“La felicidad individual consiste en buscar la felicidad del prójimo”, asegura el divulgador científico Eduard Punset
Por Mónica Maristain
Foto: EFE
El divulgador científico más importante de España, Eduard Punset, visitó el programa El Hormiguero, conducido por Pablo Motos para Antena 3.
En la entrevista, llevada a cabo el 20 de marzo pasado, el célebre pensador dejó unas cuantas reflexiones valiosas en torno a la existencia y las expectativas del ciudadano moderno.
“Antes, la esperanza de vida era de 30 años. Uno paría, tenía hijos y se moría. Entonces era lógico que la gente pensara qué había después de la vida. Ahora, con la esperanza de vida que ha aumentado notablemente, lo que la gente quiere es vivir antes de la muerte”, dijo Punset, quien por estos días presenta su libro Lo que nos pasa por dentro (Planeta).
Nacido en Barcelona, 1936, Punset es el autor de numerosos libros, con más de un millón de lectores, dirige y presenta desde hace 16 años en TVE el programa Redes, un referente de la comprensión pública de la ciencia. Ha recibido, entre otros, el Premio Rey Jaime I de Periodismo 2006.
Para el pensador, “un 25 % de la gente está angustiada por la tristeza, el estrés y la soledad y nadie se ocupa de ello”. Según su visión, todos estos males se pueden prevenir.
“Acabo de llegar de Boston, donde el científico Michael Norton ha descubierto, mediante una muestra muy extensa, que la felicidad de una persona consiste en buscar la felicidad del otro”, cuenta.
“Ganas más buscando la felicidad de los demás que la felicidad de uno mismo. Si esto es verdad, y creo que es verdad, cambia totalmente casi todo”, explica.
“Otra cosa que está demostrando la ciencia en la irrupción de la cultura popular es que la empatía, preocuparse por ponerse en el lugar del otro, aumenta de un modo increíble en nuestra sociedad. Los índices finales de la violencia, incluido el siglo XX cuando hubo dos guerras mundiales, disminuyen, por lo que puede decirse que el mundo actual es un mundo mucho más preparado para la felicidad de lo que la gente cree”, asegura Punset.
NO TODO ES HERENCIA GENÉTICA
Para Edward Punset, quien a sus 77 años se mantiene activo, lúcido y al que da gusto escuchar en cualquier entrevista radiada o televisada que otorgue, la genética no es ni debe ser una condena de la que resulte imposible escapar.
Pone el caso de una científica británica que descubrió por casualidad que el hipocampo cerebral de los taxistas de Londres, empeñados en desentrañar la imposible geografía de una ciudad caótica, es más grande que el que tienen los cultores de otros oficios.
“El taxista londinense se encuentra frente a un mapa tan complicado que no hay Dios que se lo aprenda. Por tanto, deben pensar mucho, deben usar mucho la cabeza para estudiar y pasar el examen profesional. Descubrir esto ha sentado un paso sin precedentes en el campo de la ciencia”.
En torno a la felicidad, un tema que le preocupa y al que ha dedicado varios libros y programas, Punset ha descubierto que hay diferencias entre los hombres y las mujeres.
“Los hombres se dan cuenta antes que ellas de que con la edad se es más feliz. No significa que las mujeres no acaben por verlo, pero somos los varones lo que percibimos esta cuestión mucho antes que las mujeres”, dice.
“Creo que los jóvenes son absolutamente imprescindibles en el mundo de la política y en el de la investigación, simplemente porque son más creativos. Por eso no podemos prescindir de los jóvenes, pero si no, los viejos nos arreglaríamos con los viejos, tranquilamente”, afirmó.
LLEGÓ LA HORA DE EMIGRAR
Como ha dicho varias veces en su programa y lo refrenda en su reciente libro, Eduard Punset exhorta a los jóvenes españoles, atravesados por el drama del desempleo que en España ha generado 5 millones de parados, que no tengan miedo de emigrar en busca de mejores posibilidades.
“A los jóvenes siempre les digo que viajen, que nadie tiene un domicilio fijo. Vivimos en un planeta que va a 240 kilómetros por segundo. No estamos nunca en el mismo sitio. La innovación es el fruto del contacto con otras personas, ha descubierto la ciencia, con otras culturas, incluso con otras lenguas”, expresa.
Punset contó el caso de una amiga científica que estaba desesperada a causa de un mal de amores. Su novio la había abandonado y sólo quería suicidarse. Logró juntar a su amiga con el científico portugués Antonio Damasio, quien le aconsejó que se mudara de casa, de amigos, de lugares, si podía incluso de país. “Me di cuenta entonces de que mucha gente no quiere cambiar, que lo considera una traición a las tradiciones heredadas por su familia. Sin embargo, es buenísimo cambiar en todo, iba a decir que también de marido y de mujer…”, bromeó.
“La vida es una equivocación, Eduard, solía decirme el científico estadounidense Ken Nilsson. A menudo pienso en él. Es verdad, todo esto empezó hace muy poco. Las hormigas, por ejemplo, nacieron hace 60 millones de años antes que nosotros. Hemos nacido apenas anteayer, acabamos de aparecer”, precisó.
Para el divulgador científico, el amor, la sonrisa, el cuidado de los demás, son valores que acrecientan y aseguran la pervivencia de la especie. No hay más. No hay otras cosas. La felicidad es un asunto que se cuece en nuestro corazón y no en una vitrina de objetos caros.
“La esperanza de vida de los maltratados fue netamente inferior a la esperanza de vida de los lamidos permanentemente por su madre”, dijo al referirse a un experimento científico llevado a cabo en dos grupos de ratones.
“La sonrisa permanente debe ser nuestra norma de todos los días”, concluyó.
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