Escapada al reino de Patones en la sierra de Madrid
Por Carmen Aguilar García
Existió un reino en España con poco más de varias docenas de habitantes, cuyo rey, un anciano, interpretaba también el papel de juez de paz. En ese reino, que data del siglo XVI, no existían las clases sociales a principios del XX; de hecho, en 1908 sus vecinos compraron a partes iguales los montes que les rodeaban. Pero durante los años 60, sus habitantes abandonaron las duras condiciones de la montaña para asentarse en el llano. Nació así Patones de Abajo, a poco más de dos kilómetros del reino de Los Patones, que pasó a denominarse Patones de Arriba.
Hoy el pequeño pueblo negro de Patones de Arriba está declarado Bien de Interés Cultural. Un sitio para el visitante; turístico, pero en el buen sentido de la palabra. No hay grandes hoteles de lujo o cadenas de restauración, sino que los restaurantes y los alojamientos son los mismos edificios pintorescos y característicos de este municipio. Casas construidas en mampostería, una pizarra encima de la otra sin argamasa entre medias, y tejados de jara y retama con tejas curvas árabe. Se conserva así la arquitectura típica de pizarra negra, que convierte a Patones de Arriba en uno de los pocos pueblos negros de Madrid y un museo de pizarra al aire libre.
La mayoría de los curiosos que pasean por sus calles, prohibidas al tráfico y siempre en cuesta, son nacionales. No se llega a Patones de Arriba por casualidad, hay que saber que existe. Está escondido entre montañas al noreste de la comunidad, en la frontera con Guadalajara. Se accede a él andando, pero hasta que no quedan casi 50 metros no se ve el pueblo.
Visita rural
En un par de horas se recorre, pausada y tranquilamente, el municipio. Sentándose varias veces a contemplar el río de Patones con alguna pequeña cascada o la Fuente Nueva (centenaria, sin embargo) que nutre de agua a un lavadero bien conservado, antiguo punto de encuentro de las mujeres de la localidad.
Patones de Arriba vivía de la ganadería y de la agricultura. Hoy es Patones de Abajo quien se dedica al sector primario y, el de arriba, al terciario. La Iglesia de San José, de hecho, es ahora el punto de información y centro cultural del pueblo. Se abandonó cuando emigró la población y, a finales de los 90, se rehabilitó para esta nueva función. Desde allí, subiendo por una de las calles empedradas, se llega a las eras, destinadas para el aventado de los cereales y la trilla, y a los tinados y arrenes, que se aprecian mejor desde la montaña de enfrente. Son construcciones rectangulares, corrales sin cubrir, donde se cobijaba a los animales o se sembraba el cereal.
Visita natural
Días se tarda, sin embargo, en descubrir todo el entorno natural. Lugar recomendable para senderistas, escaladores y espeleólogos. “Da igual el camino que cojas, nunca te pierdes en Patones, porque siempre ves el pueblo desde arriba”, asegura la guía turística.
Patones propone grandes paredes verticales de roca caliza, el yacimiento de Dehesas de la Oliva o cuevas tan famosas como la Cueva del Aire o la del Reguerillo. Esta última es la cavidad más grande y el yacimiento paleontológico más importante de la Comunidad de Madrid, aunque ahora, está cerrada. Dentro de ella se han encontrado dos esqueletos completos de cabra montesa, restos de osos de las cavernas y pinturas rupestres.
Llama también la atención las tuberías que se observan por los barrancos cuando se camina desde uno a otro pueblo. Son la consecuencia de las obras de canalización de agua que comenzaron a construirse en el siglo XIX: el Canal de Isabel II.
Vuelta, pues, a la realeza, hay documentados tres reyes de Patones, cargo hereditario. Uno de ellos llegó incluso a escribir una carta a Felipe II: “Del rey de Patones al rey de España”, decía. Carlos III terminó con esta dinastía, tras negarse Patones a pagar un impuesto. Hoy el rey no puede ser otro que el pueblo; el que resiste y contempla, impasible, el ir y venir de los smartphones, cámaras y ordenadores de los que buscan la tranquilidad de una aldea negra escondida en la Sierra Norte de Madrid.
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