La secuencia del día: Cine y torrijas I
Por Helena Psijalis
Ah, las películas de Semana Santa…cada canal cuenta con una batería propia de filmes clásicos que repite sin cesar cada año y que ocupan el lugar de la sobremesa: todas las películas marisoleras y esas cintas yankees sobre vecinas psicópatas y comedias románticas caducas se ven desplazadas esta semana por Espartaco, La Vida de María Magdalena o Los Diez Mandamientos: películas tan largas que si decides verlas como un valiente, tarde o temprano aparecerá alguno de tus familiares/amigos diciendo «¿Ah, pero que aún estás viendo Ben Hur…?» Cuidado: podrían robarte las torrijas mientras estás embebido en cualquiera de estas joyas, demasiado ocupado viendo que por extras egipcios han metido un buen puñado de americanos rubios como la cerveza, o que los leones en vez de comerse a los cristianos están rascándose la oreja en un rincón.
Tecnicolor de tonos chillones, dramáticos gestos en blanco y negro, Jesucristos de lo más variado, y lo que nos ocupa el día de hoy: niños piadosos.
Marcelino Pan y Vino (1954) es uno de esos filmes que probablemente tu abuelo catalogaría de peliculón sin pestañear. Trágica y sentimental pero con un fama que se mantuvo inalterable durante décadas (hasta tuvo su propia serie de dibujos animados en 2001), el niño actor Pablito Calvo alcanzó una popularidad similar a la de Joselito. Esta película es ahora es un bonito y lejano recuerdo para unos y una cursilada insportable y beata para otros; pero para muchas de las nuevas generaciones, una fuente de kitsch semanasantero para pasar los días lluviosos. Sigue siendo uno de esos filmes que hay que ver aunque solo sea una vez.
Y para muestra, el tráiler original: