Historias de pasión, locura y muerte: Sid Vicius y Nancy
Por Juan Carlos Boveri
Fue una noche intensa para Sid y Nancy. Los dos se llenaron el cuerpo de drogas como para explotar como un globo. Claro, Nancy quedó tirada en el piso del baño. Resistió bastante bien las drogas pero no pudo superar la puñalada que recibió en el estómago. Las drogas la tuvieron calmada en el suelo, así que se desangró toda la noche sin darse cuenta. Por supuesto, se murió. Cuando Sid se despertó, encontró el cadáver y dijo que no se acordaba de haberla apuñalado. Le creyeron. Era Sid Vicius, un tipo famoso del punk y con los medios para tener buenos abogados. Es cierto que la justicia tuvo dudas. Un par de vendedores de drogas habían entrado al cuarto. Pudieron haber robado y matado a Nancy. A Sid no lo tocaron porque era Sid. De modo que lo mandaron a que se curara la adicción. Tuvo suerte de haber sido el bajista de los Sex Pistols y uno de los íconos del punk. De haber sido un negro limpia-baños o un ayudante de cocina latino, le hubieran dado cadena perpetua.
Sid era inglés. De Londres. Su padre se separó de su madre y lo abandonó para siempre. Su madre lo llevó a Ibiza, en España. Ella se dedicó a vender drogas y sobrevivieron un tiempo. Después, volvieron a Inglaterra. Anne, la mamá traficante, se casó otra vez. Pero el nuevo marido duró poco. Murió a los seis meses de la boda, un exceso de drogas. La mujer siguió con su negocio y se lo enseñó a Sid. Ya a los catorce años, Sid se las ingeniaba para vender drogas en las escuelas. Por supuesto, las consumía. Su madre también le enseñó a drogarse.
Sid asaltó a algunos viejos jubilados para tener el dinero suficiente y comprar un poco de droga. Pero quedó impune. Aunque algún remordimiento tendría porque empezó a flagelarse. Se hacía cortes en el cuerpo y se golpeaba la cabeza contra la pared. Le hicieron una pruebas psicológicas y resultó ser un bordeline. Es decir, con un pie en la cordura y el otro en la demencia.
Un día, Sid descubrió que le gustaba la música. Dejó de ser Simon John Ritchie y pasó a ser Sid Vicius, un nombre apropiado para el punk. Comenzó a tocar la bateria y el bajo. Integró The Flower and Romance y Siouxsie & The Bansheet. Finalmente, llegó a Sex Pistols. No tenía mucho mérito como instrumentista pero no es necesario tenerlo en el punk. Sid, más bien, era un ejecutante mediocre. Pero tenía actitud. En un concierto le tiró un vaso de cerveza a una mujer y le arrancó un ojo. Amenazó a un par de personas en algún bar y siempre mostraba esa manera de ser que el punk precisa. Sid admiraba a los Sex Pistols, así que estuvo encantado de ingresar en la banda. Al hacerlo, se convertiría en uno de los mitos de la música rock.
Sid ya tenía mucha fama. Era un modelo del ideario punk: independencia, nada de dogmas, el futuro no existe, no respetar la autoridad, valerse por sí mismo, sacarse los moldes de encima. Cuando hizo pareja con Nancy Spugen se metió en un embrollo. En realidad, estaba metido en líos desde que nació. Pero éste sería el más grave.
Nancy era una groupie. Una de esas chicas que siguen a las celebridades, en especial, de la música, y que buscan con desesperación tener intimidad sexual y emocional con sus ídolos. Ella era una chica judía de la clase media de Pennsylvania. En esto no era muy distinta a otros chicas. Sin embargo, le gustaba atacar a sus hermanos y herirlos. Quiso asesinar a la sirvienta y a la madre no pudo matarla con un martillo. La echaron de la escuela a los once años. Se quiso suicidar tres o cuatro veces, se fue de la casa a los diecisiete años y se hizo prostituta. Luego, encontró su vocación haciéndose groupie. Siguió a unos grupos y se fue a Londres. Se conectó con los Sex Pistols y terminó en la cama con el símbolo del punk, Sid Vicius.
Sid y Nancy se dedicaron a compartir heroína, agresiones y malos modales. Nancy caía mal en el grupo. La odiaban. Sid se venía abajo y todo funcionaba mal. Los Sex Pistols, durante una gira por Estados Unidos, se separaron. Sid y Nancy se mudaron a un hotel en Nueva York y él hizo intentos de actuar solo. No le fue bien. Pero tenía fama y los fotógrafos lo seguían a todas partes. Sobre todo, por sus peleas con Nancy y los escándalos que solían hacer en los lugares que estaban. Los periodistas le pusieron a Nancy un apodo, “Nancy Nauseabunda” por su lenguaje y actos groseros. Pero ellos seguían adelante. Es posible que se quisieran o que solamente hubiera sexo y drogas entre ellos. Para estas cosas, nunca hay buenas respuestas. En fin, lo que los diferenciaba no era lo que pasaba en su intimidad sino en el modo en que vivían y pensaban. No tenían que ver con el resto. Eran un hombre y una mujer en el límite. Esto puede ser un mérito o algo desastroso. Depende de cómo se maneje. Sid y Nancy no podían manejar nada. Hacía tiempo que estaban manejados por la droga y la locura.
El 12 de octubre de 1978, Nancy estaba tirada en el baño de la habitación 100, del hotel Chelsea de Nueva York. La habían matado de una puñalada. Tenía 20 años y su romance con Sid había durado once meses.
Después de asesinarla, Sid fue a prisión. Le hicieron una terapia de rehabilitación y lo dejaron salir por falta de pruebas. Su nueva novia, Michelle Robinson, le preparó una fiesta en su casa. Había que festejar el quedar libre e impune. Pero Sid se cortaba y se golpeaba la cabeza contra la pared cuando era adolescente y conocía los caminos para liberarse realmente. Le pidió a Michelle que le diera una buena dosis de heroína. Ella no se animó. Por suerte, estaba Anne, la mamá de Sid. Ella era una mujer que conocía bien a su hijo. Lo vio sufrir y entendió lo que debía hacer. Llenó una jeringa con una dosis doble de heroína y se la inyectó a su hijo.
Durante un tiempo, todos creyeron que Sid se había suicidado. A nadie se le ocurrió que lo había matado su madre.
Sid Vicius murió a los 21 años.