Tiger Woods, hay cosas que nunca cambian
Por: Ana M. Badía
Su vida se partió en dos el 26 de noviembre de 2009, cuando un accidente de coche explotó la perfecta burbuja en la que vivía.
Tiger Woods era un deportista de éxito, famoso, rico, respetado en su profesión y con una familia modélica, hasta que su vida privada pasó a protagonizar la primera plana de los tabloides americanos la noche de acción de gracias de 2009.
Así, y como si de una película de Hollywood se tratase, la vida de Tiger dio un giro que rompió todos y cada uno de sus esquemas, partió su imagen en dos y le dejó en blanco. Su accidente de coche descubrió un entramado de infidelidades y adicciones que no solo rompieron el matrimonio del número uno del golf mundial, sino que también dañaron su carrera.
“El Tigre” dejó entonces el green donde tantas veces había triunfado y parte de sus patrocinadores huyeron ante tal giro de guión, su imagen ya no les representaba, su vida estaba en jaque.
Ahora, tres años después, Tiger ha vuelto, y lo ha hecho a lo grande. De cuatro torneos disputados en 2013, el golfista ha conseguido la victoria en tres de ellos.
Hace cinco años, su vida privada le llevó a los extremos, pero más allá de los escándalos, Woods sigue siendo el mismo golfista o uno incluso mejor. Su victoria en el Arnold Palmer Invitational el pasado fin de semana le devuelve el número uno mundial, porque a pesar de todo, hay cosas nunca cambian.
Un ‘swing’ brillante
Su carrera pronto destacó por su perfección. Tiger Woods saltó a la fama tras ganar tres Abiertos de Estados Unidos Amateurs consecutivos, éxito que le sirvió para dar el paso al circuito profesional en 1996, donde con tan solo 21 años ganó el prestigioso Masters de Augusta. Desde ese momento, Woods no dejaría de acumular éxitos en su carrera.
En 2000, su juego despegó por completo. Su concentración, su swing, su potencia y confianza, le llevaron un paso por delante de sus competidores, que no podían más que admirar la brillantez del joven que iba directo a convertirse en leyenda viva del golf mundial.
En dicho curso, Tiger se haría con los cuatro majors del año, el Abierto de Estados Unidos por un margen récord de quince golpes, el Abierto Británico en St Andrews, y el campeonato de la PGA cerrando un verano formidable.
Con su victoria en el Masters del 2001, Woods se convirtió en el único jugador en poseer los cuatro trofeos del grand slam al mismo tiempo, aunque en años distintos, algo que nadie había logrado desde que Ben Hogan lo hiciera en 1953.
Su juego valió entonces para revalorizar el mundo del golf, que saldría del green para tomar relevancia fuera del caro mundo que rodea a dicho deporte. La imagen de Woods se convertiría en reclamo de anunciantes, que le pondría a la altura de Beckham o Federer y que le harían embolsarse grandes cantidades de dinero sin coger los palos. En 2005 terminó el año como el deportista mejor pagado tras embolsarse 87 millones de dólares, según la revista Forbes.
En 2008 el líder del circuito, decide pasar por quirófano para reconstruir el ligamento cruzado de la rodilla izquierda, lesión que arrastraba desde 2007 y que le dejó nueve meses sin jugar. Regresaría en marzo del año próximo, cuando comenzó despacito y con buena letra ganando pequeños torneos para coger ritmo.
Entonces, y cuando su recuperación parecía llegar a su fin, su vida privada saltó a escena el día que su mujer salió tras él con uno de sus palos buscando su cabeza. El escándalo estaba servido.
El 26 de noviembre de 2009, Tiger terminó la noche en el Health Central Hospital en Ocoee, Florida, donde apenas pasó unas horas recuperándose del shock y tratando pequeñas heridas superficiales en su cara. Una discusión con su mujer y madre de sus dos hijos, Elin Nordegren, tras el descubrimiento de un affaire del deportista, parecía ser la causante del escándalo que conmocionó el mundo del golf y supuso muchas primeras páginas para los insaciables tabloides.
Tras el accidente los líos de faldas de Woods se descubrieron uno a uno. Las infidelidades rompieron el idílico matrimonio del deportista e hicieron que su carrera se tambalease, perdiendo sponsors y llevándole a la retirada en 2010.
80 días después del accidente y con numerosos rumores acerca de lo sucedido, Woods convocó una rueda de prensa en la que contó poco más de lo que se sabía, que había sido un “chico malo”. Tiger asumió su culpa ante la cámara, no se cansó de pedir perdón una y otra vez a su familia y habló de sus pasos para superar su adicción al sexo.
La terapia le ayudó con sus problemas y le hizo reencontrarse con el budismo, religión que, dijo, estaba en su esencia (en su infancia) y de la que se desvió. Aquel día de noviembre le convirtió en un hombre nuevo.
Regreso
En 2013, y tres años después de perder el número uno, Woods regresa a lo más alto y lo hace con un juego que asusta. Su inestabilidad quedó atrás y ahora con nueva novia, nuevo caddie y nueva agencia de representación, “el Tigre” resurge cual Ave Fénix como un hombre completamente nuevo aunque sus aspiraciones sigan siendo las mismas.
El mejor golfista de todos los tiempos marca de nuevo el ritmo con un juego que parece aún mejor del mostrado hasta entonces, un salto cualitativo que empequeñece la gran temporada que realizó en 2000 y que le devuelve el número uno tras su victoria en el Arnold Palmer Invitational. Tiger también domina la FedEx Cup y ya suma tres victorias en los cuatro torneos que ha jugado en los últimos tres meses. El deportista suma el mejor comienzo de año de su carrera, los escándalos parecen cosa del pasado.