Diez maneras de endulzar, sin azúcar ni edulcorantes
La relación que a lo largo de nuestra vida mantenemos con el azúcar suele evolucionar desde la fascinación que nos produce cuando somos niños hasta la necesidad de tener que prescindir prácticamente de ella en edades más avanzadas, pasando en el camino por todo tipo de intentos de sustitución de este rico elemento por otros más saludables.
El problema de sustituir el azúcar por edulcorantes artificiales es que nuestro organismo sigue manteniendo alto el listón gustativo respecto al dulce y no nos facilita sustituirlo por otro sabor. Sin embargo, cuando cortamos tanto el consumo de azúcar como el de edulcorantes, no solo vamos deseando este sabor cada vez menos, sino que además poco a poco comenzaremos a detectar «dulce» en muchos alimentos que no contienen ningún azúcar añadido.
Esta es la tesis que sostiene Michelle Madden, editora del premiado blog The Sweet Beet (La remolacha dulce), quien además ofrece una serie de sugerencias que pueden ser diez buenas maneras de cubrir nuestro ‘cupo de dulce’, pero sin azúcar ni edulcorantes.
Vainilla en polvo. El polvo puro de vainilla tiene algo de milagroso. Un ingrediente que deja un inconfundible y tierno sabor que recuerda a los helados de la infancia. Inténtelo con un yogur natural y pensará se está comiendo un verdadero helado italiano. No es barato, pero tampoco se necesita mucha cantidad.
Canela. Es bastante habitual dar un toque de canela a determinados postres tradicionales, como el arroz con leche. Pero ¿ha probado alguna vez a añadirla al café mientras se hace? Ponga un poco de canela en el depósito del agua y deje que se haga en infusión junto al propio café. Es casi seguro que después necesitará un terrón menos de azúcar.
Pulpa de coco. No hay nada tan dulce como la pulpa de esta fruta, cogida directamente del interior de un coco recién abierto; pero una forma diferente de tomarla es añadiéndola a unos copos de avena o cereales en el desayuno. Si no le resulta fácil disponer de pulpa fresca, sustitúyala por unos copos secos, a la venta en el mercado. Esos sí, asegúrese de que sean sin azúcar añadida.
Aceite de coco. Otro elemento del coco muy útil para este fin es su aceite. Utilícelo para cocinar col u otros vegetales y logrará eliminar su sabor amargo. También puede agregarlo a huevos revueltos, que con este sencillo toque adquieren otra dimensión culinaria. La mente tiene una asociación tan fuerte entre el aroma del coco y el sabor dulce que, aunque no haya azúcar, nuestros sentidos la percibe como si estuviera presente.
Leche de almendra. Las almendras contienen una cantidad mínima de azúcar, pero debido a su aceite dulce pueden engañar a las papilas gustativas y hacerles pensar que están saboreando algo con azúcar. Puede agregarla a cualquier infusión o a los batidos. El único problema es que casi todas las leches de almendra que se comercializan en el mercado contienen ya de origen bastante azúcar añadida. Intente conseguir una genuina en tiendas especializadas en nutrición saludable.
Cebolla estofada. Muchos alimentos salados industriales contienen una buena dosis de azúcar, como las salsas para pasta o las sopas, especialmente los alimentos con una base de tomate, para contrarrestar su acidez. Si va a hacer una salsa de tomate casera, el truco es saltear previamente cebolla, muy lentamente, para extraerle su sabor caramelizado. Añada después el tomate y elabore la salsa con su receta particular. Verá qué diferencia… y sin nada de azúcar.
Salsa de manzana. Puede ser un sustituto ideal del azúcar en determinadas piezas como magdalenas o bizcochos, ya que aporta un toque de sabor sin sobrecargar ni modificar su esencia. Quedarán un poco menos dulces que la versión tradicional, pero en el fondo, de eso se trata. Para hacer la salsa de manzana, simplemente cotarla en trozos pequeños, un chorrito de agua, cocinar a fuego lento hasta que espese y pasar por la batidora.
Pasta de aguacate. Aunque no lo parezca, aporta un sabor dulce. Se puede añadir a batidos o jugos y, por supuesto, a las ensaladas. La mayoría de las versiones comerciales contienen bastante azúcar, pero pruebe a mezclar un aguacate triturado con un poco de aceite de oliva y vinagre y conseguirá todo el sabor dulce que necesite.
Puré de frutos del bosque. Triture unos cuantos frutos del bosque variados —moras, arándanos, fresas, grosellas, frambuesas— y utilice el puré resultante sobre una tostada, o mezclado con yogur. Si no es la época para este tipo de bayas, sustitúyalas por pera y manzana.
Pastel de verduras asadas. Un rico pastel hecho a base de verduras tipo remolacha, boniato o calabaza, tomado como postre, evita en casi todos los casos la necesidad de comer algo dulce al final de la comida.
Fuente Diario de Gastronomía