de Musil, Die verwirrungen des zöglings Törless,  eran las únicas palabras que sabía pronunciar en alemán hasta hace unos pocos meses… El alemán es un idioma que nunca aprendí, me resultaba demasiado aparatoso… Me defiendo bien en inglés pero, ¿alemán? Nunca me pasó por la cabeza estudiarlo ¡Quién me iba a decir que acabaría aprendiéndolo a la fuerza y a marcha forzada para pasar un entrevista Eures! Sí, sí… Acabo de llegar de la entrevista con el captador alemán de desempleados españoles… ¡Ah, no les he contado! Soy médico y periodista. Trabajaba tan tranquilo hasta hace tres años, por la mañana iba de interino a la consulta en un Centro de Salud y por la tarde acudía a la Redacción de un periódico, dos trabajos, sí señor… Es que estudié dos carreras y además hice algunos Masters, “para que no te quedes nunca sin trabajo”, me decía mi padre, ¡pobrecito! Pero les estaba contando mi entrevista con Herr Kauffmann, el captador Eures. Pues nos citaron allí, en una de las oficinas de empleo del barrio, a una buena panda de desempleados. A mí me envió mi “tutora de empleo”, ¡menudo nombrecito para una empleada que no hace nada en ocho horas! No sé si era funcionaria o enchufada, por lo poco que trabaja seguramente será de las enchufadas que se pasan las horas enviando mails de ésos que dicen que si no lo reenvías a tres mil amigos en un segundo te quedarás “fiambre” en un par de horas o powerpoints de paisajes bucólicos y frases chorras que te dan instrucciones para ser FELIZ… El caso es que la tutora  se distrajo unos minutos de su ardua tarea y me dijo que mis carreras y masters no servían para nada, “estudia alemán si quieres conseguir un buen empleo en Alemania, aquí ya no hay nada”. Me dejó angustiado, sobre todo por el aplomo con el que pronunció la última frase ,“aquí ya no hay nada”… Me gasté el dinero del paro en un curso acelerado de alemán y aprendí a chapurrear algunas frases para la famosa entrevista Eures. Y heme aquí, recién llegado de la prueba más dura de mi vida profesional. Y no por Herr Kaufmann, que era un tipo de lo más simpático. Me recibió con un saludo muy amistoso y me invitó a sentarme antes de empezar con la batería de preguntas sobre mi vida académica y profesional… Después de una agotadora sesión de horas respondiendo a todas sus cuestiones mientras él asentía con satisfacción y ya viéndome yo haciendo las maletas rumbo a München, se puso muy serio y me dijo: Sehr gut, sehr gut! Aber, sagen Sie mir, kennen  Sie servieren? (que significa: ¡Muy bien, muy bien! Pero, dígame, ¿sabe usted servir?). Servieren?, le dije yo asombrado… Ja, ja, servieren… (Sí, sí, servir…). Bueno, para no cansarles con el alemán, Herr Kauffmann añadió que si sabía servir copas, hacer camas, limpieza de habitaciones o cocinar pues, ahora mismo, para españoles en Alemania tenían 78 ofertas de camarero en Düsseldorf, 24 de limpiadora en Wiesbaden, 40 de jardinero en Turingia, 15 de cocinero en Maguncia y 34 de pinche en Bremen… Salí de allí aturdido, qué quieren que les diga, y me di de bruces con mi “tutora de empleo”. Le dije que de camarero o pinche podía trabajar en mi país, que se me había ido el dinero del paro en un curso de alemán por consejo suyo y que no me había informado bien sobre cuáles eran las ofertas para españoles en Alemania, “pues me pareces un desagradecido si no quieres coger el trabajo que te ofrecen en Europa y ampliar horizontes en un entorno internacional, estás perdiendo la oportunidad de tu vida”, me dijo con cara de pocos amigos y luego agregó: “Pues nada,  si no te interesa un futuro en Europa, prueba a matricularte en el curso de emprendedores que empieza el próximo lunes en la Universidad”. Llegué a casa extenuado y aquí estoy finalizando esta columna antes de bajar al Metro a tocar un rato y sacar unos euros para el alquiler en lo que el PP y el PSOE se deciden a arreglar el país, si es que alguna vez dejan de tirarse los trastos a la cabeza unos a otros.

musicos metro

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