Tres restaurantes de Asia entre curiosos y sórdidos
Por Meritxell Fandiño
¿Planeas un viaje a Asia para este verano? Si lo haces, y eres joven y aventurero, quizás quieras probar alguna de estas extrañas propuestas. Ideas que solo se hacen realidad en el otro extremo del planeta, y que nos hacen reflexionar hasta qué punto somos tan abiertos de mente como nos gusta presumir.
E aquí tres restaurantes (y una panadería) de Asia que sorprenden, e incluso ponen los pelos de punta:
- Modern Toilet en Taipei, Taiwan: No podía faltar el clásico de clásicos, el rey de los restaurantes excéntricos del mundo. Hablamos de ese lugar en el que los clientes comen sentados en tazas de baño y del interior de reproducciones de tazas de baño y urinarios. Hay veces que el contenido de tan peculiares platos es más inspirador que otros. Pero el punto álgido es el helado de chocolate, servido con su cremosidad habitual, en un recipiente que deja poco a la imaginación. Más vale no pensar mucho antes de comérselo.
- Restaurante Alcatraz en Tokio, Japón: Cualquiera que visite la capital japonesa sabe que tiene un sinfín de ofertas temáticas a disposición. Pero si se trata de un fan de lo sórdido, se sentirá como en casa en el restaurante Alcatraz. Un lugar que reproduce una experiencia en prisión desde su lado más oscuro, y que mezcla esta temática con la salud. A la entrada las camareras, vestidas de enfermeras, reciben a sus huéspedes y les preguntan su tipo de sangre. Les ponen unas esposas y les acompañan a su celda, donde podrán degustar platos con nombres como ‘Gripe’, ‘Morfina’ o ‘Descanse en Paz’. Algunos se sirven en tubos de ensayo. Hay una parte de espectáculo, con un tipo disfrazado de enfermo mental recorriendo el recinto y asustando a los comensales. En definitiva, una mezcla variopinta de conceptos.
- Panes dignos de ‘Saw’ en Tailandia: Aunque no es un restaurante, merece mención especial esta panadería de Ratchaburi, Tailandia. El artista y panadero Kittiwat Unarrom diseña partes que simulan miembros amputados de cadáveres humanos. Brazos y manos, pero también cabezas estremecedoras. Y todo comestible, para sentirse un Hannibal Lecter en potencia. No es que en Tailandia estén locos, ya que el propio autor reconoce que le gusta provocar a la gente. En este vídeo vemos que bien podría dedicarse a los efectos especiales. Si eres muy sensible, mejor no lo veas.
http://youtu.be/GKSO7m3-MH8
¿Probarías alguno de estos lugares?