Cómo mantener o mejorar el interés y la satisfacción sexual.
Por Raquel Díaz Illescas.
En una relación de pareja sus miembros deben sentirse queridos, valorados y apreciados, y que la comunicación forme parte de su vida cotidiana; pero aun dándose todos estos ingredientes, las relaciones sexuales no son lo gratificantes que estos desearían. Vamos a ver qué condiciones son necesarias para tener y mejorar la vida sexual en pareja:
• Adquirir información básica sobre temas de sexualidad, que faciliten el ir desprendiéndose de los mitos y creencias en torno a los comportamientos y roles que hombres y mujeres deben mantener en sus relaciones sexuales.
• Métodos anticonceptivos: es importante tener información sobre el uso y la adecuación de utilizar un método u otro, tanto para prevenir embarazos no deseados como las enfermedades de transmisión sexual. Estos no tienen porque restar placer a las relaciones sexuales. La sexualidad se vive de forma más placentera sin riesgos.
• Películas y libros: ver juntos películas de contenido erótico, o compartir la lectura de algún libro. Si no gusta no hay porque forzar la situación, pero a veces estas se ven o se leen de forma separada porque se siente vergüenza de compartirlo con la pareja.
• La comunicación: la sexualidad también debe formar parte de los temas a tratar con la pareja. Si se abordan de manera normalizada no deberían ser vividos con ansiedad o miedo. Expresar los deseos, lo que nos gusta y lo que no nos gusta; la manera, el momento y la forma, son aspectos que deben integrarse en la comunicación con la pareja. ¿Por qué nos cuesta tanto decir lo que nos gusta? Es importante que la pareja conozca nuestros gustos y preferencias sexuales, y a veces si esto no se habla previamente se siguen manteniendo actitudes de uno u otro, o de los dos, que no son gratificantes. Es verdad que hay personas que encuentran grandes dificultades para expresar sus deseos por múltiples razones. Por esto la importancia de hacérselo saber antes de la relación sexual, ya que quizá sea más complicado durante el acto; para ello sería conveniente que ambos se sintieran cómodos hablando de estos temas. Esto no se consigue en dos días, pero la práctica hace el hábito. Esperar a que la otra parte de la pareja adivine qué es lo que nosotros deseamos o queremos, lleva al conflicto, pues adivinos de momento creo que no somos. Todo resulta más sencillo cuando hacemos partícipe a la pareja de lo que pensamos y sentimos.
• Conocer nuestro cuerpo: si no conocemos nuestro cuerpo, cómo siente, su sensibilidad, lo que nos molesta o lo que nos es indiferente, difícilmente podremos decirle a nuestra pareja qué, cómo, cuándo y dónde nos gusta que nos acaricie, nos bese; con qué intensidad debe hacerlo, qué debe decirnos o qué no para excitarnos, para disfrutar, para desear repetir, etc.
• Conocer el cuerpo de nuestra pareja: si sabemos qué cosas le gustan, cuáles no; qué le excita, o le es indiferente; cuál es la zona que más le gusta, cuál la más sensible; qué debemos decirle, qué no; su respuesta sexual, su desencadenamiento, etc. ambos disfrutaréis más y mejor. No se trata de jugar a “investigar”, e ir equivocándose continuamente, y recibir el rechazo de la pareja. No lo compliquemos tanto. Ser guiados es estupendo.
• Observar y observarse: preguntar al otro si se ha sentido bien. No para reprochar ni enjuiciar los sentimientos o actitudes del otro, sino para acercarse más a él/ella. Esto favorecerá la relación de pareja, afectiva y sexualmente.
• Despedir a la rutina: si la dejamos, si no se la mantiene a raya, la rutina se instala con todo el equipaje en la vida sexual de la pareja. Hacerlo a la misma hora, día, en el mismo lugar, utilizar los mismos gestos, afectos, caricias, suspiros, palabras, indumentaria, postura, silenciando lo que no gusta, no expresando lo que excita, etc. hace de los encuentros amorosos, momentos un tanto aburridos y de tránsito. Variar, sorprender, ser imaginativos, ocurrentes, sensibles, etc., suelen dar buenos resultados. No tengamos tanto miedo a la fantasía, a ser imaginativos, a sorprender.
• Educar la sensibilidad: sería sin duda otro aspecto a acompañar en la educación sexual, pues en muchas ocasiones es la ausencia de sensibilidad la que entorpece un encuentro satisfactorio. En las relaciones sexuales las palabras juegan un papel fundamental, como también lo hacen nuestros silencios. Es por lo que no debemos dejar de decir aquello que deseamos o queremos, sí dejar que las palabras se contagien de la ternura, del respeto y el buen gusto para expresar lo que sentimos.
• Apoyo profesional: si el problema reside en un inadecuado funcionamiento sexual, es conveniente abordarlo como se haría en cualquier otra situación. Hablarlo abiertamente, y buscar el apoyo, si fuera necesario, de un/a profesional. Vayamos desterrando tantos prejuicios, tantos dimes y diretes en torno a la sexualidad. La sexualidad debe ser vivida de forma placentera, y si no es así, la estabilidad emocional de la pareja se verá dañada. A lo largo de la vida vamos necesitando la ayuda de diferentes profesionales y también la sexualidad, parte integrante de nosotros, requiere de ese apoyo e intervención. Seamos maduros y busquemos esa ayuda en el momento preciso.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
http://sexualidadpositiva.blogspot.com/
Licenciada en Psicología.
Terapeuta sexual y de pareja.
Teléfono: 622673040