Oblivion: Recital visual y algún as en la manga
Por Irene G. Reguera.
Llega a los cines dispuesta a arrasar la segunda película de Joseph Kosinski, después de Tron: Legacy. Basada en una novela gráfica del propio director aún no publicada, Oblivion ofrece acción en estado puro, como era de esperar, pero también un poco más.
Oblivion se sitúa en el año 2073, 60 años más tarde de la guerra que destruyó la Tierra y obligó a la evacuación de todos los seres humanos a una superestación espacial. A Jack Harper (Tom Cruise) se le ha encargado ahora la misión de regresar al antiguo planeta devastado para controlar la extracción de los recursos naturales. Un día, rescatará a una misteriosa joven cuya nave espacial se ha estrellado en extrañas circunstancias, y este hecho marcará su destino. Porque no se trata de una chica cualquiera, y a partir de ese momento, comenzará a hacerse preguntas que le llevaran por sendas peligrosas.
Oblivion es una superproducción de Hollywood en toda regla, pero tiene el mérito de tratar de abarcar, o al menos acercarse, a temáticas profundas, de dar una pequeña vuelta de tuerca y de arrastrarnos hacia otros territorios no tan frecuentados. Lástima que esta voluntad se vaya empequeñeciendo a medida que aumenta la acción, y lo que debería ser la catarsis es bastante tradicional y se amolda a lo que hemos visto hasta el momento en el género.
Lo que comienza con un planteamiento muy interesante a nivel de guión, y se desarrolla bien durante la primera parte aumentando el interés, con giros muy del estilo de El planeta de los simios, termina bloqueándose y perdiéndose en una especie de final- remake de Armageddon, dejando abiertos ciertos caminos por los que hubiera sido interesante proseguir. Nos deja con ganas de más trascendencia, porque la historia prometía explorar cuestiones como la identidad o el destino de la humanidad. Cuestiones en las que luego ahonda poco, no obstante, el intento de plantearlas es loable.
Oblivion no oculta estar bajo la influencia y aprovecharse de las convenciones de multitud de películas del género, de las que bebe directamente el director, como la ya mencionada El planeta de los simios o Matrix; también presenta tintes de Gattaca, amén de otras.
Estamos ante un film visualmente espectacular, más descriptivo que narrativo; Joseph Kosinski no duda en hacer ostentación del dinero que se han gastado en la producción, y no escatima en nada, al contrario, Oblivion es un acto de lucimiento técnico, disfrute personal casi infantil del creador. Llena de planos con grúas espectaculares y de difícil realización, con una calidad de la imagen cuatro veces superior a la normal (mediante una cámara especial), rebosante de efectos costosísimos… el resultado es apabullante, y quien sea un aficionado de la ciencia ficción sin duda disfrutará como un enano con esos planos aéreos de una Tierra devastada, así como con las naves espaciales y demás imaginería futurista, porque el mimo con el que se ha trabajado todo esto nos deja imágenes que bien merecen la pena ver en el cine.
No podemos si no admirar la destreza de un equipo técnico que apuesta por el “más todavía”, por elevarlo todo al máximo exponente. Es cierto que, sin embargo, hasta pasada la primera hora (la mejor, por otra parte, de la película) no vemos todos estos ingredientes en “verdadera eclosión”: la película tiene un calentamiento muy largo, antes de arrancar con los tiroteos, las persecuciones y la lucha interestelar, y por ello hay que aprender a disfrutar previamente con el paisaje, con el ballet de la nave de Jack Harper surcando la atmosfera terrestre y girando con exquisita precisión, la cámara con ella.
Por lo tanto, la labor de este director tras la cámara es digna de mención, ya que la puesta en escena es elegantísima, elaborada con la precisión de un maniático de los detalles.
En cuanto a los actores, Tom Cruise tiene una sola expresión facial en toda la película, esa de héroe que tiene tan trabajada de mirar a la lejanía con el ceño ligeramente fruncido pensando en vete a saber qué dilemas internos. Aunque la película tampoco exija un gran esfuerzo actoral de expresión emocional, Cruise se muestra demasiado hermético y artificial.
Morgan Freeman tiene un personaje plano, y desluce bastante, aunque como voz de autoridad siempre sea efectivo. Olga Kurylenko no aporta gran cosa, y sorprende Andrea Riseborough en su papel de Vika, que consigue despertar sentimientos contradictorios, y dotar al personaje de suficientes matices en relación con el tiempo que aparece en pantalla. También Melissa Leo, que logra transmitir más en breves fragmentos a través de un ordenador que Cruise en todo el film.
En definitiva, Oblivion es una película entretenida, que da un pasito hacia otras cosas que muchas veces las películas tan comerciales no se atreven a dar, y que será muy prejuzgada, por la presencia de Cruise, por el hecho de ser una superproducción hollywoodiense más, por el género, por ser cara… pero por todo ello, precisamente, y aunque al final el guión recule y se enrede en sí mismo, puede llegar a sorprender gratamente.
IRENE G. REGUERA