La pasión de las cámaras soviéticas se extiende por el mundo

Por Txema Ruiz

 

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Desaparecida la Unión Soviética, hace ya unos cuantos años, quedan todavía muchos de sus símbolos y no solo el cuerpo embalsado de Lenin, sino varios de sus viejos productos. Las cámaras fotográficas no son una excepción.
Al hilo del movimiento lomográfico, ha surgido una especie de pasión por las cámaras fabricadas en la URSS que recorre, en este caso el mundo, como antes el conocido fantasma recorría Europa allá por 1848.
Y no solo por el caso concreto de la Lomo LC-A, origen de todo este asunto, sino por otras muchas marcas que renacen de sus cenizas.
Hasta hace poco, nombres como Zorki, FED o Smena, eran solo conocidos por lo estudiosos de la historia de la fotografía; hoy han saltado a las web de los subastadores de cámaras y alcanzan precios que hace poco hubieran sido considerados disparatados y son codiciadas por los coleccionistas.
De repente, una serie de vendedores «online» han aparecido en las viejas repúblicas soviéticas y ofrecen todo tipo de cámaras, objetivos, medidores de luz, adaptadores telemétricos y otros artilugios más o menos útiles.
No faltan, incluso, las películas Svema o Tasma, todas caducadas, algunas de ellas hace más de 20 años y en casi todos los formatos posibles, desde el paso universal de 35 mm hasta el de 16, pasado por los 120. Y, por supuesto, en distintas sensibilidades todavía con la vieja nomenclatura Gost en color, blanco y negro y hasta en dispositiva.
Lituanos, rusos, ucranios y bielorrusos son los más activos pero también los hay en Bulgaria y Polonia, y por supuesto, en ciudades de la también extinta RDA.
Y lo mismo pasa con los compradores: españoles, estadounidenses, tailandeses, británicos, son muy participativos, según se puede comprobar en esas páginas.
Pero, ¿esta justificada esta súbita pasión por las cámaras soviéticas? Lo cierto es que, en general, son productos de calidad muy variable porque los controles de calidad eran muy escasos, salvo en las destinadas a la exportación, por lo que casi es una especie de ruleta rusa el resultado tras la compra de uno de estos viejos dispositivos.
Lo mejor es lograr un suministrador fiable, algo que no es sencillo, pero tampoco imposible. Los hay serios que ofrecen datos concretos y veraces sobre las cámaras, y los hay que dejan bastante que desear. Personalmente he tenido suerte con los míos: pocos estropicios y bastante rigor.
Y, claro, dejando de lado la vieja premisa de que había que fabricar cámaras que fueran asequibles a los bolsillos de los ciudadanos del socialismo real, estos vendedores aceptan sin problemas las normas del mercado libre y adecúan los precios en euros a la ley de la oferta y la demanda.
El reclamo de que es ideal para la ideología lomográfica hace que muchos nostálgicos de la tecnología química se quieran hacer a toda costa con un viejo aparato de la URSS lo que también puede satisfacer otras viejas pasiones y nostalgias.

 

EFE

 

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