¿Sabías que…? Italia, madre de las superproducciones

Por Tamara Moya.

Fotograma de la película Los últimos días de Pompeya (1913).

Fotograma de la película Los últimos días de Pompeya (Mario Caserini, Eleuterio Rodolfi, 1913).

 

Aunque el cine italiano nació con su propia llegada de un tren a la estación, Arrivo del treno nella stazione di Milano (Italo Pacchioni, 1986), pronto surgió en el país mediterráneo un gusto especial por el gran espectáculo. Ya en el año 1905 la productora Manifattura Cinematografica Albertini i Santoni (convertida al año siguiente en la famosa marca S.A. Cines) recibió ayuda del Ministerio de la Guerra para la producción de La caduta di Roma, una película que contó con grandes efectos para la época como los cañonazos reales, y también con cientos de extras. Hasta este momento no hubo ningún país que emplease este despliegue, mientras que Italia seguía despuntando en este terreno. Ocho años después de la anterior, la Società Ambrosio reconstruyó la erupción del Vesubio en Los últimos días de Pompeya (Mario Caserini, Eleuterio Rodolfi), que se anunció como “la película más sensacional de la época”. Además de estas recreaciones históricas, encontramos otros títulos en aquellos años como los siguientes: Jerusalén libertada (Gerusalemme liberata,  1911), Espartaco (Spartaco o il gladiatore de la Tracia, 1912), Quo vadis? (Quo vadis? 1912) y Marco Antonio y Cleopatra (Marcantonio e Cleopatra, 1912).

   Observando dicha trayectoria, sería difícil negarle a Italia la paternidad de lo que hoy en día llamamos “superproducción”, y que en Estados Unidos bautizarán con el nombre de “film-mamut”. Respecto a la razón de estos orígenes, se ha escrito que la orientación de este cine tendría una relación directa con una cierta añoranza de las viejas glorias imperiales, aunque esta reflexión resulta más discutible.

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