De heroínas, filósofos, comadronas y parteras
Por Sandra Ferrer
Hoy en día, traer niños al mundo, es una experiencia rodeada de felicidad y buenos deseos. Salvo fatídicas excepciones, las mujeres nos preparamos para la llegada de nuestros bebés con entusiasmo sabedoras de que en un hospital o en casa, según la elección, estaremos rodeadas de personas más que cualificadas y de avances médicos que han reducido satisfactoriamente los riesgos. Esto sucede desde hace poco más de medio siglo, siendo generosos. Pero más atrás en el tiempo, es decir, a lo largo de siglos y siglos, las mujeres vivieron ese momento con tanto miedo que incluso las reinas hacían testamento ante la llegada de un nuevo vástago. En aquellos tiempos, no tan remotos, las mujeres ponían su vida y la de sus hijos en manos de una figura indispensable: la comadrona.
Un médico romano del siglo II de nuestra era calificaba a las parteras de seres imperturbables, sin temor al peligro. Casi nada. Unos siglos atrás, Sócrates se había inspirado en la profesión de su madre , comadrona, para definir su propio método filosófico, lo que da la medida de la importancia de estas mujeres a lo largo de los siglos.
Mujeres sin estudios pero con un profundo conocimiento de métodos naturales paliativos del dolor y capaces de salvar vidas en situaciones que hoy en día no nos podemos ni imaginar. Las comadronas consiguieron que el arte de partear fuera una de las pocas facetas de la vida reservada únicamente a las mujeres. Hasta que llegaron los titulados en las universidades medievales y quisieron controlar, también, la llegada de los niños al mundo. Desde entonces hasta el siglo XIX en que las mujeres, lentamente, empezaron a aparecer en las aulas universitarias, las comadronas tuvieron que luchar con médicos y autoridades para hacer valer su arte.
Esto no impidió que durante siglos muchas comadronas siguieran haciendo de ese momento un espacio exclusivamente femenino. Muchas se perdieron en el anonimato, pero algunas llegaron a hacerse famosas como la francesa Louise Bourgoise , partera de la corte francesa a principios del siglo XVII, o la inglesa Jane Sharp , quien recopiló sus más de treinta años de experiencia en una valiosísima obra titulada El libro de las parteras. Luisa Rosado en la España ilustrada o Martha Ballard en las lejanas colonias británicas son algunos de los nombres propios del arte de partear.
Aunque sin duda la comadrona que últimamente se ha hecho más famosa es Jennifer Worth , autora de la novela ¡Llama a la comadrona! y que la BBC ha convertido en serie de éxito en muchos lugares del mundo.
Famosas o anónimas, pasadas o presentes, las comadronas han sido, son y serán un puntal allá donde una criatura está a punto de nacer.
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